Tengo una Xbox One con su correspondiente Kinect en casa desde el viernes y por más que le grito “Xbox, pide una pizza” no me hace caso. Y considero que es un fallo muy grave que una consola de nueva generación a la que le puedo hablar no sea capaz de pedir una pizza por mí. Y me enfado. Y le acabo gritando de todo a la consola. Y la consola, que está ahí muy quieta, entiende lo que quiere y a veces toma decisiones extrañas: abre ventanas, hace búsquedas imposibles en Bing, y yo qué sé qué más.

El pasado mes de abril os contaba aquí mismo lo grandísimo que sería contar con un botón “Pizza” en el mando de la consola. Todo venía a cuento por la aplicación para Xbox 360 que Pizza Hut lanzó en aquel momento. Un programita que, una vez instalado en la consola, permitiría a los americanos pedir pizza desde la consola. Cómodo, sin duda, pero ya no quiero un botón “Pizza”, ahora quiero que la Xbox One incorpore el comando de voz necesario para que en el establecimiento de turno se ponga en marcha el proceso que acabe con una pizza calentita en mi casa.

Lo que me da un poco de miedo es que, como decía, hay ocasiones en las que Kinect entiende un poco lo que le da la real gana. Funciona mejor que el de la Xbox 360, de eso no hay duda, pero todavía le queda camino por recorrer para que podamos entendernos del todo. Ahora le podemos decir a la Xbox One que queremos ver la tele, que queremos jugar o que queremos que se apague de una vez (que se encienda no, se ve que es algo perezosa), pero el listado de comandos no es demasiado extenso y sobre eso de hablarle con normalidad ya os podéis ir olvidando.

En definitiva: tendremos que seguir esperando para que las consolas nos entiendan al hablar como si fueran seres humanos. Seres humanos dispuestos a hacer el esfuerzo de pedir por nosotros la pizza que más nos gusta cuando se lo pidamos amablemente.

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