Experiencias míticas

Real Madrid, campeón ACB: los nombres de una victoria

Seis años después, el Real Madrid vuelve a ganar la Liga ACB. Como entonces, con Joan Plaza en el banquillo blanco, el Madrid ha vencido en la final al Barcelona con Felipe Reyes como MVP. El título es el broche a una temporada en la que los blancos dominaron la liga regular, llegaron a la final de la Euroliga y, lo que quizás sea más importante, ilusionaron a una afición ávida de emociones y títulos, cansada de la mediocridad de los últimos tiempos. Estos son los nombres de un título que ha de servir para catapultar este ilusionante proyecto.

Felipe, MVP (otra vez)

Si antes de empezar la final hubiéramos hecho una encuesta para averiguar el nombre de un posible MVP madridista, seguramente habrían aparecido los nombres de Mirotic, Rudy, Llull, Sergio Rodríguez o incluso Carroll. Jugadores capaces de cambiar el signo de un partido con su talento. Difícilmente alguien habría citado Felipe Reyes, el veterano pívot madridista de 33 años.

Hace un par de años, Felipe estaba cuestionado. Superada la treintena, su relación con Messina no era precisamente un idilio y muchos consideraban que sus días como madridista tocaban a su fin. Llegó Laso y le dio un papel secundario, pero importante. Felipe no sólo se adaptó a su nuevo rol, sino que con el tiempo ha ido reclamando protagonismo. El año pasado promedió 8 puntos en 17 minutos. Esta temporada ha subido a 10 puntos en 19 minutos, que en la serie final contra el Barcelona, cuando el balón quema y algunas muñecas se encogen, se han convertido en 12 puntos en 22 minutos, con una actuación sensacional en el tercer partido.

Con Felipe siempre se habla de la casta, pero hay más: su tesón para mejorar el tiro, tanto de cuatro-cinco metros como el tiro libre (ha evolucionado desde el 53% en la temporada 2004/05, su primer año como madridista, al 79% actual); sus movimientos de pies, cada vez mejores; su colocación para el rebote (intuición, sí, pero también mucho trabajo). La lógica dice que está en el ocaso de su carrera, pero acaba de ganar el MVP de la final. A ver quién se atreve a enterrarlo.

El swing del Chacho

Hace poco más de un año, con Draper fichado y el Madrid jugando las semifinales ACB contra el Baskonia, Sergio Rodríguez estaba más fuera que dentro del equipo. La ligera mejoría con Laso, respecto a los dos años mediocres con Messina, difícilmente justificaba su continuidad. Su clase nunca se discutió; su regularidad y solidez, sí.

Llegó el tercer partido de aquellas semifinales y el Chacho se destapó en el Buesa Arena con una actuación soberbia. Seguro en la dirección, fiable en el lanzamiento exterior, sin el miedo a fallar que otras veces lo había atenazado, Sergio recordaba al chaval que maravilló en el Estudiantes. Muchos nos acordamos entonces de Argentina y del Mundial de Japón 2006. El Madrid perdió la liga, pero recuperó a su base más talentoso.

Cabía plantearse qué Chacho nos encontraríamos esta temporada, si el fiable de los playoffs pasados o el temeroso de la era Messina. La duda se resolvió pronto y Sergio ha regalado este año a los aficionados madridistas, a los aficionados al basket, momentos memorables. Cuando el canario se encuentra cómodo, cuando disfruta y parece flotar sobre el parqué, da gusto verlo.

Inició la final con una demostración de dirección y tiro. Su magistral primer partido lo colocó en la pole position para la lucha por el MVP, pero durante el resto de la serie no estuvo tan brillante. Le faltó esa chispa que desprende cuando está en estado de gracia. Aun así, su temporada ha sido fantástica. El Chacho ha vuelto definitivamente, y eso es una gran noticia para el baloncesto.

Mirotic y Rudy: Entre el PA y el NM

Creo que la cosa ahora es diferente, pero en mis tiempos de escolar se entregaban al final de cada trimestre los boletines con dos notas: P. A. (Progresa Adecuadamente) o N. M. (Necesita Mejorar). Las siglas no eran más que eufemismos para designar el aprobado y el suspenso de toda la vida. Si tuviera que calificar la actuación de Mirotic y Rudy en esta final, y por extensión en la temporada, no sabría muy bien cuál de las dos escoger.

Mirotic tuvo un arranque de campaña sensacional y, aunque bajó el nivel en la segunda mitad, fue galardonado con el MVP de la liga regular. Su final, sin embargo, deja un regusto amargo. Debe dar un paso adelante. Tiene 22 años, un talento inmenso y todo el futuro por delante.

A Rudy no resulta fácil evaluarlo. Sus cifras no son malas y ha aportado muchísimo en aspectos poco llamativos: defensa y rebote. Su obsesión por estrenar su casillero de triples en la final no le ha hecho ningún bien, llevándolo a jugarse lanzamientos fuera de lugar, en lugar de buscar penetraciones, faceta en la que ha sacado más provecho. Su contribución es valiosa, pero se le trajo para que fuera el referente, y no lo ha sido.

En la misma línea podríamos hablar de Carroll y hasta de Llull. La muñeca del primero ha sido una amenaza constante desde el 6,75 durante toda la temporada, pero en la final se le echó de menos, oscurecido por la defensa de Oleson. El segundo siempre aparece. Su energía es imprescindible y contagia al grupo, pero en ocasiones le cuesta tomar decisiones correctas. Quizás sea el jugador que mejor ejemplifica la (bendita) locura de este equipo.

Draper, Darden y Slaughter: secundarios de lujo

Si a los protagonistas principales de la película les ha faltado un poco de solidez, los secundarios se han comido la pantalla durante la serie final. De las cualidades de Slaughter ya habíamos tenido noticias durante toda la temporada. Llegó entre dudas para sustituir a Tomic y se ha convertido en esencial en los momentos clave. Su hiperactividad en el vértice superior del ya famoso pentágono zonal de Laso (se ha llegado a denominar “zona Slaughter”), sus mates para culminar alley oops, su salto y su elasticidad compensan de sobra la falta de centímetros y una muñeca más rígida de la cuenta en el tiro a canasta.

Lo de Darden sí ha sido una sorpresa. Llegó como sustituto del lesionado Pocius y se ha comido a un cada vez más apocado Carlos Suárez. Buena defensa, penetraciones imparables y un tiro exterior más que aceptable han sido las credenciales que le han de garantizar la continuidad el año que viene. Draper, por su parte, es el complemento perfecto a Llull y Sergio. Juega poco, pero siempre suma. Un robo de balón por aquí, una asistencia por allá, una bandeja por acullá. Su labor silenciosa y tranquila le ha venido fenomenal a este equipo tan dado al descontrol.

Pablo Laso, el director

Escepticismo es la palabra que mejor define la reacción del mundillo del baloncesto cuando Pablo Laso fue elegido para dirigir al Madrid hace dos años. Era un entrenador joven, sin palmarés, lejos del nombre de los Maljkovic, Obradovic o el mismo Messina, que acababa de pasar por el club blanco con más pena que gloria. El balance tras el primer año fue bueno: Copa del Rey, final ACB y un juego alegre que conectaba con la grada. En el segundo año había que pedirle algo más y lo logró.

Empezó la final muy rígido, con poca cintura en la rotación y a la hora de cortar las rachas del Barça con tiempos muertos, pero ha ido corrigiendo sobre la marcha, dinamizando la rotación para aprovechar los momentos de forma de determinados jugadores. El creciente protagonismo de Darden es el ejemplo más claro. En el último partido intentó resucitar a Carroll poniéndolo en el quinteto titular, quizás imitando a Popovich con Ginóbili en el quinto partido de la final NBA. Aunque los resultados no fueron tan brillantes, Carroll realizó el mejor partido de la serie.

Con sus errores y aciertos, el proyecto de Laso ilusiona y es una bendición para un baloncesto necesitado de enganchar a gente. Así lo cree el Palacio, que vibra como hacía mucho tiempo. El año que viene, más.

Fotos | acb.com
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Comentarios

  1. Comentario by Natxo Sobrado - junio 21, 2013 09:45 am

    Enorme, Javi. Vuelta a la victoria con dos nombres tan criticados como Felipe Reyes y Laso. Así sabe mejor y así muchos ven cómo están mejor callados.

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