Experiencias míticas

Ryan Reynolds, definitivamente quizás

Hace unos meses dedicábamos un post a uno de los hombres que, en los años 70, revolucionó Hollywood. Lo hizo en los despachos, frente o detrás de las cámaras y, muchísimas veces, encima de una cama. Ese hombre era (es) Warren Beatty, entonces un don juan que supo librarse del difícil sanbenito de galán sin sesos –el equivalente masculino a la rubia tonta que, por ejemplo, Brad Pitt ha tardado 20 años en sacarse de encima– para demostrar que sí, que tendría un cuerpo para el pecado pero también una mente para el negocio del cine.

Me pregunto si, dentro de 20 años, diremos lo mismo de otro de los guapitos oficiales del cine de hoy, Ryan Reynolds: uno de esos cuerpos perfectos, sonrisa Profiden y personalidad difusa que acumula blockbusters fallidos y colecciona rubias. Aunque, a diferencia de otro gran connoisseur de blondas, Alfred Hitchcock claro, Ryan no las persigue y atormenta, él sólo se casa con ellas. Y no sé qué es peor.

Ryan Reynolds junto a su ya entonces ex esposa Scarlett Johansson.

La primera señora de Reynolds fue Scarlett Johansson, parienta de Ryan entre 2008 y 2011. ¿La última? Blake Lively, la niña pija de ‘Gossip Girl’, con la que acaba de casarse justo antes de que la tengamos en nuestras pantallas como salvaje vértice del último triángulo de Oliver Stone (junto a otros dos aspirantes a sosos de la década como son Taylor Kitsch y, menos, Aaron Johnson). A la Lively le toca ahora eso de en la salud y en la enfermedad, o traducido en términos hollywoodienses, los éxitos y los gatillazos. Y de eso ya sabe la rubia, co-sufridora junto a su flamante marido de un proyecto de super-franquicia que se quedó en nada: ‘Linterna verde’. El flechazo parece que es lo único positivo que surgió de… esto:

Puede que revolucionar nada, a estas alturas del juego, sea pedir imposibles y que todo sea cosa de la envidia. Verde, claro. Este Ryan no será Gosling pero el chico triunfa como un rey… nolds. Y si el chiste no ha provocado que aparquéis la lectura sine die, revisad conmigo el currículum de conquistas de nuestro hombre: fue novio de Rachael Leigh Cook, morenaza a la que la se adora en esta casa desde que se pusiera coleta y orejas de gata en ‘Josie y las melódicas’ y a la que siguió rollo stalker hasta Londres cuando era un don nadie; se prometió con Alanis Morrissette –otra morena, ¿no es irónico?– y tuvo líos con Sandra Bullock y, ahora sí, con rubias como la modelo alemana Agnes Fischer o Charlize Theron. Más que verde, Reynolds se ha puesto morado.

Rachael Leigh Cook, Alanis Morrissette, Agnes Fischer, Sandra Bullock y Charlize Theron.

Muy bien. La faceta seductora de Reynolds aprueba con nota pero… Hay algo más detrás de esa fachada lustrosa, ¿no? Pues definitivamente, quizás. Yo me quedo con el actor que no sale en las grandes producciones, el que se mueve como pez en el agua en comedias gamberras (‘Van Wilder’), indies (‘Paper Man’) o románticas con giro (‘Definitivamente, quizás’, lo habéis adivinado). Como él hay muchos, diréis. Pues sí, pero es que Reynolds también saca punta a los thrillers pasados de vueltas en los que muere hasta el apuntador (‘Smokin’ Aces’) o se atreve a desafiar miedos –sufre claustrofobia– y encerrarse en un ataúd, durante 17 días en Barcelona, para protagonizar para un director gallego una película como ‘Buried (Enterrado)’, en la que eso de estar solo es mejor que estar mal acompañado es llevado a otro nivel… Será el eslabón débil del spin-off de Lobezno, el hombro sobre el que llora la Bullock (y viceversa) y Wesley Snipes le puede dar un par de lecciones actioners pero a Reynolds le van los riesgos... En pantalla, al menos: en la vida real le dió por hacer puenting estando de vacaciones en Zurich y se pegó tal costalazo que se rompió una vértebra. Acción la justa. Y frente a una cámara, por favor. 

Y llegamos al momento confesión. Ryan Reynolds es uno de mis guilty pleasures de uno de mis placeres más confesables de los últimos años: ‘Adventureland’, un ejercicio nostálgico sublime en el que este cachas interpreta a un digno sucesor del chico de la moto de Mickey Rourke en ‘La ley de la calle’. Un espejo roto, un héroe con los pies de barro, un tipo que tocó con Lou Reed pero que, ahora, se dedica a seducir teens crepusculares en un caduco parque de atracciones poblado por el cast del SNL y con vecinos de ‘Freaks & Geeks’. Definitivamente aquí sí me creo a Reynolds, un Ryan de liga menor pero que, quizás, tiene más ases escondidos que las rúbias con las que se casa.

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Comentarios

  1. Comentario by Los hombres que no supieron amar a Ava Gardner - septiembre 16, 2012 08:01 am

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