Magic Johnson, cuando el ídolo se volvió humano
En la historia reciente de la NBA, es probable que haya habido dos noticias externas al juego que hayan representado dos momentos de cambio y de impacto tales, que trascendieron las fronteras del baloncesto. Una fue la muerte por sobredosis de cocaína de Len Bias el 19 de junio de 1986, sólo dos días después de que fuera elegido el segundo en el draft por los Boston Celtics. La otra tuvo lugar el 7 de noviembre de 1991, en el mítico Forum de Inglewood, a las dos de la tarde. Fue el día que Magic Johnson anunciaba que era VIH positivo y que se retiraba del baloncesto, el día que el sida dejaba de ser una enfermedad marginal para la gran mayoría de la sociedad estadounidense (estaba considerada una enfermedad de homosexuales y drogadictos) y pasaba a convertirse en algo muy real que podía pasarle a cualquiera.
En aquel momento, Magic estaba preparándose para empezar una temporada que no sólo debía hacer olvidar la dura derrota que los Bulls de Michael Jordan inflingieron a los Lakers en las Finales de 1991, sino que tenía en el horizonte la promesa de los primeros Juegos Olímpicos en los que podían participar jugadores profesionales de baloncesto estadounidense. La pre-selección que Chuck Daly estaba haciendo era un quién es quién de todas las grandes estrellas de la época de la NBA, y Magic debía ser el corazón y el cerebro de aquel equipo. ¿Cómo iba a serlo después de anunciar que era VIH positivo? De hecho, incluso se dudaba de que Johnson fuera a vivir mucho más tiempo.
La sonrisa de la NBA
Earvin “Magic” Johnson tenía, en 1991, 32 años y ya era una leyenda viva de la NBA. Sus estadísticas totales de 17.239 puntos, 9.921 asistencias y 6.376 rebotes, sus cinco anillos de campeón, tres MVPs de la liga regular y otros tantos MVPs de las Finales lo situaban entre los grandes de la historia de la Liga. Su modo de entender el juego había sido la piedra angular del célebre Showtime de los Lakers de Pat Riley a mediados de los 80, y sus asistencias de fantasía y su eterna sonrisa lo convirtieron en el favorito no sólo de la grada del Forum, sino de buena parte de los aficionados a la NBA. El anuncio de su retirada por el VIH fue un mazazo brutal, pero Johnson nunca perdió la sonrisa en aquella famosa rueda de prensa en la que los periodistas estaban más tristes que él, y hasta se permitió terminarla con una frase que resumía perfectamente su personalidad:
Voy a continuar. Voy a vencer esto. Y voy a divertirme.
Magic ha reconocido en varias ocasiones posteriores que, si hubiera sabido entonces lo que sabe ahora sobre esta enfermedad, no se habría retirado, pero en 1991, la lucha no sólo era contra la posibilidad de desarrollar el sida, sino contra el gran desconocimiento que había sobre él. Su participación en el All-Star de 1992, por ejemplo, estuvo precedida de una gran polémica y de declaraciones de jugadores como Karl Malone, que no querían compartir el parqué con él por miedo a que algún rasguño durante el partido pudiera contagiarles el VIH. Magic jugó aquel All-Star y hasta fue elegido MVP, el segundo que ganaba en el Fin de Semana de las Estrellas, algo que ya empezaba a apuntar el espectáculo que se vería meses más tarde, en agosto, en Barcelona.
El Dream Team
Chuck Daly, el entrenador del Team USA de los Juegos Olímpicos de 1992, siempre quiso contar con Magic en el equipo, si él se sentía con fuerzas de jugar. Johnson no había dejado de entrenar y no quería perderse la cita olímpica, más aún porque quería que su amigo, Larry Bird, recibiera en Barcelona por parte del público el mismo respeto y cariño que él le tenía. De aquel Dream Team (el único merecedor realmente de ese nombre) se cumplirán en agosto 20 años, que la actual selección estadounidense conmemorará con un torneo triangular con Argentina y España el próximo mes de julio, pero esas dos décadas no han mermado en absoluto el espectáculo que Magic, Larry Bird, Michael Jordan, Charles Barkley, David Robinson, John Stockton, Clyde Drexler y compañía dieron en Barcelona.
La final olímpica contra la Croacia de Drazen Petrovic no sería el último partido de Magic, que regresó brevemente en 1995 a vestirse de nuevo del oro y púrpura de los Lakers. Físicamente ya no estaba para jugar de base, así que ocupó la posición de ala-pívot en los 36 encuentros que disputó aquella temporada, incluidos cuatro de Playoffs. Johnson era más Earvin que Magic, pero todavía conservaba su toque para divertirse y hacer que el público se divirtiera, sin olvidar nunca que el baloncesto es un deporte de equipo y, si quieres ganar, tienes que lograr que tus compañeros sean tan buenos como tú. Porque el truco de Magic era que hacía mejores a sus compañeros, que sus asistencias convertían a un Michael Cooper en un jugador decisivo y a un James Worthy, en una superestrella que decidía campeonatos.
‘El anuncio’
La cadena ESPN recuerda este domingo los 20 años que han pasado desde que Magic anunciara que era VIH positivo con un documental, titulado ‘The Announcement‘, en el que el propio Johnson recuerda lo que significó aquella rueda de prensa del 7 de noviembre de 1991, y cómo ha llevado su vida en todo ese tiempo en el que se ha centrado también en campañas por la prevención del sida. Él mismo reconoce que estos 20 años han sido para él una bendición y una maldición:
La bendición es que salí y lo anuncié y todo el mundo empezó a hablar abiertamente sobre el sida, quizás por primera vez. Entonces llegó la maldición, porque los jóvenes empezaron a decir, “oh, puedo contraerlo y ser como Magic. Él está por todas partes. Él está bien”.
Magic no ha dejado de tener tirón para los aficionados al baloncesto ni para el gran público en general en estas dos décadas. Su rivalidad en la cancha, y amistad fuera de ella, con Larry Bird se ha convertido en un musical de Broadway que se estrena en abril, y sus 10.141 asistencias no sólo son la cuarta mejor marca de la historia de la NBA en ese apartado, sino que resumen también su modo de entender el baloncesto.
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