O por ahí o camino de Toronto, la próxima parada en el tour promocional de ‘The Master’, la ya encumbrada nueva obra maestra que Paul Thomas Anderson acaba de presentar en la 69ª Mostra de Venecia. Que si cine de culto y sobre cultos, cienciología, desasosiego extremo, primerísimos planos en un claustrofóbico 70 mm, o la salud de la amistad entre PTA y TC –los plumillas USA adoran los acrónimos– sigue sin mácula. Perfecto. ‘The Master’ se abre al debate de la misma manera que abre, ahora sí, la temporada de premios. Todo sea por el hype. Pasémonos meses haciendo ruido, comentemos y analicemos al detalle teasers, tráilers, avances y featurettes hasta que llegue la película y podamos salir de la sala con una sonrisa de oreja a oreja mientras decimos para que nos oigan ‘Tampoco había para tanto’.

Nada, nada. Puede que aún tenga la cabeza de vacaciones o que se me haya pegado algo de Joaquin Phoenix, el protagonista de ‘The Master’. Phoenix es un tipo capaz de brillar junto a un superlativo Philip Seymour Hoffman y una nada invisible Amy Adams: Joaquin Phoenix. Un hombre extraño, raro, esquivo, al borde de un perenne ataque de nervios, borde. Una joya, vaya. Pero también uno de los mejores actores de su quinta –el mejor de todos si nos creemos a Kate Winslet– y un loco de lo más cuerdo. Más aún si tenemos en cuenta de dónde viene.

En los 60 la gente se preguntaba dónde estaban cuándo dispararon a Kennedy. Yo soy de los que recuerdan qué hacían el 8 de abril del 94 o el 31 de octubre de 1993: la noche en la que River Phoenix murió, víctima de una sobredosis de cocaína y heroína, frente el Viper’s Room de Johnny Depp. Joaquin estuvo a su lado y él fue quien llamó al 911 pidiendo ayuda.

Los Bottom: River junto a su madre Heart, su padre John y Liberty, Leaf-Joaquin, Summer y Rain. La familia se cambió el apellido a Phoenix para simbolizar su capacidad para sobrevivir a sus constantes cambios y mudanzas.

Joaquin Rafael Bottom nació en Puerto Rico el 28 de octubre de 1974. Tercero de los cinco hijos de una pareja de ex-hippies, ex adeptos y ex misioneros de los Hijos del Sol, siguió los pasos de sus hermanos mayores River y Summer y, primero, se cambió el nombre para llamarse Leaf y, después, se hizo actor. Aprovecharse del camino abierto, algo que ya hicieron o harían otros tantos hermanos menores y que daría para una subcategoría de posts: Bryan Laudrup, Marc Gasol, Ralph Schumacher, Chad Lowe, Joey Travolta, Frank Stallone, Amber Lynn –sí, bueno, no tenía ningún tipo de parentesco con Ginger, ¿Y?– o Casey Affleck, aunque aún faltaba una década y media hasta que sus destinos se cruzaran. Joaquin, es decir Leaf, pasó de tocar y cantar en la calle a rodar anuncios, de ahí a la TV y al cine, donde intervino en tres títulos muy ochenteros: ‘S.O.S. Equipo Azul’ (1986), ‘Rusos’ (1987) y ‘Dulce hogar… A veces’ (1989). Tres cintas que le sirvieron para darse cuenta que esto del cine se le podía dar bien… pero no le interesaba para nada. Y así, a los 15 años, se retiró. Por primera vez.

Rain, River con su hermano menor Leaf-Joaquin Phoenix en una imagen de 1983.

Fue la espantada más longeva y tuvo una víctima: él mismo o, mejor, su nombre familiar, Leaf, que nunca más volvería a utilizar en un crédito… Y justo en el momento en que se planteaba volver a rodar un largo, llegó la segunda retirada. ¿La razón? La muerte de River. Joaquin Phoenix tardó un año en sacarse de encima el miedo a la opinión pública, la prensa y, directamente, el contacto con otra gente o los espacios abiertos. Gus Van Sant, que había dirigido a su hermano en ‘Mi Idaho Privado’ y a su hermana Rain en ‘Ellas también se deprimen’ –el marciano título español para ‘Even Cowgirls Get The Blues’– le convenció para que encarnara al quinceañero al que convence Nicole Kidman para que liquide a su marido en ‘Todo por un sueño’. Peliculón a recuperar y el inicio de una bonita amistad, la de Joaquin y Casey Affleck.

Joaquin Phoenix, Casey Affleck e Illeana Douglas en 'Todo por un sueño'.

Y es que Casey Affleck es, al menos, responsable al 50 por ciento de la tercera retirada de Joaquin, amigo hace 15 años y hoy cuñado y vecino: Casey se casó con Summer –no, no con Zooey Deschanel sino la benjamín de los Phoenix– y viven en el mismo edificio de Nueva York. Dos hermanos pequeños que en 2008 se sacaron de la manga ‘I’m still here’, un ejercicio de cinéma-verité que radiografía una sociedad enferma, obsesionada con las celebrities y en la que la fama es un objetivo, una meta sí, pero también una lente que deforma la realidad. Lo mejor del caso es que aquí el autor está aún más enfermo. O eso nos hicieron creer. ¿Actores del método? Joaquin Phoenix interpretó durante meses una versión bizarra de si mismo, un sosías que decidía apartarse del cine para probar fortuna en el mundo del hip-hop. ¿Os imagináis a Sacha Baron Cohen un año sin salirse del personaje de Borat?

Pues eso es lo que hizo Phoenix, un autentico suicidio profesional decían los trades en su momento. Su aparición en el show de David Letterman fue antológica, un hilarante monumento al absurdo del artificio televisivo tan desasosegante que él mismo se encargó de explicar en tiempo después.

Sea como fuere, hoy tenemos a Joaquin Phoenix de vuelta. Y no de todo, como sería de esperar con una hoja de servicios como la que tiene, sino frente a la cámara. Para goce de Paul Thomas Anderson, Spike Jonze –con el que rueda ahora– o James Gray, uno de esos directores desconocidos que en unos años descubrirán algunos. Pero no lo tendríamos aquí de no ser por otro bicho raro del mundo del cine, de otro genio capaz de comerse sus zapatos o cruzar media Europa a pie para cumplir una promesa: Werner Herzog. La historia es tan buena que lo mejor es escucharla en boca del mismo Herzog (y sufrir la animación).

Man. Relax. Eso es algo que deberíamos decirnos más a menudo. Relajémonos porque aún faltan unos meses para que llegue a nuestros cines lo último de Joaquin Phoenix, ‘The Master’. Veremos si, esta vez, podemos creernos el hype.

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