Celebremos el frío con un clásico que nunca envejece, ‘Doctor en Alaska’
Cojamos una taza de sopita calentita, tapémonos con la batamanta –que mucho cachondeo pero como abriga la cabrona- y acompañemos este frío polar que ha empezado a bajar los termómetros con un viaje a Cicely, ese peculiar y encantador pueblo televisivo al que se muda Joel Fleischmann, un médico neoyorkino judío que se ve obligado a trabajar en la consulta de este pueblo perdido de Alaska. Las desventuras del doctor Fleischmann acabaron emitiéndose en España a horas intempestivas en La 2; una de mis primeras anécdotas seriéfilas deriva de esto, cuando yo en mi tierna pre-adolescencia me iba a la cama después de ‘Vivir con Mr. Cooper’, ‘Infelices para siempre’ o la sitcom post-cena del momento en TVE2. Horas más tarde, a la 1 de la madrugada, mi padre subía el volumen de la inolvidable canción que acompañaba a la intro de la serie para despertarme. Y yo corría al salón para no perderme ni uno sólo de los programas de Chris, de los accidentes de los novios de Maggie, de las películas de Ed o de los monosílabos de Marilyn.
A pesar de los pantalones por encima de la cintura, los peinados noventeros y la imagen en 4:3, ‘Doctor en Alaska’ (Northern Exposure) aguanta el paso del tiempo gracias a su colección de personajes tan originales, inolvidables y divertidos. Pocas serán tan imperecederas como ésta, una dramedia de gran corazón que consiguió dominar ese equilibrio tan buscado por las cadenas hoy en día entre las historietas conclusivas de cada episodio y una serialidad basada en las relaciones entre personajes, evitando acabar derivando demasiado en el culebrón.
Para culebrón, el de detrás de las cámaras. John Falsey y Joshua Brand (que hace poco volvió a escribir para televisión en ‘The Americans’ tras pasar años sin hacer nada) crearon una dinámica excéntrica y cómica para la serie, tono que se perdería con la llegada de David Chase (el de ‘Los Soprano’, sí) y acabaría en la marcha de Rob Morrow y -como no hay Doctor en Alaska sin doctor- en la cancelación de una moribunda serie.
Con todo, sus tres primeras temporadas son televisión de calidad imprescindible; una serie para pasar grandes ratos disfrutando de unos guiones excelentes en una serie con un gran corazón que nunca nadie bajará del ranking de las mejores de la historia. He dicho.
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