Era uno de esos momentos en los que estás delante del ordenador sin saber muy bien por qué, pasando el tiempo en casa tranquilamente y sin nada especial qué hacer. De pronto, se me ocurre echar un ojo a mi muro de Facebook. Lo primero que vi fue que uno de mis grupos musicales favoritos, Florence And The Machine, anunciaba un concierto para unos pocos fans en un antiguo teatro de Londres, como presentación de su nuevo disco. Según decían, sólo había unas pocas entradas a la venta, así que accedo a la web como un rayo y desenfundo la tarjeta de crédito de la cartera más rápido que si viviera en una peli del oeste.

Soy uno de los afortunados, consigo hacerme con una entrada a cambio de 30 libras. Se trata de un evento exclusivo, al que sólo unos pocos privilegiados podrán asistir en directo, aunque quien lo desee lo podrá seguir por streaming en directo vía Internet. Yo lo veré en vivo, esas entradas son mi pase a un espectáculo único en un escenario de ensueño, muy acorde con la épica y el misterio de un grupo como este: el viejo teatro Hackney Empire, en la zona este de Londres.

En Internet se habla maravillas del Hackney Empire, edificio inaugurado en 1901 y que está catalogado como “particularmente importante y de interés especial” por las autoridades británicas. Su estructura fue modernizada por fuera, tras unas obras de reforma en el año 2001, pero por dentro conserva el toque clásico que vio actuar a grandes como Charles Chaplin. Es perfecto para Florence y los suyos.

El gusanillo por ver el concierto se va incrementando cada día que pasa, hasta que por fin llega el gran momento de subirse al metro y enfilar hacia el concierto. Un par de cambios de línea y finalmente un overground me llevan desde Elephant and Castle hasta Hackney, dejándome a escasos 500 metros del Hackney Empire. Es casi la hora y la familia de Florence, la cantante del grupo, está aún en la entrada del teatro. Saludan a la gente como si nada, la fama no va con ellos y agradecen al personal que estén allí ¿Quién me iba a decir a mi que iba a conocer a su madre?

Toca entrar, como somos pocos, no hay colas y se está muy bien. El olor a teatro con solera se puede percibir desde el primer momento. Es aún más majestuoso de como me lo había imaginado, con techos altos y balcones y palcos por todas las esquinas. Da la sensación de que está como el día que se inauguró, hace 110 años. Por él parece no haber pasado el tiempo y luce con fuerza, será que no quiere cerrar, como casi ocurre en 2009.

No puede haber un buen concierto sin una buena cerveza fría previa. En el bar, las ponen bien frescas y cae la primera rápido, mientras la gente entra y el grupo se hace de rogar. Da igual, el ambiente es magnífico. Pido otra y me acerco a mi sitio. La gente empieza a corear el nombre del grupo y, de pronto, se apagan las luces. El público entra en éxtasis, son los nervios previos a un gran espectáculo a punto de empezar. Se abre el telón.

Ahí está Florence, la cantante, con su look clásico a modo de princesa de cuento. A su alrededor, el resto del grupo. El Hackney Empire cae rendido a sus pies, mientras aplaudimos y levantamos los brazos señalando el cielo. Hasta allí nos lleva con los primeros acordes del primer tema que suena, “Only if for a night” ¡Pues que sea esta! Canta como si estuviera en un cuento y no sobre un escenario, el público la adora y ella se deja querer. Se siente especial.

Saluda con su increíble voz: “Good night London!” Cuando sonríe, contagia a todos los allí presentes. La música sigue sonando y todo encaja a la perfección. Los temas del nuevo álbum funcionan y hay una conexión total entre el grupo y nosotros, el público. Las manos se levantan en los momentos más intensos y los brazos de todos los que están en las primeras filas, siempre los más activos, parecen una ola yendo y viniendo. Todo marcha.

Mientras las canciones se suceden, la cerveza aún sigue fría, formando con este entorno una combinación perfecta. LLega el momento de cambiar de tercio y el grupo decide tocar una canción de su anterior disco, un hit. Si ya había ambiente y pensaba que aquello estaba en su punto más alto, estaba equivocado. Resulta que aún se podía subir más la emoción y la gente enloquece ¿Estará despegando el Hackney Empire? No somos muchos, apenas 1200 fans, pero suficientes para ponerlo en órbita según lo que se ve allí dentro.

No se puede aguantar más tiempo sentado, de un salto me incorporo y levanto el brazo. Todo el mundo bailando. Es una gran fiesta y el grupo lo sabe. Desde el primero hasta el último, todos se concentran en servir la mejor música para que Florence cante y actúe sobre el escenario. Primer amago de caerse de la Princesa de Londres, al tropezar con el traje. Florence Welch canta descalza, para así poder moverse como si el escenario fuera un cuento de hadas, pero no es infalible.

Se acaba el hit y Florence sigue hablándole al público y agradeciendo el apoyo incondicional. Siempre con su particular estilo, tímido, épico y rodeado de un halo de misterio. Los que estamos allí somos los más fans, se nota. Siguen presentando las canciones de su próximo disco y la gente se las sabe, aunque aún no ha salido al mercado. Manos en alto nunca faltan en los temas siguientes, ni tampoco palmas y otros gestos de éxtasis musical del público.

Miro el reloj y… ¡Veo que ya ha pasado casi una hora! Le dan vueltas y vueltas al final de una canción y salen del escenario. Momento de tensión, el típico en el que todos estamos pensando “¿Ya? ¡Ni de broma!”. La gente se queda inmóvil y quiere más. Las luces siguen tal cual, buena señal. Eso es que aún no se ha acabado, pero hay cierta tensión por si no es así ¡Ahí vuelven! Aún queda un rato más.

Arrancan la traca final y se marcan tres temas más. El escenario se viene abajo, metafóricamente, pero es que la gente sigue dando caña y moviéndose al ritmo de las canciones del grupo londinense. Todos esperan que suene en los bises el gran hit, “You’ve got the love”, pero yo soy escéptico porque presentan su nuevo disco y no encaja. No me importa, pienso, lo que estoy viendo es espectacular y es más que bueno. Tres canciones en total y cierran, otra vez con los rodeos finales e intensidad de la última canción. Esto se cae. El público grita y salta como un resorte, a la vez que aplaude rabiosamente.

La familia de Florence, situada entre el público del palco del primer piso, aplauden como los que más. La sensación de felicidad cuando uno ve un gran concierto y que suena como lo hizo este en el Hackney Empire es total. Da pena que se acabe, pero está claro que no puede durar eternamente. Ha merecido la pena, quiero volver a ver al grupo y quiero volver a este majestuoso escenario. El momento queda grabado en mi retina y en la de los demás asistentes, cada libra pagada por las entradas, está más que justificada.

Da pena bajar las escaleras del teatro y salir a la calle. Es 25 de octubre pero ¡Espera! ¡Si ya están puestas las luces de Navidad! ¡No me lo puedo creer! Da igual, es el complemento perfecto para un concierto único como el que he vivido. La sonrisa en mi cara delata que me ha gustado, aunque me queda la espina de que alguien muy especial hubiera podido vivir conmigo este momento. La próxima vez, pienso.

Imágenes | Pablo Herrero | Fin Fahey
Vídeo | Pablo Herrero