Sebastian Vettel, el tricampeón marca Hacendado
Una de las mentiras más extendidas en la Fórmula 1 es “si un piloto es campeón… es porque se lo merece“. Afortunadamente, como réplica, tenemos una ranchera tan inmortal como incuestionable que dice “No hay que llegar el primero/ Sino que hay que saber llegar”. Y si hay un piloto que, tres campeonatos del mundo después, ha demostrado ser un experto en “no saber llegar” ése es Sebastian Vettel.
La historia de la F1 está llena de mundiales que, en la memoria de los aficionados, bien no existen, bien solo incitan al choteo. Son aquellos títulos que, en Inglaterra, llamarían “low cost” y que, en España, deberíamos denominar “Campeonato marca Hacendado“. Varios pilotos tienen uno en su haber, pero la proeza de haber logrado TRES mundiales Hacendado es lo que hace que pararse un momento en ese chico alemán apodado Frigodedo merezca realmente la pena.
Mundial Hacendado tipo 1: el cochazo y el eunuco
A finales del mundial 2012, en uno de sus troleos más celebrados, Fernando Alonso jugó con alegría la guerra psicológica de ningunear las habilidades de Vettel al volante y darle todo el mérito a su ingeniero aerodinámico. La frase, ya para el recuerdo, fue “luchamos contra Adrian Newey”. En honor a la verdad, no hay nada malo en tener un buen coche. Después de todo, hay mucha lógica en el hecho de que, en la F1, gane el mejor monoplaza y no el mejor piloto. Al fin y al cabo, nos sentamos delante de la tele para ver “carreras de coches”. Si quisiésemos “carreras de pilotos” veríamos los mundiales de atletismo.
El auténtico problema de tener un coche dominador es que, si no tienes un excelente compañero de equipo, tus mundiales están condenados a tener el logo de ‘Hacendado’ estampado en negrita. Así, si el mítico McLaren Honda del 88-89 y los duelos Senna-Prost (con el resto de la parrilla como meros comparsas) nunca morirá en la memoria del aficionado… ¿puede decir lo mismo, por ejemplo, el mundial de Damon Hill en el 96? Sí, aquel mundial del que lo único que se recuerda fueron las milagrosas victorias de Schumacher con un Ferrari cochambroso. Y es que a nadie le gustan los desfiles militares cuando tu compañero de equipo hace honor a la frase de la película ‘Golfus de Roma’: “serás un eunuco toda tu vida”. La doma y castración a la que la cúpula del equipo Red Bull, con Helmut Marko a la cabeza, ha sometido a Mark Webber desde el 2010 no ha hecho nada por dotar de mística a los títulos de Frigodedo. Especialmente al aburrido 2011, sin duda alguna el mundial más rápidamente olvidado de la historia de la F1.
Mundial Hacendado tipo 2: el mundial “mierder”
Esta segunda variante, derivada del tipo anterior, consiste en tener un cochazo pero, de alguna manera, terminar ganando el mundial de forma agónica por tu propia incompetencia. Un mundial canónico de este tipo fue el de Jacques Villeneuve en 1997. Cuando, en la última carrera, tras haber sido objeto de una sucia maniobra por parte de Schumi, logró sobrevivir al impacto para proclamarse campeón por los pelos, el ingeniero jefe de Williams, Patrick Head, le regaló una efusiva felicitación que ya es historia de la F1: “Tenías que haber ganado el maldito título MUCHO antes”.
El primer título de Vettel es un magnífico ejemplo de este tipo de Mundial Hacendado. Con un cochazo dominador tuvieron que poner mil velas a la virgen de Linarejos para que una desconexión neuronal de Ferrari les pusiese el mundial 2010 en bandeja. Y ese dramatismo de Ferrari es lo que ha pasado de ese campeonato a la historia: si alguien encuentra una web en todo Internet que hable de la “épica de Vettel en el 2010″ es que la habrá hackeado Helmut Marko.
Mundial Hacendado tipo 3: “papá, cómprame el mundial, porfa…”
Hay quien compara la F1 con los saltos de trampolín sincronizados: competiciones aburridas con reglas complejas en las que se decide toda gracias a jueces corruptos. Yo añadiría: ¡y en la que lo más divertido es ver a sus participantes hacerse un daño severo! La cuestión es… ¿está mal la corrupción y el politiqueo en la F1? Y mi respuesta es inequívoca: NO, siempre que se haga con gracia, salero y favorezca la ACCIÓN.
Por ejemplo, en el 2006 Fernando Alonso – con un descafeinado Fisichella como compañero – se encaminaba a un aburrido mundial marca Hacendado tipo 1 cuando, gracias a la corrupción de la FIA, vio cómo comenzaban a prohibirse todas las especificaciones (diseño de los neumáticos Michelin y sistema ‘mass damper’) que hacían imbatible a su Renault. De pronto, el mundial se convirtió en un memorable duelo Alonso-Schumacher lleno de insultos y escándalos que sólo podía terminar bien (o el Kaiser se iba por la puerta enorme con su octavo título o Alonso triunfaba de forma numantinamente espectacular). El problema con Vettel es que, si bien ha movido los resortes de la corrupción, lo ha hecho de la forma menos estética, desvergonzada y espectacular posible. En vez de ejercer el politiqueo como un hombre de verdad – tipo Alain Prost corriendo al despacho del jefazo Jean-Marie Balestre justo después de un accidente – Vettel opta por la repulsiva técnica Hamiltoniana de dejar que otro te haga el trabajo sucio mientras tú pones cara de no enterarte de nada. Y está claro que las diatribas de Helmut Marko contra la FIA, Webber o Pirelli, para lograr que su niño no sufra la dureza de la vida, no logran seducir al espectador de la misma forma la que los politiqueos de Alain Prost, Niki Lauda o Enzo Ferrari. Qué se le va a hacer…
Mundial Hacendado tipo 4: el carisma de una alcachofa
Hay una forma de ganar un mundial de los descritos en el tipo 1 o 2 y, a pesar de todo, conseguir que NO se considere marca Hacendado. Esa forma es algo tan fácil y difícil como… …tener carisma. Existen muchísimos mundiales de este tipo. Por ejemplo, el monólogo de Nigel Mansell en el 92 fue tolerado porque “después de tantos años al servicio del drama – varios mundiales perdidos en el último suspiro – la risa – ser capaz de lo sobrehumano y lo ridículo en la misma vuelta – y el bigotón… ¡aquí tienes un título Hacendado como recompensa!”. Y a todos nos pareció MUY bien. Igualmente, el mundial de Prost en el 93 fue un desagravio a los dos títulos que debió haber ganado con Renault – escudería de la que se rumorea que le echaron por acostarse con la mujer del jefe – y el de Hunt en el 76 fue un apoyo al “desde el golferío más absoluto, alcoholizado y drogainómano, también se debería poder ganar un título mundial, aunque sea en uno de los GP más polémicos de la historia”.
¿Y qué decir del título de Button en el 2009? Que no sólo se justifica con los mismos parámetros de oda al erotismo festivo de Hunt sino que, también, hay que aplaudir la pillería de su escudería con un invento semi-ilegal… ¡Heredado del equipo más cutrongo de la parrilla que acababa de desaparecer aquel año! Ahora piensen en Sebastian Vettel y pregúntense… ¿Qué ha hecho este muchacho, con el carisma de una alcachofa, para hacernos aplaudir tímidamente alguno de sus tres campeonatos? ¿Tener un ‘signature move’ como levantar el dedo cada vez que gana? Lo siento, pero formo parte de una generación que creció con el ‘Un, dos, tres’ de Mayra Gómez Kemp. Lo cual es lo mismo que decir que, a un latiguillo, le exijo que tenga el nivel de “¡No, hija, no!”, “Veintidó, veintidó, veintidó”, “Piticlín, piticlín” y, por supuesto, el “¿Por qué seráaaaaa?” de la Bombi mientras apretaba su escote.
Y lo del dedito no se acerca a eso siquiera remotamente. Ni sus “récords de precocidad” (lo siento, pero con Alonso y Hamilton pocos años antes, lo de ser “precoz” ya ha dejado de ser una novedad). Y, desde luego, tampoco le dará ningún carisma el decir que admira a James Hunt sin ser capaz de, simultáneamente, regalarnos shows sexuales como los del mito inglés. Venga, Sebastian… ¿Te atreves a acostarte con una reportera para que haga un reportaje sobre tu técnica sexual? ¿Te atreves a llegar tajado y de empalme a la Q1? Pues entonces deja de citar a Hunt en vano y aprende de Kimi, que SÍ que dice admirar a Hunt y predica con el ejemplo. Y todo esto nos lleva al punto definitivo…
¿Cómo pretende Sebastian Vettel pasar a la historia?
Se dice que da igual todo lo que hayas hecho en tu vida: al final, se te recordará por una anécdota. Ya sea “he venido a hablar de mi libro”, “¡A la mierda!” o “Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a pasar”. ¡Anda, si acabo de citar a Vettel sin darme cuenta! Sí, cuando lo de su victoria en Malasia desobedeciendo órdenes de equipo. Cuando parecía que, por fin, Vettel podría mostrar la mínima hombría de hacer algo controvertido por sí mismo humillando a Webber sin piedad… Cuando parecía que podía basar su carisma en mostrarse como un depredador al que no le importa perder todos los “concursos de popularidad”… ¡Va el tío y hace una “disculpa” tan incomprensible que hasta un consejo de ministros tuvo que reunirse para entender cómo Vettel “no quería hacerlo” pero peleó la posición durante cinco vueltas!
Me resulta muy difícil imaginarme un momento en el que Vettel se pueda redimir de su sostenida falta de carisma, de su incapacidad para no sólo llegar el primero, sino también “saber llegar”, de su total dependencia de cochazos que tendrán un lugar más destacado en la historia de la F1 que sus no particularmente espectaculares dotes para gestionar una carrera… Sí, he escrito esa última frase: tres títulos mundiales después, Vettel ha demostrado bien poca capacidad para lograr victorias que no sean destacarse desde la pole position. Y que nadie me hable de la “remontada” en Abu Dhabi: si se descuentan los equipos del ‘bottom six’ (cuatro segundos más lentos por vuelta que la cabeza), y los Toro Rosso (obligados por Helmut Marko a dejar pasar a Vettel sin oponer resistencia) Sebastian sólo hizo cuatro adelantamientos en pista: dos a Bruno Senna – uno de ellos casi termina en accidente – uno por los pelos a Grosjean y otro a Button. El resto, fue el milagro de un safety car que salió DOS veces – en un circuito en el que nunca sale – y justo en el momento preciso. Toda una hazaña, desde luego.
Eso, por no hablar de lo mal que gestiona el estar bajo presión: en el GP de Brasil del 2012, aún teniendo 13 puntos de ventaja sobre Alonso, hizo unas primeras curvas TAN horrorosas que a punto estuvo de no terminar la carrera por colisión – culpa suya – con Bruno Senna. No me extraña que, a la unanimidad mundial, que considera a Alonso el auténtico campeón de aquel año, se unan cada vez más voces. Así que, salvo que se dé el improbable caso de que Vettel se dedique a provocarnos cortocircuitos neuronales haciendo cosas como andar por los circuitos imitando a Ramón el de Pitis, mi sospecha es que Sebastian busca acrecentar su leyenda de “el mayor coleccionista de títulos Hacendado de la historia”. 2013, con su reciente polémica sobre los neumáticos Pirelli, puede ser una buena oportunidad de lograr a cuarto título en los despachos de la FIA. Quién sabe, tal vez cuando supere a Schumi a golpe de ocho títulos “mierder” consecutivos, nos terminaremos dando cuenta de que haber hecho tanto dejando tan poca huella en la F1 es algo que sólo está al alcance de unos pocos escogidos. O tal vez sólo al alcance de Sebastian Vettel.
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