Experiencias míticas

Peter Jackson, cinco viajes inesperados antes de ‘El Hobbit’

¿Las aventuras no terminan nunca? Supongo que no. Alguien tiene que llevar adelante la historia. Esta cita de ‘El Hobbit’, de Bilbo Bolsón para ser precisos, le viene como anillo al dedo a Peter Jackson, el verdadero Señor de la Tierra Media y el responsable final del salto a la pantalla de un mundo, el creado por J. R. R. Tolkien, que para millones de cinéfilos y espectadores tendrá las formas, colores y personajes imaginados por este cineasta neozelandés.

Vale, de acuerdo: dejo desde ya el tono promocional y la retórica zalamera. Pero no me negaréis que lo de Jackson, seáis seguidores-fans-adoradores del opus tolkienano o no –yo no lo soy, no pude nunca leerme sus relatos…–, tiene mérito. Para empezar tenemos su origen. No es que naciera a 500 metros de un estudio o tuviera asma y fuera un chaval de salud horrenda cuya madre no le dejaba cruzar la calle, alguien que tuviera que refugiarse en un cine para devorar y vivir, de segunda mano, lo que no podía hacer en la realidad. Jackson es neozelandés. De Nueva Zelanda, cuidado: tierra de kiwis, ovejas, la nación que dio el puenting al mundo, los All Blacks y… Ya. Las Antípodas. Russell Crowe es, que recuerde, el único actor de éxito rotundo nacido en ese casi más allá planetario. Y se fue a vivir a Australia de niño. Jackson no: él se quedó con las ovejas y, desde allí, consiguió su recompensa. Y fue en esta vida.

Hugo Weaving, Peter Jackson y Ian McKellen en el set de 'El Hobbit: Un viaje inesperado'.

Aunque a él, en sus inicios, lo que le iba de verdad era la No-Vida. Los No-Muertos. Los zombis, vaya. A mí Jackson me ganó cuando era un tipo rechoncho de veintitantos, melena y gafas redondas y fichó a Diana Peñalver –la mitad morena y andaluza de ‘Chicas de hoy en día– para su tercer largo: ‘Braindead: tu madre se ha comido mi perro’, una cinta que daba la vuelta a los tópicos del cine de zombis y que demostraba que el tipo, además de un excelente gusto para el splatter, tenía enjundia: mientras que el género se basaba hasta entonces en la huida con el objetivo de encerrarse y dejar la amenaza fuera –‘Amanecer de los muertos’, por ejemplo–, aquí Jackson encarcelaba la amenaza y hacía todo lo posible para que nadie supiera qué se cocía dentro de la casa. Tan fácil. Tan sencillo. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie antes?

No negaré que me molestó que, hace un tiempo, se dijera que Jackson renegara de ese cine de sus orígenes. Como cuando el cantante de ese grupo de trash metal que seguías se corta el pelo y se pone a cantar baladas. Jackson adelgazó 40 kilos, engordó 125 millones de dólares y ¿Adiós mal gusto? No. Eso no se hace. Y no lo hizo y lo sé de primera mano –mi álter ego lo entrevistó hace nada–. Eso le redime. Pero también estas cinco razones, cinco ases en la manga que le colocan en un altar cinéfago y le darían bula para cualquier desliz o paso en falso. Son mis Top Jackson Five:

1. Descubrió los orígenes reales del cine

En ‘La verdadera historia del cine’ (1998) sigue el rastro a Colin McKenzie, un pionero neozelandés, un auténtico revolucionario que desarrolló su propia cámara, película o llegó a codificar el lenguaje cinematográfico años antes que David W. Griffith inventara el primer plano o el montaje en paralelo. Un tipo que hace saltar por los aires la Historia oficial del cine y cuyo legado encontró Jackson, por azar, en un cobertizo de una vecina. Se adelantó en todo: en documentar la brutalidad policial a lo Rodney King o, incluso, en registrar su propia muerte en una trinchera de la Guerra Civil Española. Un mockumentary monumental, tronchante que, reconozco, los alumnos que me han sufrido se han tragado muchas veces. Y literalmente: hasta que no aparece el crédito final en el que se dice que es una ficción lo daban por real.

2. Unos fantasmas evitaron que acabara en el limbo Bond

Otra paradoja: ‘Agárrame esos fantasmas’ (1996), su primer film para Hollywood, el que se suponía que tenía que convertirlo en director estrella, es uno de los menos vistos de su carrera y, además, casi se la carga. No sólo porque fuera mal en taquilla o tuviera el último papel protagonista en el cine de Michael J. Fox –cansado del rodaje eterno en Nueva Zelanda y estar alejado de su familia decidió que iba a concentrarse en la TV–, lo fue porque Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, los productores de la franquicia Bond, querían que Jackson dirigiera la 18º entrega 007, ‘El mañana nunca muere’ (1997). Se ve que la cinta les horrorizó y retiraron el ofrecimiento, pasándole el trabajo a Roger Spottiswide.

3. Ama a sus criaturas

Y nosotros amamos las suyas, especialmente a Pauline y Julia, las dos asesinas adolescentes obsesionadas con Mario Lanza de ‘Criaturas celestiales’ (1994). El film demuestra otra gran baza de Jackson: su buen ojo para el casting, para descubrir a actores diferentes, especiales, como lo es aquí una Kate Winslet casi adolescente. O, como por ejemplo en el caso de la saga ‘El Señor de los Anillos’, sacarse de la manga un star system completo. Aunque claro, siempre puede equivocarse porque, años más tarde, Jackson hizo esto:

4. Despidió a Ryan Gosling

Sí: a este Gosling. A su favor está haber sido de los primeros en darse cuenta del potencial de este ex-chico Disney pero… Lo siento, me encanta que le hiciera engordar 15 kilos para interpretar al padre de Saoirse Ronan en ‘Desde mi cielo’ (2009) y después lo despidiera porque era demasiado joven para el papel y había engordado demasiado… Tres días antes de empezar a filmar. Jackson es especial en esto de los cástings. Gosling no fue el primer que ha abandonado antes de tiempo uno de sus rodajes. Stuart Townsend era Aragon. Hasta que Jackson decidió que no daba. En su lugar llegó Viggo Mortensen. El sustituto de Ryan Gosling fue… Mark Wahlberg.

5. Tiene las cosas claras, elementales

No hay nada más difícil que reconocer que te has equivocado, asumirlo y corregir el error asumiendo las consecuencias que esto conlleve. Pero incluso es más difícil hacer justo lo contrario: mantenerte en tus trece cuando estás convencido que llevas razón y todo, absolutamente todo, está en tu contra. Eso es lo que hizo Jackson cuando tuvo que decidir –de forma consensuada con Guillermo Del Toro al principio– quién tenía que ser Bilbo Bolsón. Martin Freeman era el único candidato. Sonaron otros nombres, es cierto, pero sólo como sustitutos, como planes B. Pero era imposible: Freeman estaba obligado por contrato a rodar la segunda temporada de la serie de la BBC ‘Sherlock’, cuyas fechas se solapaban sin solución con las del rodaje de ‘El Hobbit’. Jackson, a dos semanas de empezar la producción, aún sin protagonista, y a sabiendas de lo que significaría para la opinión pública un nuevo retraso, decidió que adaptaría el calendario de rodaje de su superproducción para encajarlas con las de ‘Sherlock’. El movimiento fue clave, ya tenía a su Bilbo. Y, de pasada, también se llevó a Nueva Zelanda a la pareja catódica de Freeman, Benedict Cumberbatch: él prestaría su voz a Smaug, el dragón parlante villano de la saga.

Una decisión elemental… Y una razón más para justificarnos ante la épica desmedida de Jackson porque, por si no ha quedado claro, este neozelandés no es George Lucas. Al menos aún, que ya se sabe: a todo cineasta le llega su Jar Jar Binks. Esperemos que éste no sea el caso.

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Comentarios

  1. Comentario by Título Mejor pelicula | Hay más cine ahí fuera (17-23 diciembre) - diciembre 24, 2012 02:47 am

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  2. Comentario by Hay más cine ahí fuera (17-23 diciembre) | Villamorra Cines - diciembre 24, 2012 04:44 pm

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  3. Comentario by Cantad, cantad... Miserables - diciembre 26, 2012 10:23 am

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