Encuentros culturales: Sijes, religión y cultura en el Templo Dorado de Amritsar
Lo lindo de viajar y viajar sin parar es que en algún momento uno pierde la noción de hacia dónde se está dirigiendo. En esa preciosa despreocupación los lugares aparecen, los encuentros se suceden y las más minúsculas variables se combinan imperceptiblemente para moldear y enmarcar experiencias, que a pesar de presentarse como realidades palpables y tangibles, parecieran provenir de ese rincón mágico e infinito desde donde el mundo regala sorpresa y enciende la vida. Esta fue la sensación que nos invadió cuando nos encontramos cara a cara con una de las culturas más lindas que nos ha tocado vivir: los Sijes de la ciudad de Amritsar.
Viaje por África es un proyecto ideado y puesto en marcha por dos argentinos, Pablo Zapata (32) y Julián Árenzon (28) en octubre del 2009. El objetivo propuesto fue el de atravesar el continente africano de sur a norte, de manera totalmente independiente, en transporte público, a dedo, o como fuera, para intentar realizar registros audiovisuales que sirvieran de complemento y apoyo a los relatos de las impresiones y vivencias que iríamos obteniendo durante la travesía, para luego ser reflejadas en un blog que ayude a ampliar los conocimientos de este enigmático continente. Viaje por África es un viaje independiente, que intenta ayudar a quien lo necesite, a saltar al vacío y lanzarse a rutear… un estilo de vida y la firme convicción de lo que uno se proponga, se puede lograr. Estamos en Facebook y Twitter.
La llegada
Al encuentro con esta mística ciudad, ubicada a sólo treinta kilómetros de la frontera con Pakistán, llegamos con la mera intención de visitar el Templo Dorado o “Harmandir Sahib”, principal centro de peregrinaje Sij, quienes al igual que muchas otras religiones alrededor del mundo, están obligados a visitar su lugar más sagrado aunque sea una vez en la vida. Por este motivo entonces, y porque el Sijismo, sin contar la conglomeración de religiones indígenas y afroamericanas, es la sexta religión mundial en números de devotos (veinticinco millones), el Templo Dorado llega a contar por año más visitas que el propio Taj Mahal.
Religión
El Sijismo como religión y como cultura es el producto y a su vez la resolución del conflicto entre las doctrinas del Hinduismo y del Islam, las cuales fueron aunadas por su fundador, el Gurú Nanak, alrededor del siglo dieciséis. Entre sus valores principales podemos nombrar el respeto por la verdad, la compasión, el amor, la humildad y la alegría. La supresión de la codicia y lo material, y por ende el egoísmo, la lujuria y la ira. Fomentan la igualdad absoluta entre razas dejando de lado el tema de las castas, el color de piel, el estatus y hasta la misma religión. A su vez, practican el servicio desinteresado y el estar preparado para proteger los derechos de los débiles y la justicia y la equidad para toda la comunidad. Gurú Nanak presentaba la religión como un medio de unión entre todos los seres humanos.
Lejos de quedarse como muchas otras religiones en una teoría dogmática que se torna represiva, los Sijes se hicieron cargo de los compromisos que emana su libro más sagrado (Gurú Granth Sahib) y nos recibieron con una sonrisa contagiosa, con un abrazo abierto y sincero, y automáticamente nos asignaron, como a cualquier otra persona que se acerque hasta el Templo Dorado, alojamiento y comida gratis por el tiempo que dure nuestra estadía. Fue un verdadero gesto de apertura y de hospitalidad que puso en marcha un hechizo que nos mantuvo extasiados por largos días. Depositamos una vez más los bártulos en algún rincón, tomamos fuerzas para enfrentar el aplastante calor y nos lanzamos a recorrer los vericuetos de la pintoresca, y a su vez, austera ciudad.
Amabilidad en Amritsar, espiritualidad en el Templo Dorado
Los primeros contactos con la ciudad de Amritsar ya fueron de una calidad humana superior. Mientras asomábamos la cabeza para reabastecernos de agua e intentábamos encontrar algún lugar para fumar (en los alrededores del templo no está permitido), nos topamos con una cultura que además de no parar de reírse prístinamente, te integra, se entusiasma, curiosea y trata de interactuar todo lo posible con el visitante. Con modos suaves, con un interés desmedido por solventar cualquier mínimo asunto que te aqueje y con una gran inocencia que nunca debe ser confundida con ingenuidad, estos seres de otro planeta, aparecieron en nuestras vidas para dar un mensaje de esperanza, integridad y solidaridad sin precedentes. Miradas inundadas de paz y clemencia.
Hipnotizados entonces por pupilas Sij, y respirando una atmósfera de tranquilidad y providencia, apuntamos nuestros pasos hacia la entrada del Templo Dorado, para meternos de lleno en una burbuja atemporal que seduce al espectador o al visitante a través de una fresca espiritualidad. El edificio, las placas doradas que cubren su estructura, y la arquitectura en sí misma, ofrecen un soberbio espectáculo visual que puede ser disfrutado incansablemente tanto de día, como de noche; pero si hay algo que sin dudas es el patrimonio esencial del predio, es el principio de austeridad y vitalidad que aunados tiñen e inundan de paz cada uno de sus rincones.
Simbolismos Sij y despedida
Ya absolutamente integrados y disfrutando de esta linda experiencia que nos regaló la provincia de Punjab, nos dedicamos a profundizar en los rasgos más llamativos de la fisionomía Sij. Un Sij puede ser reconocido en cualquier contexto por la particular forma de vestir y una cierta cantidad de rasgos que lo definen. A saber: el pelo largo sin cortar, el cual atan alrededor de la cabeza y lo cubren con una especie de gorro que es el resultado de una particular forma de anudar un pañuelo sobre las mismas. El Khanga, un pequeño peine de madera para recogerse el pelo. El Kara, un brazalete de metal. El Kirpán, una especie de pequeña daga curva que simboliza poder y libertad de espíritu, autorrespeto y la constante lucha del bien y la moralidad sobre la justicia. Este a su vez se combina con el Khanda, una espada recta que simboliza el conocimiento de dios, y el Chakkar, un arma que simboliza la unicidad de dios. Todos elementos que se plasman abruptamente en la forma de actuar sobre el mundo.
A nosotros no nos quedó más remedio que disfrutar y decodificar tanta amabilidad y entrega, y para ser muy sinceros, al principio tuvimos hasta que hacer un esfuerzo para aguantarla y valorarla. Era demasiado, y en las primeras horas, casi podría decir que fue una especie de choque cultural. Un Sij está atento hasta el más mínimo detalle de lo que te sucede, y en esa atención, a veces te impide actuar y resolver tus propios asuntos con el entorno. Cuando logramos relajarnos y retribuir aquel sentimiento, nuestro mundo creció y a su vez se impregnó de una novedosa armonía. Fueron grandes momento de aprendizaje y de admiración.
Lo lindo de viajar y viajar sin parar entonces es que cuando uno pierde la noción de adonde se está dirigiendo, a veces pueden aparecer estas sorpresas invalorables, que le devuelven a uno la ubicuidad y lo bajan a tierra, pero de una forma amable, llena de gracia, aportando un sinfín de estímulos y conocimientos nuevos, que no hacen más que enriquecer el entorno para transformar la experiencia en el verdadero motivo del viaje. Los Sijes fueron representantes entonces de lo que mejor que un viaje a la deriva depara, sorpresas que albergan una intensidad que tiene el poder de marcarte para toda la vida. Hasta la próxima y muchísimas gracias por leer.
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