Experiencias extremas

¿Dónde está el horizonte?

horizonte-5Siempre digo que al buen viajero se le reconoce porque siempre tiene la mirada puesta en el horizonte. Por dos motivos: porque el horizonte es lejano y promete cosas que no conocemos; y porque a medida que nos acercamos al horizonte, éste se aleja (a no ser que vivas en Mundodisco, porque entonces te caes por el borde).

Pero ¿realmente a qué distancia está de nosotros el horizonte? ¿A qué distancia alcanza nuestra vista? ¿Qué es lo que no llegamos a ver y, por eso, necesitamos viajar para verlo?

El límite del horizonte lo impone sencillamente la convexidad de la Tierra (porque la Tierra es redonda, y no plana como en Mundodisco, lo siento). Si estamos en pie en un sitio llano, y suponiendo que nuestra estatura es de 1,70, la distancia que podemos ver a simple vista es de unos 5 kilómetros, aproximadamente.

Aunque esa distancia se amplía desde una altura mayor, tal y como explica Alfred López en su libro Ya está el listo que todo lo sabe:

Desde la ventana de un bloque de pisos a una altura de unos 20 metros, nuestra vista alcanzaría hasta los 16 kilómetros. Un farero, cuyo faro esté a 60 metros de ltura puede ver hasta 30 km. En una avioneta sobrevolando a una altura de 1.000 metros se podría ver hasta los 120 kilómetros. Y desde un avión comercial, volando a 10.000 metros de altura se puede ver hasta 380 kilómetros.

Hay grandes viajeros que siempre han perseguido el horizonte, como el burro persigue una zanahoria que siemre cuelga a la misma distancia de su boca. Pero, sin duda, los casos más románticos de búsqueda incansable del horizonte son los protagonizados por viajeros que simplemente se echaron a andar, con lo puesto, y trataron de alcanzarlo durante semanas y meses. En plan Forrest Gump.

El caso más sorprendente de ‘buscador de horizontes Forrest Gump’ fue un reciente protagonizado por una mujer provecta. Rosie Swale-Pope es una una sexagenaria que en 2003 salió de su casita en Gales, empezó a correr, y 1.789 días después volvió a llegar hasta su puerta. Había dado la vuelta completa al mundo, persiguiendo el horizonte que nunca alcanzaba. Nada menos que 32.000 kilómetros. Necesitó 53 pares de zapatillas de deporte, porque literalmente se destruían.

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Comentarios

  1. Comentario by Carlos - diciembre 04, 2013 01:08 pm

    Enhorabuena por el post, muy interesante

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