Experiencias extremas

La turbulenta relación entre Henry y Anaïs

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Henry Miller (1891 – 1980) fue un novelista estadounidense tremendo: censurado por su estilo y contenido provocativo y rebelde en relación a la creación literaria de su época, sus obras influyeron notablemente en la llamada Generación Beat. Por su parte, Anaïs Nin (1903 – 1977) fue también una escritora estadounidense tremenda, nacida de padres cubano-españoles, que concibió novelas avant-garde en el estilo surrealista francés. Imaginaos lo que sucedería si ambos monstruos de la literatura y de la vida se unieran física y emocionalmente.

Pues lo que sucedió pudo haber formado parte de las obras de Miller y Nin, sin embargo fue real. En noviembre de 1931, a la edad de 28 años, Nin recibió en su casa de París a Miller, que tenía doce años más que ella. Miller enseguida conectaría con Nin, que la introduciría en el mundo bohemio de los artistas de Montparnasse. Su relación era intelectual, naturalmente, pero también sexual, sórdidamente sexual, de hecho.

El problema principal es que Miller está casado, aunque la esposa de Miller es tan atractiva que Nin queda impresionada y seducida por su belleza. Hasta el punto de que inician un perverso triángulo afectivo que culmina con el regreso de la esposa de Miller a los Estados Unidos.

following-tie-me-up-the-henry-miller-anais-nin-sexcapade-henry-and-june-1990-earned-the-first-ever-nc-17-ratingComo Nin es una bomba sexual, además de intelectual, no sólo apoyará financieramente la obra Trópico de cáncer, de Miller, que fue tildada de obscena y pornográfica, sino que se reencontrará con su padre e iniciará una relación incestuosa con él.

A causa de la guerra, tanto Nin como Miller abandonarán París y se instalarán en Nueva York, donde escribirán al alimón toda clase de relatos eróticos. Con todo, a pesar de los incentivos intelectuales y sexuales, ambos acabarán distanciándose. Miller le escribiría una carta de despedida que empieza así:

Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en la sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo inacabable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes.

Nin, sin embargo, al regresar con su marido escribiría Henry, su mujer y yo, un diario erótico en el que incluye todos los detalles escabrosos acerca de su relación con el matrimonio Miller. Tal y como Nin reconoció en una ocasión: “No tengo ninguna moralidad. Sé que la gente se horroriza, pero yo no.”

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