Ernest Hemingway (1899 – 1961) fue un escritor paradigmático en muchos aspectos. Escribía muy sencillito, casi a la manera periodística, pero ello no fue inconveniente para que ganara el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar, y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura por su obra completa. En 1937 Hemingway acordó trabajar como corresponsal de la Guerra Civil Española para la North American Newspaper Alliance. Tuvo una vida extrema en su sentido literal.

Y también era un experto empinando el codo. De hecho, Hemingway es el prototipo de escritor aficionado a la bebida de la literatura contemporánea.

Para que echéis cuentas: era capaz de consumir cada día litros de vino, ron o whisky. Aunque, según cuentan, su bebida favorita durante su estancia en Cuba fue el daiquiri, del que se podía beber hasta diez copas seguidas. Su afición al daiquiri era tal, que solía llevar consigo un termo para disfrutar de él en cualquier momento.

Al cumplir 72 años, Hemingway se dio cuenta de que ya no podía escribir más, así que se disparó con su escopeta el 2 de julio de 1961.

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