Un tipo con una camisa de cuadros, sacada de un año atemporal, convertida en un referente personal de marca, unas gafas de ver amplias igual que las entradas y su bigote. Un tipo de apariencia corriente, que vive en un limbo sin revival, él es el propio revival, pero que ha ido logrando seguir siendo uno de los fotógrafos de moda más buscados. No eres nadie sin tu foto de Terry Richardson.

Mientras otros grandes fotógrafos se esmeran en la fotografía más conceptual Terry Richardson pone delante de su cámara en su estudio de paredes blancas a los famosos del momento y hace que posen de la forma más absurda. Ellos intentan provocar a la cámara, como si estuviesen entre amigos, como si esas fotos no fuesen a salir nunca del círculo personal. Una provocación tan falsa y mala que cualquier sistema automático de la cámara en modo ráfaga podría hacer mil fotografías iguales. Claro que no estarían firmadas por Terry Richardson. Su diario online es el reflejo de quiénes están de moda y quiénes buscan estarlo a toda costa. Con o sin pechos fuera.

Si Annie Leibovitz sigue siendo uno de los referentes del aburrimiento en publicaciones consideradas la biblia de la moda, Terry Richardson es el ejemplo perfecto del cualquiera puede hacerlo mientras se cree una buena marca, unos buenos amigos y haya quien le ría las gracias. Él es su propia imagen y los famosos se pelean por posar haciendo el bobo para él. Por unos minutos las caras más conocidas de Beveryl Hills se desnudan ante una cámara de cuadros con grandes anteojos. La misma foto multiplicada hasta la extenuación pero funciona. Y si funciona, siéntate, mima la gallina y haz que los huevos salgan relucientes.

Fotos | Terry Richardson
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