Toma hija, cuídalo bien que este anillo era de tu tatatatatatatatatata (golpe) rabuela. Un anillo más que va al cajón. Si desaparece de él vendrán los dramas pero ahora bien, nunca se lo verás puesto porque no le gusta. ¿Y si las abuelas cediesen sus sujetadores de generación en generación? El espectáculo sería más mítico aún. Claro que pocas tienen un sujetador de 10 millones de dólares. Pocas son ángeles de Victoria’s Secret.

La tradición del marketing más bien realizado sigue su marcha. No solo hay que montar el desfile anual más hortera que al final es de los pocos que logran su espacio reservado en los telediarios para aportar la ración de cuerpos femeninos casi desnudos que pide la audiencia. También hay que ir pasando el sujetador de los diez kilos.

Usain Bolt no es nadie corriendo el relevo 4×400 metros frente a supermodelos de la talla de Adriana Lima, Miranda Kerr, Heidi Klum, Alessandra Ambrosio o las míticas Gisele Bündchen, Claudia Schiffer y Tyra Banks, entre otras tantas. Todas ellas se han ido pasando el testigo del sujetador más caro al mismo tiempo que hortera, con 4.200 piedras preciosas, oro de 18 quilates y todo tipo de rubíes o diamantes.

Abuela, ve guardando el sujetador y pégale algo de brilli brilli para futuros nietos que hay que empezar una nueva tradición.

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