Experiencias míticas

Ridley Scott, de genio a Sir

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La llamada de honor que le hace Keith Carradine a Harvey Keitel en ‘Los duelistas’ (‘The Duellists, 1977) aún retumba en mi cabeza cuando me pongo a pensar en las grandes películas del director británico Ridley Scott. Con una historia de Joseph Conrad debutaba aquél en el séptimo arte, un relato obsesivo sobre un duelo alargado durante quince años entre dos oficiales del ejército francés en las guerras napoleónicas. De gran elegancia visual la película prometía el nacimiento de un nuevo posible genio en el noble arte de narrar con la imagen; así loa atestiguaban sus dos siguientes trabajos, uno de ellos un éxito arrollador y el otro un fracaso estrepitoso más tarde convertido en uno de los films de culto por excelencia.

‘Alien, el 8º pasajero’ (‘Alien’, 1979) llega cuando las películas ambientadas en el espacio están de moda gracias a George Lucas. Pero la idea es bien distinta, aquí no tenemos rayos láser ni imperios que intentan controlar la galaxia, sino algo mucho más real que termina deviniendo en relato de terror puro y duro, uno de los más angustiosos jamás vistos en una pantalla, basado más en sugerir que en mostrar, una de las grandes claves del mejor terror clásico. Siete personajes en una inmensa nave espacial enfrentados a un depredador considerado la forma perfecta de vida. Aún tiemblo al recordar a una Sigourney Weaver en bragas acojonada ante la posibilidad de ser la última víctima del alien. El éxito del film permitió a Scott hacer lo que le viniese en gana con su siguiente proyecto.

‘Blade Runner’ (id, 1982) es ciencia-ficción, es Film Noir, es una pesadilla, el sueño de un androide, es mi película, la tuya. Uno de los trabajos más influyentes del mal llamado cine moderno que a su vez recoge influencias sin fin de varios clásicos. Todo se ha dicho sobre ella y en cada nuevo visionado parece el primero, una de esas obras atemporales de las que yo al menos he perdido la cuenta de las veces que la he visto. La taquilla no respondió en su momento pero el paso del tiempo sí, poniéndola en su justo lugar. Sólo me revienta que ella y su gran director son los culpables de la existencia del término “Director’s cut”, en muchos casos una operación comercial sin más.

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Sin conocer aún los resultados de taquilla del film protagonizado por Harrison Ford, Scott se mete de lleno en el rodaje de su producción más grande a nivel ambicioso. Un cuento de hadas muy personal que bebe de Jean Cocteau y los primeros films animados de la Disney y que le lleva tres años de filmación con enormes problemas en la postproducción que obligan a recortar el film —afortunadamente la edición en Bluray esconde el montaje de dos horas sólo visto en los USA—. Con una de las bandas sonoras más hermosas de Jerry Goldsmith, el film se la pega en taquilla como pocos y a día de hoy sigue siendo odiado por muchos. No es mi caso ni el del propio director. Ambos pensamos que es una de sus mejores obras. Pero en Hollywood la taquilla manda.

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En ese Hollywood de los 80 existía una máxima para los productores: vales lo que tu última película ha recaudado. Y si no que se lo pregunten a Michael Cimino. Dos fracasos consecutivos para Scott con dos films nada fáciles y poco comerciales, obligan al director a entrar en el terreno del thriller con dos encargos que tuvo que aceptar a regañadientes. ‘La sombra del testigo’ (‘Someone to Watch Over Me’, 1987) es una delicia para los sentidos y los amantes del cine negro clásico a pesar de ciertos tics ochenteros, además de rendir un obvio homenaje a Ira y George Gerswhin con nada menos que tres versiones del gran tema. De nuevo un fracaso y ‘Black Rain’ (id, 1989) es una pasable buddy movie con ecos de ‘Yakuza’ (‘The Yakuza’, Sidney Pollack, 1974) y poco más. Antes de que Scott empiece su decadencia nos brinda su última obra maestra.

‘Thelma & Louise’ (id, 1991) es un relato vibrante que pone al hombre a la altura del betún, como debe ser. Susan Sarandon y Geena Davis pasarán a la posteridad por esta película y Hans Zimmer, en su mejor época creativa, pocas veces ha estado tan inspirado. El éxito es arrollador y las posibilidades de ganar un Oscar a mejor director aparecen por primera vez. Para celebrar el centenario del descubrimiento de América, Scott acepta filmar una de las dos películas que sobre el tema nos llegan en 1992 con Gerard Depardieu en la piel de Cristobal Colón. En nuestro paíes es más o menos bien recibida, y a nivel internacional la banda sonora de Vangelis es número uno… ¡¡¡tres años después!!!

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Cuatro años tarda en volverse a poner detrás de las cámaras y sus dos siguientes trabajos no tienen perdón, ni por parte de la crítica ni por el público. La historia de una especie de club barato de poetas muertos sobre el mar con Jeff Bridges poniendo cara de despistado deja con la boca abierta por su simpleza, y peor es ese intento de cine bélico con Demi Moore demostrando que los tiene mejor puestos que muchos hombres. Todo el mundo vaticina que Scott está muerto como director y a las puertas del nuevo milenio el director regresa con más fuerza que nunca con ‘Gladiator’ (id, 2000), con la que por fin triunfa en los Oscars aunque se va a casa sin la estatuilla a mejor director en una de esas contradicciones que suele cometer la Academia.

Es una etapa en la que enlaza un rodaje tras otro, Scott coge el testigo de Jonathan Demme y se enfrenta a una secuela del film más famoso de aquél. Hannibal Lecter sigue resultando un personaje fascinante en manos del director británico apropiándose prácticamente de él, y or fin nos convence de que puede filmar extraordinarias secuencias bélicas en ‘Black Hawk derribado’ (‘Black Hawk Down’, 2001), su primer trabajo en el que el protagonismo recae en varios personajes. Más tarde dirige a Nicolas Cage en un extraño film sobre timadores, a Edward Norton le da la oportunidad de realizar una de sus mejores interpretaciones sin que se le vea el rostro mientras vacila al personal con dos montajes bien diferentes e inicia un fructífero período con Russell Crowe.

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De ese grupo de cuatro película sólo cabe destacar ‘American Gangster’ (id, 2007) un retorno al thriller setentero lleno de ritmo y muy bien ambientado e interpretado. De las otras tres mejor ni acordarse, en especial del insulto directo a la figura de Robin Hood, que hasta la versión protagonizada por Kevin Costner está mejor. Y con ‘Prometheus’ (id, 2012) para un servidor toca fondo como nunca lo ha hecho, teniendo en cuenta la diferencia entre intenciones y resultados. Una completa falta de respeto al espectador —la excelente composición de Michael Fassbender queda ahogada entre tanta pretensión— que amenaza con tener una continuación.

Esta semana nos llega ‘El consejero’ (‘The Counselor’, 2013) que la mayoría de críticos han destrozado sin piedad. Sólo unas pocas voces amigas la elevan a la categoría de film de culto instantáneo y la bautizan como la película más extraña de la filmografía de Scott. Mientras tanto filma en nuestra país ‘Exodus’ con Chrsitian Bale en el papel de Moisés y nuestra María Valverde entre el reparto, y entre los futuros proyectos suena cada vez con más fuerza una secuela de ‘Blade Runner’, lo cual hace que me ponga a temblar. No obstante, en ti confiamos Sir Ridley Scott.

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Comentarios

  1. Comentario by Terelu - noviembre 29, 2013 08:02 pm

    Pues habrá que esperar a ver esta última peli para ver si damos la razón a los críticos

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  2. Comentario by Noctámbulo - noviembre 30, 2013 06:59 pm

    Ridley Scott, ese director que parece que agotó todo su talento en las 3 primera películas. Porque vamos, salvo Thelma Y Louise y Gladiator, todo lo que ha hecho este buen señor desde Blade Runner es una basurilla que si la llega a firmar otro con menos nombre no le compran las películas ni para los pases de sábado por la tarde en Antena 3. Pero bueno, sólo por ese maravilloso monólogo bajo la lluvia del Nexus 6, se lo perdono.

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