Experiencias inolvidables

Destino Botswana: sin matar ni una sola hormiga

Mientras la mayoría de los mortales elige como destino turístico para su luna de miel entornos paradisíacos con playas de ensueño y sobre todo relax, mucho relax, mi mujer y yo nos desenfundamos los trajes de novios y con la mochila al hombro decidimos vivir nuestros primeros días de casados disfrutando de una de las experiencias más increíbles y memorables de nuestra vida en común.

Namibia, Botswana y Zimbabwe en el año 2003 aún no eran destinos muy solicitados por la mayoría de viajeros, pero disponían ya de la infraestructura necesaria para moverse con relativa facilidad por los lugares de interés, siempre acompañados por supuesto por personal autóctono.

Jorge Díaz, es creativo publicitario y compagina su profesión escribiendo en varios blogs de Weblogs SL, siendo coordinador y editor de Compradicción y editor de Hipersónica y eBayers. Sus dos grandes pasiones son la música y los viajes, ha recorrido los cinco continentes buscando gentes, costumbres y culturas más que bonitas fotos de postal. Puedes seguirlo en Twitter en @koalalala

Las cataratas Victoria en Zimbabwe, la visita a las pinturas rupestres bosquimanas de Tsodillo Hills, navegar por los ríos Zambeze o Chobe…tantos momentos inolvidables y tan pocas líneas para describirlos. Pero si hay alguna experiencia que se mantiene aún viva en nuestra memoria y que recuerdo con especial cariño fue la convivencia con los diferentes animales en un entorno completamente salvaje, sin barreras.

¿Admitís persona como animal salvaje?

Okavango

Lejos de los resorts de lujo que frecuentan determinadas personalidades, nuestro principal objetivo era disfrutar de la compañía de animales salvajes, respetando su hábitat natural, observándoles de cerca pero tratando de no entrometernos en su rutina diaria.

Para ello, viajábamos con lo imprescindible y montábamos campamentos muy básicos y discretos desde los que organizábamos expediciones a pie, en coche o en mocoro, una canoa tradicional con la que navegábamos por el río.

La verdad que hasta encontrarnos allí, desconocíamos que Botswana albergaba algunos de los mejores parques y reservas naturales del sur de África. Moremi, Savuti, Chobe…pero el Delta del Okavango, el delta interior más grande del mundo, nos dejó sin aliento. Tal vez porque nuestro primer contacto visual con el Okavango se produjo en el interior de una avioneta, con capacidad para el piloto y los dos viajeros, a unos cuantos metros del suelo.

Cuando el piloto nos preguntó si queríamos adentrarnos en el delta a ras del suelo o con cierta altura para evitar los mareos, no tuvimos ninguna duda a pesar de que nuestro cuerpo nos pedía lo contrario. Las nauseas y el vértigo no impidieron que disfrutáramos del avistamiento de jirafas, cebras, elefantes…en fin, imaginaros toda la fauna de la sabana africana en una superficie inmensa con el agua serpenteando en su interior y saciando la sed de miles de animales. Y pensar que íbamos a convivir unos días ahí abajo con ellos.

Tras el aterrizaje, un largo recorrido en mocoro desplazando a su paso las diferentes plantas acuáticas y en completo silencio porque no había nada más importante que impregnarse de imágenes y sonidos del entorno.

¿Qué es ese ruido? Dime que no es un león

Si alguno o alguna habéis acampado alguna vez en un entorno salvaje sin vallas y sin ningún tipo de retención, comprenderéis cómo me siento al recordar la escena. Ser consciente de que en cualquier momento podían visitarnos leones, elefantes, hienas, búfalos…te mantiene en un estado de excitación constante que se acentúa a la noche con los sonidos de los hipopótamos o las sombras a través de la lona de la tienda de campaña. Aquí las imprudencias se pagan caras, no en vano una turista falleció atacada por leonas en el mismo tipo de viaje unos meses después tras bajarse del 4×4 en mitad de un safari.

Las normas eran claras: no separarse del grupo ni siquiera para “ir al baño”, tarea complicada porque no disponíamos de un lugar reservado para tal efecto. No dejar nada fuera de la tienda de campaña, en la que había que permanecer encerrado toda la noche, sin excepciones, ya que nuestra mejor protección era la indiferencia de los animales ante un montículo inerte que para ellos era lo mismo que un árbol o una piedra. Estas indicaciones y algunas en relación a cómo actuar frente al ataque o contacto con los distintos animales eran nuestra única defensa.

Bufalos

A cambio poder observar a los hipopótamos en su baño matutino, ver cazar a un guepardo y cómo una hiena le roba la pieza, manadas gigantescas de búfalos, desfiles elegantes de jirafas, crías de elefantes protegidas por la manada, leonas reposando tras un atracón a dos metros de distancia de tu vehículo…algo así como experimentar un documental de la 2 en primera persona.

Ahora más que nunca no comprendo a aquellos que pagan por destruir parte de este paraíso, ni a quienes se lucran vendiendo un pedazo de África sin respetar tan siquiera a sus legítimos dueños.

En 1001 Experiencias | Con los Diola en la Casamance, Senegal: un paraíso para perderse
En 1001 Experiencias | Trekking por la selva en Tailandia: ¿eso que sube por mis piernas son sanguijuelas?

Comentarios

  1. Comentario by alojamiento rural rioja - julio 04, 2013 05:20 pm

    Destino Botswana: sin matar ni una sola hormiga , es adictivo, desde que os recibo no puedo parar de mirar todas vuestras sugerencias y me alegra cuando recibo uno más, sois lo mejor en español, me encata vuestra presentación y el curre que hay detrás. Un beso y abrazo,GRACIAS POR VUESTRO TRABAJO, nos alegrais la vida.

    Responder