Diez cortometrajes que matan al tiempo
En una época de preponderancia de lo narrativo, donde prácticamente todo se considera en tanto relato articulado, es importante recordar lo fructíferas que pueden llegar a ser las aboliciones del tiempo y del espacio tradicionales, configurando un nuevo tipo de relato desarticulado que puede ahondar en verdades que escapan a sus limitaciones. Aquí van algunos ejemplos.
1. Fantasmagorie (Emil Cohl, 1908). El primer corto animado de la historia destila, como tantas obras del cine de los primeros tiempos, un evidente aroma a vodevil y espectáculo de variedades, que en realidad son los verdaderos padres de la disciplina. La obra está compuesta por más de 700 dibujos realizados con líneas negras sobre fondo de papel posteriormente negativizadas, lo que le da la apariencia de estar dibujado con tiza. Es, además, una de las primeras obras que incluye elementos de cine dentro del cine.
2. Walking (Ryan Larkin, 1968). Uno de los cortometrajes que mejor indaga en la descontextualización de los espacios. Su narración, que por momentos recuerda a Marker, demuestra que hace falta poco más que una silueta humana para hablar del hombre, de su individualidad, o de la ausencia de la misma.
3. El viejo y el mar (Aleksandr Petrov, 1999). Una de las obras maestras irrenunciables de la historia de la animación, y también uno de sus mayores tours de force. Dos años y medio fueron necesarios para producir sus 20 minutos de metraje: Petrov y su hijo necesitaron este tiempo para pintar a mano los más de 29.000 cuadros que componen la película. En cuanto a lo narrativo, la película es capaz de reproducir fielmente el sentido de suspensión temporal que encontramos en la obra de Hemingway. No dejen de descubrir el resto de la obra de Petrov, igualmente interesantísima.
4. Surogat (Dusan Vukotic, 1961). En general, la animación rusa ofrece una visión totalmente novedosa con respecto a la americana, explotada hasta la saciedad en su modelo; la serie Masters of Russian animation ofrece una panorámica interesante sobre muchos de sus elementos fundacionales. En el caso de Surogat, un personaje de dudoso antropomorfismo crea y destruye a su antojo usando una bimba. Chúpate ésa, Pixar. Merece la pena prestar atención especial a las influencias pictóricas sobre las figuras y los fondos.
5. Mona Lisa descending a staircase (Joan C. Gratz, 1992). Si hablamos de influencia pictórica sobre la animación, mencionar este cortometraje es ineludible. La obra, que consiguió el Oscar en su categoría, revisa en 7 minutos algunos de los grandes nombres y cuadros de la historia de la pintura. 35 artistas en una subversión absoluta de los parámetros temporales, que une unas piezas con otras de manera líquida, con una obsesión particular por el papel que juega el rostro. Su repaso a la vanguardia del siglo XX es especialmente emocionante.
6. Sísifo (Marcell Jankovics, 1974). Pocas cosas hay tan atemporales como los mitos. Jankovics, consciente de esto, vuelve —y revuelve— los conceptos de la Fantasmagorie de Cohl (en este caso, negro sobre blanco), para abolir tiempo y espacio fílmicos y arrojarnos la asfixia eterna sobre la que también reflexionó Camus en su obra El mito de Sísifo. Buena parte de su fuerza reside en el doblaje, como podrán comprobar.
7. El corazón delator (Ted Parmelee, 1953). Pocos autores han sido capaces de estirar el tiempo hasta convertirlo en una soga como Edgar Allan Poe. De la misma manera que hace Petrov con Hemingway, Parmelee transfiere la angustia de Poe a la animación a través de imágenes casi surrealistas que necesitan una voz en off para poder articularse narrativamente. Presten especial atención al fantástico uso de las perspectivas y las sombras, un auténtico alarde de talento.
8. Artificial Paradise (Jean-Paul Frenay, 2010). Para que no todo sean clásicos, una distopía surrealista tecnológica. Con una estética que recuerda por momentos a aquel hito de la droga que fue el videoclip de Gantz Graf de Autechre, narra —afirma su director— la historia de un usuario que se conecta a la base de datos de una empresa que ha conseguido guardar todos los recuerdos perdidos de la humanidad. Estoy seguro de que cualquiera de ustedes puede crear una interpretación alternativa y disfrutarlo igualmente.
ARTIFICIAL PARADISE,INC. from JP Frenay on Vimeo.
9. The Pub (Joseph Pierce, 2012). Un ejemplo magnífico para ilustrar la capacidad de la animación de construir estados de ánimo a través de la deformación de una representación naturalista. Su estética, entre noir y tebeo, se une a una selección de momentos también deformados que generan un retrato poco edificante y sincero de un día en la vida de un pub londinense.
The Pub from Joseph Pierce on Vimeo.
10. Jumping (Osamu Tezuka, 1984). Probablemente mi corto de animación favorito, un auténtico despliegue de desbordante imaginación, ideas estéticas atrevidas y ejecución impecable. Necesitaría demasiado espacio para explicar todos los códigos que son aquí puestos en duda, todas las reglas que se rompen con la mayor naturalidad del mundo, la enorme condensación de ideas en cada uno de sus pequeños —o no tanto— saltos. Pero es mejor que lo vean ustedes mismos, y luego me cuenten.
Jumping (1984) – Osamu Tezuka from Vincent Stephens on Vimeo.
¡Que lo disfruten!
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