Vieja Jerusalén: mosaico de razas, cuna de la civilización
Tras una larga estancia en Tel Aviv decidimos salir al encuentro de la ciudad ícono de cualquier visita a Israel, Jerusalén, una capital que despliega contundentes pergaminos que le otorgan un estatus diferente al de la mayoría ciudades del resto del mundo. Sólo para enumerar un par de realidades a tener en cuenta: es una de las ciudades más antiguas del mundo, es considerada ciudad sagrada por tres de las mayores religiones (judaísmo, cristianismo e Islamismo), y la parte llamada Ciudad Vieja u Old Jerusalem, es Patrimonio histórico de la humanidad desde el año 1981.
Viaje por África es un proyecto ideado y puesto en marcha por dos argentinos, Pablo Zapata (32) y Julián Árenzon (28) en octubre del 2009. El objetivo propuesto fue el de atravesar el continente africano de sur a norte, de manera totalmente independiente, en transporte público, a dedo, o como fuera, para intentar realizar registros audiovisuales que sirvieran de complemento y apoyo a los relatos de las impresiones y vivencias que iríamos obteniendo durante la travesía, para luego ser reflejadas en un blog que ayude a ampliar los conocimientos de este enigmático continente. Viaje por África es un viaje independiente, que intenta ayudar a quien lo necesite, a saltar al vacío y lanzarse a rutear… un estilo de vida y la firme convicción de lo que uno se proponga, se puede lograr. Estamos en Facebook y Twitter.
El bus en el que llegamos aparcó en una de las calles laterales de la Ciudad Vieja, más precisamente enfrente de la Puerta de Damasco, algo así como una entrada mágica al pasado, que con el simple hecho de atravesarla nos sumergió dentro de una densa acumulación histórica, una ecléctica mezcla de culturas y una imponente atmósfera religiosa. Todo ello interaccionando en medio de un profundo y consolidado comercio turístico, soldados futuristas con armas grandes en la mano y una exquisita arquitectura acompañada por cambalache y mercados sin igual. Durante los primeros pasos lo único que pudimos hacer fue disfrutar de un intenso estado de perfecta estupefacción.
Una vez que logramos ambientarnos, salir de la cámara lenta y centrarnos en la realidad, sólo restó ponernos cómodos para disfrutar y analizar la infinita cantidad de información que condensan sus minúsculos callejones retratos de novelas del Medievo, captar olores e intuir sabores que aisladamente llegaban de otros lugares del mundo y tratar de orientarnos en un laberinto eterno que en cada esquina nos deparaba una sorpresa distinta. Entre gritos en por lo menos tres idiomas y peregrinaciones anárquicas por todo tipo de concepto, empezamos a adentrarnos en los hechos más definitorios de la mística ciudad.
Distribución espacial y barrios
Sólo para comenzar una descripción un poco más tangible, tenemos que decir que la ciudad se divide principalmente en cuatro cuartos o barrios bien marcados, de los cuales el más grande es el cuarto musulmán, seguido por el cuarto cristiano, el judío, y por último el armenio. Cada uno de ellos alberga eventos únicos desde el punto de vista histórico y sitios emblemáticos de cada una de las religiones nombradas. El clima que se respira huele a una convivencia obligada, a atmósfera tensa a punto de estallar. Muchas caras apretadas que se encuentran camufladas entre mucha oferta hotelera y suvenires.
Crucecita va, crucecita viene, quipas por doquier y mucho Corán recitado y cantado por altoparlante, te van introduciendo a los eventos más importantes de cada área. El cuarto musulmán contiene la explanada de las mezquitas, lugar donde se alzaba el Templo de Salomón y donde se encuentra el Domo de la Roca, considerado el lugar desde el cual Mahoma ascendió al cielo. El cuarto Cristiano contiene ni más ni menos que la iglesia del Santo Sepulcro, lugar donde se produjo el entierro y resurrección de Cristo. El cuarto Judío ostenta uno de los sitios más llamativos que vimos en nuestras vidas, el Muro de los Lamentos, último remanente del templo construido por Herodes sobre las ruinas del Templo de Salomón; y por último, el cuarto Armenio, cuya mayor atracción es la Iglesia de Santiago.
Religión por doquier
Con esta edición ampliada y mejorada de “Elige tu propia aventura” de la vida real, empezamos a recorrer cada uno de los rincones de los barrios para tratar de entender por qué tanto fanatismo religioso en el mundo. Y aunque las respuestas nunca llegaron, sí nos vimos absolutamente estupefactos ante las peregrinaciones de la Vía Dolorosa, las inclinaciones y movimientos de rezo de los judíos enfrente del muro, o el recelo con que los musulmanes nos miraban cuando nos acercábamos a intentar entrar en el Domo de la Roca. Todos signos de una división que se deja ver infranqueable e inquebrantable, pero conviviendo en un mismo espacio histórico atemporal.
Las horas transcurrieron acumulando estímulos inclasificables alimentados por algunas exquisiteces típicas y ciertamente baratas, comunicándonos por señas en diferentes idiomas que de a poco armaban el literal rompecabezas con que Jerusalén se despacha ante el turista, y sacando fotos y tomando notas de cada átomo informativo que nos sacara aunque sea un poco de nuestra ignorancia innata religiosa. Logramos entender algunas cosas, pero si a alguna conclusión poco atinada llegamos, fue que por lo que se ve, la religión desune y nos aleja, aunque esté encubierta detrás de una aparente convivencia armónica custodiada por ametralladoras de gran envergadura.
Una última mirada
A pesar de esto nos llevamos una experiencia sin igual en cuanto a belleza arquitectónica, y nos alimentamos de historia viva y latente que acusa un par de miles de años de encuentros y desencuentros en menos de cuatro kilómetros cuadrados. Salimos aturdidos y asombrados, sorprendidos y estimulados, llenos de nuevas preguntas y con algunas dudas evacuadas. Cuando atravesamos la puerta nuevamente hacia fuera de las murallas, tuvimos la sensación de haber salido de una burbuja mágica, de algún libro de cuentos fantásticos que se desarrolla eternamente con códigos irreales perpetrados en cierta atemporalidad. Una ciudad eterna en la memoria y en la realidad y un lugar que merece ser visitado aunque uno no lo entienda, una y otra vez.
Old Jerusalem, una realidad alternativa y diferente con aristas inconfundibles, de carácter único y mística sin igual. Una realidad o irrealidad que empieza y termina en cualquiera de sus puertas se tome la dirección que se tome. Vale la pena dejarse llevar, confundir y sorprender por su infinito e inclasificable medio ambiente inundado de religión y estímulos sensoriales. Definitivamente una ciudad única en el mundo. Hasta la próxima y muchas gracias por leer.
En 1001 Experiencias | Maravillas del mundo en familia. Por los mágicos caminos de Petra
En 1001 Experiencias | Encuentros culturales: Sijes, religión y cultura en el Templo Dorado de Amritsar
COMENTARIOS
0