Éric Cantona, futbolista de alma inquieta
Éric Cantona ejemplificaba un estilo de futbolista que desgraciadamente está en peligro de extinción. Ese futbolista pasional, con carácter y gran personalidad, que no se dejaba influenciar y huía de lo políticamente correcto. La corrección, llena de hipocresía en la mayoría de los casos, que ha convertido al fútbol en un deporte tan aburrido cuando no estamos sobre el césped.
Cantona entendía bien este juego, y no sólo daba que hablar sobre el terreno de juego con sus goles y maravillas técnicas. También supo crear un personaje de lo más característico. Que levante la mano el que nunca haya chutado un balón, levantándose los cuellos de la camiseta y diciendo ‘Au Revoir’ con cara de mala leche. Aquel famoso anuncio de Nike le convirtió, aún más, en todo un icono. Lo que mucha gente no sabe es que esos cuellos alzados nacieron un día en el que Cantona tuvo frío durante un partido. Como ganaron, decidió repetirlo siempre como superstición.
Daniel Iglesias es un joven estudiante asturiano, que como coordinador y editor de Notas de Fútbol conjuga dos de sus tres grandes aficiones: escribir y el deporte. La otra es el placer de viajar, con todo lo que conlleva. La vivencia de todo tipo de experiencias es su mayor motivación para llenar los años de vida, y no la vida de años.
Cantona era todo carisma. Se reía de la vida y de lo que pensasen de él. Tras un partido no se pararía a declarar que el fútbol es así y que hay que ir partido a partido. Cantona dejaba frases para la posteridad: “El fútbol es como hacer el amor. Si no puedes aguantar 90 minutos como yo, no ganas”. Si le preguntaban quién era el mejor futbolista francés de la historia, si Platini o Zidane, ni corto ni perezoso afirmaba que “ninguno, lo soy yo”. Genio y figura.
Un demonio incontrolable
Ese genio del que hablamos se le iba de las manos en muchas ocasiones, y el mayor ejemplo fue la patada que le propinó a un hincha del Crystal Palace el 25 de enero de 1995, en Selhurst Park.
Era el minuto 48 de partido, y nuestro protagonista fue expulsado por una dura entrada sobre Richard Shaw, el portero rival. Cuando abandonaba el terreno de juego, fue increpado por un miembro del público, y Cantona, sin dudarlo un segundo, se lanzó a por él con una patada de kung-fu que para bien o para mal, ya es parte de la historia del fútbol.
Las consecuencias estarían a la altura de la gravedad del asunto: nueve meses de sanción –que aprovecharía para aprender a tocar la trompeta–, dos semanas de prisión que fueron sustituidas por 120 horas de servicios comunitarios, y una dura multa económica. ¿Se arrepintió? Ni mucho menos. Cuando se lo preguntaron respondió de la siguiente manera: “Pido perdón a todos, al Manchester United, a mis compañeros de equipo, a los fans, a la Federación… y también quiero disculparme con la prostituta que compartió mi cama la tarde pasada”. ¿Consecuencias? Otra multa.
Pero no era un papel, sino que realmente Cantona no se arrepiente de aquel momento. Tiempo después de su retirada, en una entrevista en la BBC, le preguntaron cuál había sido el mejor momento de su carrera. Esta fue su respuesta:
“Cuando le di la patada de Kung-fu a un hooligan. Creo que es un sueño para algunos dar una patada a ese tipo de gente. Así que lo hice para ellos, para que estuvieran contentos.”
Aquella patada fue su mayor ida de olla, pero no la única. Su lista de sanciones es enorme, y no por cualquier motivo: un puñetazo a un compañero en el Auxerre, lanzar un balón al público y la camiseta al suelo al ser sustituido, lanzarle las botas en la cara a un compañero en el Montpellier, protestar las decisiones de un árbitro lanzándole otro balón, escupir a un aficionado, o insultar al seleccionador francés –Henri Michel– en plena televisión. ¿Que qué le dijo? Esta dulzura:
“No volveré a jugar con Francia mientras Michel sea seleccionador: o él o yo. Es uno de los entrenadores más incompetentes del mundo, algo parecido a un saco de mierda”
La Premier, siempre en deuda con él
Sin embargo, y a pesar de todas estas “hazañas” de nuestro crack, el mundo del fútbol y especialmente la Premier League, siempre estarán en deuda con Éric Cantona. No hablo sólo de sus logros y méritos deportivos tanto en el Leeds United como en el Manchester United –y eso que fue el primer jugador de la historia en Inglaterra capaz de ganar dos ligas seguidas con equipos distintos–, sino de lo que hizo por una competición que agonizaba.
Tras la tragedia de Heysel, en la que murieron 39 aficionados por una avalancha en la final de Copa de Europa entre Liverpool y Juventus, la UEFA sancionó muy duramente al fútbol inglés para que tomaran medidas con los denominados “hooligans”: 5 años sin poder disputar competiciones europeas. El fútbol inglés que había dominado Europa durante la última década, de repente se veía fuera de juego. Las consecuencias fueron catastróficas: pérdida de prestigio, de ingresos, y sus mayores estrellas emigraron para poder disputar estas competiciones: Gary Lineker, Mark Hughes, Glen Hoddle, Ian Rush, David Platt, Paul Gascoigne…
La llegada de Éric Cantona a las islas fue un punto de inflexión en un fútbol inglés prácticamente marginado. Cantona ayudó a que la Premier League empezase a mirar de puertas hacia afuera. Dejaron de ser tan herméticos para comenzar a exportar su producto. Con Cantona como líder y otros colaboradores de lujo como Zola, se empezó a trabajar en una Liga que debe su éxito actualmente a las bases que se empezaron a asentar por aquel entonces.
Retirado del fútbol, pero no del foco
A Cantona la pureza nunca le abandonó, y por eso cuando con sólo 31 años se dio cuenta de que había perdido la pasión por el juego y que ya no se divertía, no alargó su carrera, sencillamente colgó las botas. La mala suerte quiso que menos de dos años después, su selección levantase Mundial y Eurocopa, y el Manchester United, la Liga de Campeones. Títulos que se resistieron a figurar en su curriculum.
Pero Cantona tenía, y sigue teniendo, otras inquietudes. Mientras mataba el gusanillo del fútbol de una forma mucho más relajada con el fútbol playa, ha dejado fluir su vena artística pintando cuadros, publicando un libro de fotografías realizadas por él mismo, produciendo obras de teatro y, especialmente, como actor. Cantona ha aparecido en más de 20 películas, siendo la más aclamada ‘Buscando a Éric’, película de Ken Loach en la que Cantona se interpreta a sí mismo, y que le permitió pasearse por la alfombra roja de Cannes.
¿Qué es lo último que sabemos de Éric? Pues ni más ni menos que quiere presentarse a las elecciones presidenciales francesas. Aunque Sarkozy puede estar tranquilo, ya que el verdadero objetivo está en la lucha a favor de la vivienda digna, con el apoyo de la Fundación Abbé-Pierre. Fue un genio sobre el terreno de juego, y sigue siéndolo fuera de él.
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