Steve Jobs: pasión, rebeldía e intuición
Pasión, rebeldía e intuición. Esos son los tres adjetivos que mejor describen la personalidad de Steven Paul Jobs, el famoso confundador y presidente ejecutivo de Apple, la compañía más valiosa de la historia con una capitalización bursátil mayor que la de Microsoft, Google, Facebook y Amazon juntas… Y todo comenzó en el garaje de sus padres.
Miguel Michán es un diseñador especializado en interacción y experiencia de usuario de servicios web y aplicaciones móviles que no pierde ocasión para dar rienda suelta a su pasión por la fotografía de viajes. Coordinador de Zona Fandom, editor de Applesfera y creador del blog de fotografía digital Backfocus, podéis ver seguirlo en sus viajes en Flickr o a través de twitter @miguelmichan.
Jobs, odiado y adorado
Odiado y adorado a partes iguales. Encumbrado como uno de los grandes inventores del último siglo y acusado de atribuirse el mérito de los demás. Carismático y temperamental. Es fácil encontrar historias acerca del desprecio con el que en ocasiones trataba a quienes le rodeaban, pero también es imposible ignorar sus logros y virtudes. Al igual que otros genios, no se conformaba con nada distinto a la perfección y cuando no la encontraba era mejor no tenerle cerca.
Como los protagonistas de la campaña de 1997 “Piensa Diferente”, Steve Jobs no tenía miedo a asumir riesgos, a desafiar el fracaso y apostar su carrera entera por hacer las cosas de forma diferente. En realidad más bien era justo lo contrario: fue alguien que construyó su carrera alrededor de hacer las cosas de forma diferente.
Apple, la revolución del ordenador
En Apple inició la revolución de los ordenadores personales en la década de los setenta con el Apple II para reinventarlos en los ochenta gracias al Macintosh y su interfaz gráfica. Con el iPod y la tienda iTunes logró darle la vuelta a la industria musical en 2001, y en 2007 se las apañó para dejar obsoletos a los grandes jugadores de la industria móvil con el iPhone, el primero de una nueva raza de teléfonos sin los que ahora no sabríamos vivir.
Cualquier compañía mataría por haber protagonizado una sola de esas revoluciones, pero para Jobs un nuevo éxito tan solo era combustible para alcanzar la siguiente meta: liderar la era Post-PC con el iPad, la reinvención de los tablets gracias a la fórmula “secreta” de Apple impregnada del sello personal de Jobs: no des nada por sentado, encuentra la forma más sencilla de resolver un problema y cuando creas que la has encontrado, vuelve a buscar otra vez.
Y en el caso de Jobs, no había que buscar demasiado. Se tomaba el budismo zen tan en serio que estuvo a punto de retirarse a un monasterio en Japón después de que se viese forzado a abandonar su propia compañía en 1985. Podría haberlo hecho, pero en su lugar se gastó hasta el último penique en fundar NeXT Computer y comprar The Graphics Group, una empresa que más tarde sería conocida como Pixar.
El abismo de la bancarrota y el regreso a Apple
De ser la estrella más deslumbrante de Silicon Valley había pasado a encontrarse al borde de la bancarrota, y sin embargo se las apañó para dejar pequeño cualquier logro anterior. Una moribunda Apple compró NeXT en un movimiento que posteriormente volvería a repetirse con la adquisición de Pixar por parte de Disney. El pez grande se comía al pequeño, pero era el pequeño el que se ponía al frente para conducirles de nuevo al éxito.
Steve Jobs regresó a Apple, se rodeó de las personas que habían confiado en él durante los tiempos difíciles y tuvo la habilidad para descubrir a algunos talentos de dentro y fuera de la compañía que pronto serían instrumentales en su éxito: Tim Cook, el actual CEO de la compañía y artífice de convertirla en una máquina bien engrasada, y Jonathan Ive, vicepresidente de diseño industrial y responsable del diseño de alguno de sus productos más icónicos.
En la nueva Apple, las mayores contribuciones de Jobs serían la pasión por su trabajo, la rebeldía y el inconformismo con las convenciones asumidas por el resto, y la intuición no solo para permanecer un paso por delante del resto, sino para que ese paso fuese el correcto… a veces incluso contra todo pronóstico. La capacidad para decir no a algo si no era suficientemente bueno, un gusto desmesurado por el buen diseño y, por qué no, un encanto y una habilidad natural para convencer a cualquiera de cualquier cosa añaden el resto de pinceladas al cuadro de su personalidad.
El universo Pixar
Con Pixar en cambio, su acierto fue seguir una dinámica completamente opuesta. En Apple todo pasaba por sus manos, atrayendo la atención de los focos hasta el punto de hacer difícil distinguir dónde comenzaba la empresa y terminaba el hombre; pero en Pixar supo permanecer en las sombras, limitándose a facilitar el trabajo de John Lasseter, director creativo de los estudios Pixar y Ed Catmull, actual presidente de los estudios de animación de Walt Disney y Pixar. Y con ellos cambió otra industria, la de la animación, dando alas al primer largometraje de animación por ordenador de la historia del cine: Toy Story.
Puede que fuese un tipo con un carácter difícil, pero las palabras de Tim Cook en una de las reuniones de accionistas de Apple después de su muerte resume a la perfección el sentimiento de muchos. “No pasa un día en que no le eche de menos.”
Las personas lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo cambian.
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