Para recorrer la Antártida hay que tener un par. Sin embargo, deberíamos ahuyentar ese tufillo machista y macarra y, tal vez, asumir que también hace falta tener un par de pechos. Aunque sean rosas. Es lo que al menos opina el aventurero Geoff Wilson.

Con el objetivo de recaudar fondos contra el cáncer de pecho, Wilson puso en marcha la Expeditión Pink Polar, en la que básicamente cruza la Antártida a bordo de un trineo que contiene suministros en el que sobresalen unos enormes pechos rosas. Leer más…

Siete de la mañana en Campamento Kim, unas instalaciones adyacentes a la base Yongsan Garrison del ejército estadounidense en Seúl. Desde este punto da comienzo el tour organizado por Koridoor que cada día lleva a decenas de turistas a la zona desmilitarizada de Corea (DMZ en sus siglas en ingles), el lugar que el ex presidente del país de las barras y estrellas, Bill Clinton, definió como “el lugar más tenebroso de la tierra”. El viaje a la frontera tiene un precio de 80 dólares americanos por barba para civiles, 40 para los que pertenecen a las fuerzas armadas del Tio Sam o están relacionados de alguna manera con ellas. Leer más…

Recuerdo con cariño el día que llegué a Hong Kong para quedarme a vivir en Asia. Junto a una mochila de montañero de poco más de 20 kilos, el portátil y la cámara viajaban conmigo algunos miedos y muchas ilusiones. Ya había pasado la medianoche pero la actividad en el aeropuerto internacional de la ex colonia inglesa seguía siendo frenética; pasajeros en tránsito, hombres de negocios con un par de botones de la camisa desabrochados oliendo a ginebra y demás farándula viajera se arremolinaban por los rincones del mamotreto arquitectónico enclavado en el mar. Tras cruzar la frontera y recoger el equipaje el estómago empezó a pedir a gritos algo de comer; a pocos metros pude reconocer el naranja, rojo y verde del logotipo de 7-Eleven, la cadena de tiendas de conveniencia de origen norteamericano extendida descomunalmente por el continente asiático. Allí una joven con algo de acné, en torno a los veinte y pico, me regaló una de las sonrisas más hermosas que jamás haya visto mientras pasaba por el escáner los códigos de barras del café y el sándwich que coloqué sobre el mostrador. Como para casi todo lo que de verdad es transcendental, único y espontáneo en este mundo, no hicieron falta las palabras para encontrarnos en aquella sonrisa. Desde aquél gesto mágico mi relación con la cadena ha evolucionado de manera exponencial; 7-Eleven me alimentó en aquellos primeros difíciles días, me dio cobijo en la madrugada en noches de insomnio y estudios, me ayudó a mejorar el chino mandarín y me enseñó que conceptos como la venta de alcohol y la impresión de un PDF en un mismo espacio no tienen porqué estar reñidos. Por eso y mucho más, hoy puedo decir con orgullo que soy un ciudadano 7-Eleven. Leer más…

Siempre digo que al buen viajero se le reconoce porque siempre tiene la mirada puesta en el horizonte. Por dos motivos: porque el horizonte es lejano y promete cosas que no conocemos; y porque a medida que nos acercamos al horizonte, éste se aleja (a no ser que vivas en Mundodisco, porque entonces te caes por el borde).

Pero ¿realmente a qué distancia está de nosotros el horizonte? ¿A qué distancia alcanza nuestra vista? ¿Qué es lo que no llegamos a ver y, por eso, necesitamos viajar para verlo? Leer más…

Hace unos días hablaba de que en Escocia proliferaron los clubes más libérrimos de la época, hasta el punto de que algunos de sus fetiches se custodian en el museo de la Universidad de St Andrews. Y es que Reino Unido, en general, a pesar de su halo de sociedad victoriana, esconde grandes proezas sexuales, así como sus correspondientes censuras.

Así de ambivalente es la vida insular inglesa. Si bien hay que puntualizar una cosa. Los ingleses dejan a la vista sus desviaciones carnales cuando están lejos de su isla. ¿Acaso no habéis visto cómo acaban los británicos cuando vienen de vacaciones a las costas españolas? Pues eso ha estado ocurriendo durante siglos.

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Envuelto entre nubes y situado en una región montañosa de fácil acceso en la actualidad, el pequeño poblado taiwanés de Jiufen sirvió de inspiración para una de las películas más aclamadas de Hayao Miyazaki, “El Viaje de Chihiro” (2001). Muchas son las similitudes entre algunos de los escenarios que aparecen en la película japonesa y algunos de los rincones de este pueblo perteneciente a la ciudad de Nuevo Taipei. A pesar de que hayan pasado más de diez años desde el estreno del filme de Studio Ghibli, las hordas de turistas japoneses siguen abarrotando las callejuelas y los cafés del pequeño pueblo taiwanés tras la pista de la inspiración de Miyazaki para su oscarizado film. Leer más…

Con sutileza pero de forma inexorable, la derruida Armero abre sus brazos para abrazar al viajero que la cruza con intención de que su tragedia, la mayor de origen natural en la historia de Colombia, no caiga en el olvido. Uno se la encuentra casi por sorpresa, como si Armero entendiese que, de anunciar con antelación la desnudez de su catástrofe, el hombre en ruta prefiriese darse la vuelta a cruzar alguna de sus antiguas calles. La crudeza de lo sucedido aquel 13 de noviembre de 1985 no es evidente, pero las ruinas de lo que antes fue una ciudad próspera nos golpean con la realidad de un catastrófico pasado que opera como sobreaviso, como lección para aquellos que desoyeron todas las llamadas de emergencia. Leer más…

“On the road again” en el MP3, pantalones de ciclismo bien apretados y analgésicos para cuando llegue el dolor; listo para comerte los más de 900 kilómetros que forman parte de la Formosa 900, una vuelta en bici alrededor de Taiwán que se lleva a cabo durante nueve días en noviembre. En los últimos años la isla se ha convertido en un verdadero paraíso para los ciclistas, gracias a las infraestructuras y el compromiso de los taiwaneses con las dos ruedas. La Formosa 900 es el evento más visible de la pasión de la isla por la bicicleta, sin embargo a lo largo de todo el año es fácil encontrarse a cientos de ciclistas por las carreteras del país, recorriendo sin prisas algunas de las rutas más emblemáticas que salpican la geografía taiwanesa. Leer más…

Una de las mejores formas de viajar es adaptándose a las costumbres locales, y eso implica, también, probar la gastronomía del lugar que estamos visitando. Si, además, el restaurante que nos sirve la comida local tiene unas raíces históricas más intrincadas que las de un árbol milenario, mejor. Bajo esas condiciones, dónde tendríais que viajar para probar comida local en el restaurante más antiguo del mundo que, sin embargo, sigue abierto.

No hace falta viajar a lugares remotos o exóticos. El restaurante más antiguo del mundo está en Madrid, la capital de España. Concretamente, el Botín, que así se llama el restaurante de marras, se encuentra en el nº 17 de la calle Cuchilleros, una de esas calles que desembocan en la Plaza Mayor. Leer más…

Alejado del bullicio y la masificación de otros lugares de la isla, el museo de los servicios correccionales de Hong Kong es uno de esos lugares peculiares de la ex colonia británica en los que uno se puede parar a degustar una pequeña parte de la historia de la Región Administrativa Especial de la República Popular China. Situado en Stanley –hay que coger el bus para llegar hasta aquí (6, 6X o 260)- el museo exhibe la transformación del sistema penal hongkonés en sus más de 160 años de historia. A través de los diferentes objetos expuestos se puede observar el cambio sufrido por dicho sistema, que en sus comienzos se centraba en el castigo físico y mental y hasta el día de hoy ha ido evolucionando hacia la búsqueda de la rehabilitación de los presidiarios. Leer más…