Experiencias inolvidables

Todos hemos sido alguna vez el portero de Tahití

España ganaba 8-0 cuando Aitamai, el defensor de Tahití, despejó la pelota con la mano dentro del área. El árbitro señaló el punto de penalti y Fernando Torres se fue hacia el balón como una bala. El delantero del Chelsea había marcado ya tres goles, pero agarró la pelota como el que reclama repetir postre tras un banquete pantagruélico para compensar hambres pasadas, y quién sabe si futuras. Como el ansia no es buena, Torres se empachó y el balón se estrelló en el larguero. Mikael Roche, el portero tahitiano, lo celebró con los brazos en alto, dirigiéndose a un festivo Maracaná, como si lo hubiera parado él con la mirada, como si no perdiera 8-0. O quizás precisamente por eso.

Esos brazos al cielo, esa celebración que a alguno le pudo parecer ridícula, fuera de lugar, encerraba la dignidad del perdedor, la alegría efímera del acostumbrado a morder el polvo. Quien haya coqueteado con más asiduidad de la deseable con la derrota entenderá el arrebato de ese hombre con los riñones machacados de tanto recoger el balón dentro de su portería. Los comentaristas no lo comprendían.

“No volvería a mi país si me marcasen once goles”. La frase la pronunció John Bonello, el portero que defendió la meta de Malta en el Benito Villamarín en diciembre de 1983. Bonello encajó doce goles, regresó a su país y tuvo que aprender a vivir con ello. Años después, en 2006, Bonello rodó un anuncio de Amstel en el que se tomaba a guasa aquella noche aciaga.

Todos hemos pasado rachas malas, en las que veíamos colarse una y otra vez balones en nuestra puerta, épocas en las que una minúscula alegría nos daba la vida. Todos hemos sido alguna vez el portero de Tahití. Lo importante es que todo eso no sea en balde, salir a flote y, por qué no, terminar un día riéndonos de ello e incluso sacándole provecho. Como el portero de Malta.

Foto | Eurosport
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Comentarios

  1. Comentario by Fanny Neguesha, la grada salva el fútbol veraniego de selecciones - junio 21, 2013 06:04 pm

    [...] que acaba con resultados tan abultados como el diez a cero de España a Tahití en el cual hasta nos sentimos identificados con el portero. Una sucesión de partidos con la emoción de los amistosos, de aquellos partidos de colegio cuando [...]

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