R.E.M. y el Gutiérrez Festival de 1999
Ir a un concierto. Comprar una entrada a precio prohibitivo (más gastos de gestión). Pagar una cerveza a precio de néctar divino. Acomodarte en algún rincón de la sala (preferiblemente lejos de las primeras filas) y disfrutar de la actuación reposadamente, quizás de brazos cruzados, mientras dos o tres cotorras detrás de ti comentan que lo que se lleva esta temporada son los cardigans de punto. No siempre fue así, y dicen los más talluditos que, en la España de principios de los 80, ir a un concierto era una experiencia emocionante, tumultuosa y a veces hasta peligrosa, en una sociedad todavía no muy acostumbrada a aquello del derecho de reunión. Leer más…
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