Experiencias míticas

Harvey Keitel, el Sr. Lobo de Quentin Tarantino

El cine de Quentin Tarantino está lleno de historias de venganzas asincopadas, de narración violenta, intensa y rota; diálogos que son música por sí mismos; bandas sonoras rebosantes de temazos desconocidos esperando a convertirse en hits –¡Lo que daría porque me dejaran husmear, aunque solo fueran unos minutos, en la discoteca del de Knoxville!–; pero, sobre todo, sus películas, corales todas, están llenas de personajes distintos, redondos, enormes. Y poco importa que solo aparezcan unos planos en pantalla: sus personajes imaginados seducen más por lo que se guardan que por lo que muestran de buenas a primeras. En las películas de Tarantino, los secundarios también son protagonistas.

Es verdad: Vincent Vega, Beatrixx Kido –el nombre real de La Novia, otra muestra de la holandofilia de este adorador de pies sin remedio– o el teniente Aldo Rain llevan el peso de sus respectivas películas. Ellos son los ocasionales solistas de una banda perfectamente afinada además de tres muestras del referencial e interconectadísimo universo imaginado por Tarantino. Porque, tal como se ha apuntado en no pocas ocasiones –por ejemplo aquí–, desde ‘Reservoir Dogs’ hasta ‘Malditos bastardos’ pasando por la mancillada ‘Amor a quemarropa’ o la mutilada ‘Death Proof’, Tarantino nos dibuja una realidad alternativa, un mundo en el que la Historia, con un giro a lo ‘Fringe’, deja paso a otra muy diferente. Una en la que Hitler no murió en un búnker sino asesinado en un cine por un batallón de judíos, en la que los hermanos Vega, sí, el Vincent de John Travolta y el bailarín Sr. Rubio de Michael Madsen se fuman una caja de cigarrillos Red Apple mientras planean un golpe juntos en una precuela imposible o en el que el hijo de Donny ‘El oso judio’ Donowitz se convierte en productor de serie Z. ¿Alguien da más?

Ahora, 20 años después del primer pase de su primer film en Sundance, a solo unos meses para que se cumplan las dos décadas de su primera proyección y visita al Festival de Sitges, es fácil ver el arrollador fenómeno que rodea a Tarantino y su cine. Lo díficl, imposible casi, era verlo entonces. Pero alguien lo hizo: un actor acostumbrado a trabajar con novatos, alguien que no dudaba en viajar hasta España para rodar una cinta fantástica con el hijo cantante de un torero o enfrentarse a un genio hasta ser despedido en uno de los rodajes más complicados de la historia del cine. ¿Las respuestas a estas preguntas? Harvey Keitel. Scorsese (‘Malas calles’, de rodillas todos), Ridley Scott (‘Los duelistas) o Paul Schrader (‘Blue Collar’). Miguel Bosé y ‘El caballero del dragón’. Y Francis F. Coppola y ‘Apocalypse Now’. Mr. Keitel fue el Sr. Lobo que limpió los problemas con los que nació ‘Reservoir Dogs’.

Quentin Tarantino dirigiendo a Harvey Keitel en el set de 'Reservoir Dogs'.

En este caso no fue una llamada desesperada sino el azar más increíble: una copia del guión de la ópera prima de Tarantino le llegó a las manos después de pasar por las de Lawrence Bender –llamado a ser uno de los protagonistas de la modestísima puesta de largo rodada entre amigos–, del profesor de interpretación de este y de aquí, pasando por la esposa de este último, a las suyas. Aunque también hubo una llamada, esta sin contestar. Keitel le dejó un mensaje en el contestador de Tarantino diciéndole que le había encantado el guión y que quería participar en él. De los 30.000 dólares de presupuesto total, cast amateur y rodaje en 16mm a revolucionar el cine indie: 1,2 millones, Keitel como protagonista y co-productor y unas sesiones de cásting por las que pasaron (y fueron rechazados) George Clooney o David Duchovny. Un hito absoluto… Y es aquí dónde me veo en la obligación de citar a Winston Wolf, el Sr. Lobo:

‘Siempre nos quedará París’, ‘Francamente querida me importa un bledo’, ‘Que la fuerza te acompañe’ o ‘Le haré una oferta que no podrá rechazar’ son algunas de las citas más socorridas de la historia del cine. Como lo es también la que suelta Mr. Lobo, un diálogo al que Keitel –que poco antes ya había encarnado a un limpiador en ‘Nikita. La asesina’, aunque nada como este– tiene que enfrentarse casi tantas veces como Robert De Niro a su monólogo frente al espejo en ‘Taxi Driver’. Una línea que hemos repetido millones de veces cuando necesitamos frenar la euforia, algo que, sea en este o en el universo paralelo de Tarantino, a veces pasa.

Y terminamos este post con una pregunta directa: ¿Osará Tarantino proyectar esa genealogía temática que recorre toda su filmografía a ‘Django Desencadenado’? ¿No sería alucinante comprobar que el personaje de Jamie Foxx sea, en realidad, el tatarabuelo de Jules Winnifield? Lo haga o no, será algo grande. Como todos los personajes de su cine.

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Comentarios

  1. Comentario by Albi - junio 27, 2012 12:33 am

    Como me gusta este personaje.

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  2. Comentario by Roy Batty: el replicante que se atrevió a sentir - junio 27, 2012 01:30 pm

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