Seductor, aventurero, elegante, juerguista, vividor, camorrero, fanfarrón, mujeriego, borracho, politoxicómano, melómano a su manera, auxiliador de la República española, simpatizante del fascismo, espía nazi, revolucionario seguidor de Fidel Castro… parece que con Errol Flynn no hay riesgo de error: cualquier etiqueta que uno le quiera colgar, encaja. Pero una por encima de todas: golfo. Y es que Hollywood puede presumir de muchas estrellas errantes, pero ninguna como la de Errol Leslie Thomson Flynn, el diablo de Tasmania. No por nada Jack Warner –sí, el temible hermano mayor de los Warner, el de No la quiero buena, la quiero para el martes–, decía de él Ya conocéis a Flynn, si no está en una pelea, está en la cama con alguna chica.

Por etiquetas que no quede. Incluso la de actor. Y de los buenos. Flynn fue el perfecto galán, el paladínde las causas perdidas… Y su vida estuvo llena de contradicciones. Vaya, la suya y la de los que le rodeaban. El mismo Jack Warner, ecuando le perdió para sus producciones, no dudaba en contar a quién le escuchara cómo le echaba de menos… Era el compendio de todos los héroes: magnífico, sexy, toda una bestia. Ojalá encontrara hoy a alguien que fuese solo la mitad de bueno que él. 

Fue el mismo Warner el que le dio la alternativa, a los 26 años, en ‘El Capitán Blood’… Sí, exacto, cinéfilos educados en las salas y videclubes de los 80: es la película que Sloth mira una y otra vez en ‘Los Goonies’. Esta:

Lili Damita con Errol Flynn en el set de 'Las aventuras de Robin Hood'

Y eso que Flynn era un don nadie, bueno, si a caso el marido de una de las actrices más bellas de Hollywood, Lili Damita, pero tenía un magnetismo que enganchaba –no diremos nada aquí del rol que jugaron dos de las mejores amigas de Damita: las mujeres de Jack Warner y el director Michael Curtiz. No haremos caso a las malas lenguas…. esta vez–. Bien. Lo cierto es que en ‘El Capitán Blood’ topamos con una de las contradicciones que definieron la vida y carrera de Errol Flynn. Él, un mujeriego implacable, se enamoró perdida y castamente de su pareja, Olivia de Havilland. Y la cosa fue a más… Pero solo en la pantalla. Hasta ocho películas rodaron juntos: ‘La carga de la brigada ligera’, ‘Las aventuras de Robin de los Bosques’, ‘Murieron con las botas puestas’, ‘Objetivo Birmania’, ‘El príncipe y el mendigo’… Un amor que nunca se consumó.

Olivia de Havilland y Errol Flynn, un amor que murió sin que se pusieran las botas.

¿Puede alguien que no se toma en serio su trabajo triunfar en él? Evidentemente. Y Errol Flynn es uno de los mejores ejemplos. Otra paradoja: estrella a su pesar. Para Flynn el cine era el medio, no el fin. ¿Que se le prohibía beber en el set? Pues inyectaba vodka a las naranjas que comía sin cesar en los descansos. ¿Que le ofrecen un rol en una cinta de aventuras en África y otro en otra cinta en India? La cosa está clara: nunca había estado en la India. Qué más da que el rol fuera el de Alan Quatermain en ‘Las aventuras del rey Salomón’, un papel que acabaría dándole a Stewart Granger el único Oscar de su carrera. ¿La otra? ‘Lord Jim’.

Viajar y navegar eran, junto a las mujeres y la bebida, otras de las grandes pasiones de Flynn. En Mallorca aún recuerdan su paso por la isla, una escala que realizó en 1950. Flynn se acababa de casar con su tercera y última esposa, Patricia Wymore, en Montecarlo y, a bordo del Zaca, su legendario yate, se dirigían a Gibraltar para terminar su luna de miel. Un temporal le obligó a refugiarse en la bahía de Pollença. Y quedó encantado. Tanto que, hasta su muerte, ocurrida en 1959, con solo 50 años, siempre quiso rodar una película en la Tramuntana. La gente aún le recuerda comiendo pollo sin cubiertos en el Born, al que llegaba descalzo y con pantalones rotos… Mallorca e Ibiza fueron escenarios de, probablemente, la más autentica actuación de Errol Flynn, aquella en la que dejaba de ser lo que los otros esperaban para ser él mismo.

Errol Flynn y su troupe disfrutando de una noche en Ibiza.

Pero no nos pongamos poéticos. Flynn tiene mucha más miga, historias a las que volveremos pronto y en la veremos otras de sus múltiples facetas. Ahora bien, no quiero terminar este post sin tocar otra de sus virtudes: las sentencias geniales. Y es que Flynn era un bocazas de cuidado. Algunas de sus frases más lapidarias son dignas de figurar en un compendio de aforismos. Os dejo mi Top 5:

1. El whiskey me gusta viejo y las mujeres jóvenes.
2. Yo entro en un burdel con el mismo interés que en el Museo Británico
3. Es verdad que hubo cierta lucha entre mi Conciencia y Yo. Perdió mi Conciencia
4. El público espera de mí que me comporte como un playboy y un actor decente nunca defrauda a su público.
5. No es lo que dicen de ti lo que cuenta, es lo que cuchichean a tus espaldas.

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