‘Friends’ no es una cuestión mú
Joey: Es una cuestión mú
Rachel: ¿Una cuestión mú?
Joey: Sí. Como la opinión de una vaca. No le importa a nadie. Es mú.
Acción de Gracias, una de esas fiestas yanquis con la que nos hemos familiarizado gracias a Hollywood. ‘Friends’ fue uno de los primeros productos de entretenimiento que me pusieron en contacto con esta celebración y uno que se ha caracterizado por sus episodios especiales anuales en torno a ese día tan señalado, lo que convierte hoy en el día perfecto para dar las gracias por una serie que sigue siendo de las mejores y más populares comedias de la historia. Visto desde la perspectiva crítica de hoy, esos dos adjetivos parecerían incompatibles; que algo sea masivo o accesible es para demasiados antónimo de calidad. ‘Friends’ sigue teniendo uno de los episodios más vistos de la historia, sigue siendo uno de los títulos más reconocibles a nivel mundial y sigue marcando la televisión que se hace diez años después de que dijese adiós; y todo ello sería imposible si detrás de esa apariencia facilona que le da la popularidad y la accesibilidad no hubiese una gran serie.
Los guiones de ‘Friends’ eran, como diría Chandler, la perfección. Tardó muy poco en definir a sus seis protagonistas; seis personajes considerablemente distintos entre sí pero con una dinámica fabulosa. Seis formas distintas de enfrentarse a todas las situaciones posibles que estaban por venir, seis personas con multitud de detalles para conectar con la audiencia. Una vez que esa química envidiable estaba en marcha, sólo había que poner las tramas a rodar, y en ‘Friends’ funcionaban como un reloj. Una trama principal, una secundaria y un running gag estructuraban cada episodio, que aprovechaba las posibilidades que ofrecía el juntar a dos o tres de sus personajes frente a cualquier situación. Los guiones de la serie encontraron además un equilibrio entre el chiste y el drama. Al final del día ‘Friends’ era una historia de seis jóvenes intentando descubrir qué quieren de sus vidas, fracasando mayormente en ellas pero descubriendo juntos las alegrías y las decepciones de madurar, ciñéndose mayormente a problemas universales y altamente identificables.
‘Friends’ era blanca, sí. Su humor no era demasiado rebuscado y poco gamberro (Chandler iba a veces por esa línea con su ironía) y no abusaba de la comedia referencial (una característica muy afianzada en la sitcom de hoy). El día a día de Mónica, Phoebe, Joey, Chandler, Rachel y el infravalorado Ross era inverosímil (esos pisos, ese horario laboral…) pero conectaba con la audiencia por la globalidad de sus conflictos y emociones. Y, sí, eran condenadamente divertidos y sabían aprovechar la complicidad que da la comedia más endogámica, esa que es más referencial para consigo misma que hacia el exterior.
La comedia es considerada un género menor, como si escribir diálogos divertidos y frescos fuese la tarea más sencilla del mundo; como si aguantar diez temporadas con los mismos personajes fuese pan comido. Diez temporadas de risas, de momentos memorables y de grandes y brillantes episodios donde el ritmo del gag es imparable, algo que no es que consiga cualquiera -y se ha demostrado con la irregularidad de títulos herederos de los amigos del Central Perk, como ‘Como conocí a vuestra madre’ o ‘Happy endings’. También el tono es muy característico y es que hay mucho margen para excederse en algún lado de la balanza entre que los personajes nunca pierdan ese punto de verdad sin importar lo excéntricos o bobalicones que podían ser a veces. Por seguir con los ejemplos previos, ‘Como conocí a vuestra madre’ con frecuencia se pierde en lo bobalicón y a ‘Happy endings’ se le fue de las manos el humor absurdo y acabó abandonándose a él.
Diez temporadas y nunca dejó de crecer. Sus últimas dos temporadas tienen alguno de los episodios más inspirados de la serie; los guionistas no sólo supieron hacerse con las posibilidades que les brindaba el elenco de aprovechar la vis cómica de cada uno sino también con el margen de evolución que cada uno permitía. Rachel (Jennifer Aniston) es probablemente el mejor y mayor ejemplo, un personaje que arrancó basando su comedia en situaciones de niña bien convertida en pobre con gags bastante blanquitos y fue evolucionando tanto como persona como en la comedia, tirando más de un humor sarcástico que jamás se habría adivinado en un principio.
En definitiva, una serie que ha marcado más de una época; que marcó una generación de jóvenes en su momento, que trascendió más allá de la pequeña pantalla (con esos peinados de Rachel, por ejemplo) y que sigue siendo una de las series más recordadas de la historia y una de las últimas en amasar datos de audiencia estratosféricos. ‘Friends’ mola.
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