Morgan Three Wheeler, amor por la conducción
Desde hace más de cien años ha habido dos sectores que hermosamente enfrentados han competido por ser los más rápidos, espectaculares y bellos. Una guerra interminable que ha animado a ingenieros y genios a exprimir al máximo sus dotes. Estoy hablando del sector de las cuatro ruedas y de las dos, cómo no. Aunque comparten el olor a gasolina uno intenta imponerse al otro, hay una especie de rivalidad como la del perro y el gato. Porque la paz, el amor y la solidaridad se desvanecen cuando preguntas… ¿qué es mejor un coche o una moto?
Evitando meterme en un berenjenal de difícil salida me limitaré dar como respuesta la joya que la industria británica ha parido, el Morgan Three Wheeler.
Pese a lo que se pueda imaginar el Morgen Three Wheeler no es una invención actual, ni de la década pasada. No es tampoco una revolución tecnológica o un concepto nunca visto. El Morgan Three Wheeler nació a principios del siglo XX cuando despegaba la industria del automóvil y un tal Harry Morgan tuvo la idea de adaptar un motor de motocicleta a un chasis con tres puntos de apoyo y una rueda trasera dando vida al Ciclocoche.
Sus características le convirtieron en el mejor coche del sector ligero ganando numerosos premios, carreras, medallas y marcando récords de velocidad en su categoría. Desde los inicios hasta hoy se ha avanzando a la par que lo hacía el mercado para ofrecer un producto actualizado con los mejores componentes disponibles en la época. Casi 120cv al embrague y unos 500kg de peso hacen del último Morgan Three Wheeler una máquina sólo apta para apasionados.
El precio ronda los 45.500 euros. Un precio elevado, especialmente si tenemos en cuenta lo que podemos adquirir por esa cifra, aunque es justo recordar que no hay coche sobre la faz de la tierra que te haga sentir como te hace sentir un Morgan Three Wheeler.
La proximidad del suelo, el aire en la cara – curiosa característica viniendo de uno de los países con peor tiempo – y la sensación de una única rueda trasera 175mm son cosas que ningún coche alemán te puede dar. Y es que hay que tener algo especial para convencer a gente como Chris Harris.
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