‘Parque jurásico’, el film que convenció a Kubrick, ahora en 3D
En 1993 se estrenó en todo el mundo ‘Parque jurásico’ (‘Jurassic Park’, Steven Spielberg), que hoy mismo he revisado por tercera vez. Partiendo de avances técnicos instaurados por James Cameron en su exitosa, y sobrevalorada —y aviso a los que se rasgan las vestiduras y no tienen un diccionario en sus estanterías, que este término no es un sinónimo de malo—, ‘Terminator 2: El juicio final’ (‘Terminator 2: Judgment Day’, 1991), Spielberg dejó con la boca abierta al mostrarnos dinosaurios que parecían estar vivitos y coleando. Aún hoy, veinte años después, los efectos visuales del film siguen maravillando. Y cómo no, esa excusa para cobrar más dinero por una entrada, y a la que llaman 3D, servirá para estrenar de nuevo la película el próximo verano.
Tal vez fue eso lo que convenció al mismísimo Stanley Kubrick de que Spielberg era el director adecuado para dirigir su tan ansiado proyecto titulado ‘A.I.’, como sabéis, la historia de un niño robot que quería ser humano, y sobre el cual ambos realizadores mantuvieron largas conversaciones telefónicas discutiendo distintos aspectos del mismo. La osadía llevada a buen puerto por parte de Spielberg de superar visualmente cualquier película sobre dinosaurios vista antes —contando el mítico film de 1933 sobre King Kong o las maravillas de Ray Harryhaussen— unida a la enorme capacidad de aunar lo comercial con lo artístico, hicieron que Kubrick cayera de la burra.
Aunque no estamos hablando de uno de los mejores trabajos de Spielberg —dentro de su filmografía es de los peores, con muchos elementos que sobrepasan lo ridículo—, y dejando a un lado alguna que otra set piece estupenda —el ataque del Rex o la secuencia de la cocina—, lo cierto es que lo visto en pantalla en deslumbrante, y el gran acierto del director es no mostrar a los dinosaurios como monstruos maléficos, sino como animales que hacen lo que hacen por su naturaleza. La animación, mezcla de animatronics y efectos digitales, hace el resto; John Williams nos pone los pelos como escarpias, mientras el fuera de campo y unas aves nos enseñan que la vida siempre se abre camino por encima de controles de cualquier tipo. El mayor milagro de todos.
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