Raíces negras para música house
Casi todo lo que había que decir sobre la música house ya lo escuchamos en la voz de Palmer Brown allá por el año 2002, en aquel magnífico tema llamado Do you remember House?, producido por Blaze y editado en Slip ‘n’ Slide Records. La letra completa del tema es un extenso repaso por todo lo que ha sido el house desde sus comienzos, hace hoy ya casi treinta años. Aquí tenemos un pequeño extracto:
I remember house before it was techno
I remember house before it had an afro.
I remember house before it was deep.
I remember house before it was hard.
I remember house when house had temples.
I remember house before MPC60s.
I remember house before house had roots
I remember house before the whole world knew.
Por suerte, y quizá en parte por su popularización hasta niveles insospechados en la última década, hoy en día empezamos a tener más o menos claro qué papel ha jugado el house dentro de la historia de la música occidental del siglo XX. Es una cosa de Chicago; eso lo tenemos claro. Del mismo modo que el techno es una cosa de Detroit, el house es de Chicago. Corría el año 1984 y andaban en su apogeo las drum machines de Roland, especialmente el TR-808 —editado por la compañía japonesa en 1980— y, algo después, en 1984, el TR-909. Estas máquinas de Roland, unidas a otro producto suyo que había sido lanzado al mercado en 1982, el sintetizador y secuenciador TB-303, construían uno de los mayores ejemplos históricos de la importancia de la democratización tecnológica aplicada al arte (luego vendría la cámara digital de mano para abundar en la herida) y sembraban el caldo de cultivo para un cambio definitivo en la historia de la música occidental.
El rock había matado a la música disco a finales de los 70. No crean que la muerte del disco fue pacífica ni tampoco positiva. En resumen, podríamos decir que los sudorosos y aguerridos fans de AC/DC no podían soportar la imagen de unas personas —en buena parte gays— bailando, también sudorosos, y experimentando con drogas psicodélicas. O anarquía y birra fría o la puta al río, coño. Así, en fin, el disco volvió al underground, pero no murió en realidad, sino que resistió al invasor como la aldea gala de Astérix. Las drum machines de Roland empezaron a mezclarse con el nuevo underground disco y a moverse por fiestas privadas y algunos clubes de la ciudad, especialmente en el Warehouse, hoy reconocido como «lugar de nacimiento» de este estilo bajo la batuta musical de Frankie Knuckles, DJ residente del local hasta 1983, momento en el que tiene desencuentros con el dueño, Bob Williams, y decide abrir su propio club, el Power Plant.
Será aquí donde se produzca la primera gran ruptura en la historia de la música house. Por el Warehouse habían pasado todo tipo de trax, desde aquellos que eran poco más que endiablados grooves de TR-808, como el Time to Jack de Chip E., considerado también como uno de los nombres fundacionales de esta música, hasta aquellos que ya empezaban a coquetear con la música disco u otros géneros de música popular afroamericana. Bob Williams, el dueño del mítico club, había traído a un nuevo DJ, Ron Hardy, que venía directamente de moverse por la escena gay de Chicago, ya que pinchaba en el club de ambiente Den One desde 1974. Con éste se cierra el círculo de los primeros cinco grandes nombres del house, cuatro productores y un empresario: Frankie Knuckles, Ron Hardy, Chip E., Mr. Fingers (aka de Larry Heard) y Bob Williams.
Ron Hardy, amante de la música disco, soul, funk y r&b, solía hacer mezclas entre temas clásicos de estos estilos y canciones de house music; a día de hoy, su habilidad como DJ sigue siendo casi imposible de superar. No sólo por la pericia técnica, sino por la capacidad que tenía para emocionar a su público. Y si además ese público estaba hasta las cejas de LSD porque ya se encargaba Bob Williams de poner ácido en las copas sin que nadie se enterase (!), miel sobre hojuelas. Sin embargo, mientras Hardy fue siempre un purista de la mezcla, Knuckles, tutelado al principio por Chip E., empezó a interesarse por la producción de su propio material. Cuatro años después de abandonar el Warehouse, en 1987, Knuckles se muda durante un breve lapso de tiempo al Reino Unido y luego se asienta en Nueva York y comienza a producir su propio material. Si a las mezclas de Ron Hardy con material clásico se le llamó Chicago Deep House, Frankie Knuckles estaba a punto de inventar el soulful house. Y era sólo el principio.
La lista de subgéneros derivado de la escena underground de Chicago parece casi un chiste. De hecho, lo es entre los aficionados a la electrónica; lo mismo pasa con algunos géneros de metal, o eso recuerdo yo, de cuando para describir la música que hacían Rhapsody —creo que ya ni se llaman así— uno necesitaba al menos tres líneas de espacio. Lo que está claro, al menos, es que la música disco no estaba muerta, sino que estaba de parranda. El deep house sigue siendo uno de los géneros más reconocidos y con mayor reputación a día de hoy. El soulful house, sin embargo, parece haber perdido algo de fuelle con la irrupción de las modas de sonido tech y electro —auténticos horrores ambas— a partir de la segunda mitad de la pasada década. Como sigamos así, pronto tendremos que versionar a Blaze y Palmer Brown entonando algo así:
I remember house before it was Swedish House Mafia
I remember house before it was dutch
I remember house before it was Deadmau5
I remember house before it was electro
I remember house before it was Alesso
I remember house before it was Pauly D
Y yo en este momento me echaría a llorar y ya no podría continuar.
Por cierto, en el enlace pueden encontrar una lista con unas cuantas canciones que tienen sus raíces en la escena de Chicago y cruzan varias décadas y lugares del mundo. Que lo disfruten.
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