Ese niñato de 13 años de Vietnam me acaba de apalizar al ‘Call of Duty’
Llevo unos cuantos años jugando en los modos online de diversos títulos y hay una cosa que tengo clara: la mayoría de veces en las que alguien me patea el culo vilmente suele ser un mocoso que, casi con toda probabilidad, ni siquiera tiene la mayoría de edad. Sólo hace falta prestar algo de atención a las voces del resto de jugadores mientras estamos todos en la sala previa esperando a que dé comienzo la partida para darse cuenta de que hay mucho niño suelto. Niños que no deberían estar jugando a según qué videojuegos pero que no sólo lo hacen, sino que lo hacen bien. Mejor que tú. Mucho mejor que tú.
Los modos online esconden infinidad de historias, desde parejas que se enamoran a distancia tras haberse echado unas horas juntos al ‘World of Warcraft’ hasta personajes que entran para demostrar su calidad como vocalistas. Ya hablamos en alguna ocasión de los niños cantarines, unos cansinos de tres pares de narices (por suerte podemos silenciarlos) que no hay quien los aguante, pero también los hay ya mayorcitos que, a falta de poder participar en castings de programas tipo cazatalentos, se desahogan mientras lanzan granadas o van de escopetazo en escopetazo por el mapa del pegatiros de turno.
La combinación de juego online global y micrófono da para mucho. Durante estos años he escuchado prácticamente de todo. En una ocasión, hace unos meses, pude ser testigo de una situación bastante lamentable. Se trataba de un tipo ya adulto, quizás de entre 25 y 30 años, y le gritaba en plena partida a su hijo de corta edad que le dejara jugar en paz. Podía escuchar el cabreo del padre y la voz inocente del crío que no sabía muy bien por qué su papá le estaba gritando de esa forma mientras sujetaba un trasto con botones. Si el tipo era consciente en aquel momento de que el resto le estábamos escuchando (hablaba en castellano, además) no puedo saberlo con certeza, pero creo que tampoco le importaba demasiado.
También hay casos del típico chavalín de 12 o 13 años que está jugando al ‘Call of Duty’ del momento y, después de una partida en la que te ha machacado vilmente (a ti, que tienes 20 años más que él y un buen puñado de horas de juego a la espalda), puedes escuchar en la sala previa cómo le llama su madre para comer, con la consiguiente pataleta. Este tipo de conversaciones, y hasta donde recuerdo las he escuchado principalmente en inglés, suelen desarrollarse así:
* ¡Kevin, la comida está lista!
* Ok, mamá, ahora voy.
* Ahora voy no, Kevin, ¡deja eso de una vez y ponte a la mesa!
* ¡QUÉ SÍ, JODER! Zorra…
(Disgusto del niño, sonido de desconexión de micro a mala leche y adiós, pequeño destructor).
Me alegro de poder escuchar estas conversaciones, porque ese maldito niño me estaba dando para el pelo en el juego y eso no puede ser de ninguna de las maneras. El mocoso se hace rachas de bajas/muertes con las que yo sólo puedo soñar y me alegro de que tenga que ausentarse porque su mamá se lo ordena. ¡Que aprenda la lección!
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