Experiencias míticas

Dustin Hoffman, pequeño gran cineasta

¿Se puede ser un director novato con 75 años cumplidos? ¿Acusar la inexperiencia detrás de la cámara cuando se ha actuado en más de 50 películas y ganado un par de Oscar? Seguramente lo más insólito de estas preguntas es que se dé el escenario en el que puedan ser contestadas, que alguien cumpla los requisitos necesarios para responderlas. Este viernes llega a nuestros cines ‘El cuarteto’, tardía ópera prima de uno de los actores con más trastienda del viejo Nuevo Hollywood: Dustin Hoffman se gradúa, al fin, como director.

Cinéfilos de última hornada seguid leyendo: Dustin Hoffman no es sólo el padre de Ben Stiller en la saga ‘Los padres de ella’ o la voz –y qué voz– original de Shifu en ‘Kung-Fu Panda’. Qué va. Desde que hace ya 45 años la Señora Robinson le sedujera en ‘El Graduado’ (Mike Nichols, 1967), Hoffman se ha distinguido por no dar punzada sin hilo en su carrera: puede tener algún que otro descosido pero su catálogo de clásicos es alta costura al alcance de muy pocos.

¿Podría tener una romcom de hoy un final tan rompedor y abierto como este? Lo cierto es que con ‘El Graduado’, Hoffman inicio una carrera a contracorriente: bajito, de voz aflautada, feúcho y muy judío. Mucho. Era el perdedor que Nichols quería. Aunque fuera sólo seis años menor que Anne Bancroft, santa patrona de toda una estirpe de MILFs, que… intenta seducirlo. Alguien a quien entenderías que dieran calabazas y que se lanzara a una aventura desesperada. Porque a Hoffman se le puede rechazar, a a Robert Redford –después compañero de Hoffman en ‘Todos los hombres del presidente’ (Alan J. Pakula, 1976)–, no. Después de probarlo junto a Candice Bergen, cuentan que Nichols preguntó: –Robert, ¿cómo te sentiste la última vez que una chica te rechazó? -¿Qué quiere decir? –Precisamente eso, chico. Y el papel fue para Dustin Hoffman.

"¿Está intentando seducirme, Señora Robinson?". Benjamin Braddock, agudo observador.

Aplicadísimo actor del método, discípulo de Lee Strasberg, admirador de Marlon Brando y compañero de piso en la Nueva York de finales de los 50 de Gene Hackman y Robert Duvall –le dejaban dormir en el suelo de la cocina–, Hoffman ha luchado siempre contra dos sambenitos. El primero, ser un actor difícil. El segundo, rechazar papeles por los que otros matarían. “Es cosa de la prensa”, reconocía en una entrevista en el pasado Festival de Londres.

“Tiende al estereotipo: que si Warren Beatty era el que se las tiraba a todas, Jack Nicholson el que se ponía ciego y Dustin el difícil. Yo no soy difícil, discuto, hablo. Bill Murray tiró a un lago al productor de ‘¿Qué pasa con Bob?’ (Frank Oz, 1991). Jack Nicholson le tiró una tele a Roman Polanski… Pero de eso nadie dice nada. Gene coge de las solapas al director que le cabrea y lo arrastra. Y a mí, que intento hablarlo… o gritarlo, vale, me cuelgan el muerto”.

Me hubiera encantado poder estar en el rodaje de ‘Perros de paja’ (1971) y ver a Hoffman discutir con Sam Peckinpah. Pero la verdad es que, según cuentan, los dos se llevaron bastante bien… O con Arthur Miller en ‘Pequeño gran hombre’ (1970) o con John Schlesinger en el set de ‘Cowboy de Medianoche’ (1969) –su primer Oscar–, pero también se llevaron razonablemente bien. Con quién sí se las tuvo fue con Sydney Pollack en el rodaje de ‘Tootsie’ (1982). Sus discusiones, a voz en grito, se pueden intuir en la misma película: Hoffman amenazó con abandonar la producción a medias si Pollack no interpretaba a su agente, con el que su personaje tiene unas peleas encarnizadas. Trabajaron tan mal juntos que, cuando surgió la oportunidad de coincidir de nuevo en ‘Rain Man’ (1988), Pollack se bajó del proyecto y lo cedió a Barry Levinson.

Aunque, la verdad, el director con el que peor se ha llevado Dustin Hoffman es él mismo. ‘El cuarteto’ es el primer film como director que Hoffman ha terminado. Hace 35 años empezó a dirigir ‘Libertad condicional’, un drama sobre un ex presidiario reincidente que él mismo producía y encabezaba. A mitad del rodaje se despidió como director y contrató a Ulu Grosbard. Las malas lenguas dicen que lo hizo porque, con él dirigiendo, Hoffman no tenía a nadie a quién gritar.

Volvamos a su segundo estigma: rechazar papeles. Suena raro en alguien con una carrera como la suya, pero el listado de películas que Hoffman podría haber liderado asusta. Ha dado calabazas a Ingmar Bergman –”Mi mujer estaba embarazada cuando me ofreció ‘La carcoma’ (1971) y no me apetecía dejarla sola”–, a Federico Fellini –”Le dije que no porque no rodaba con sonido directo”–. Y cuatro veces a Steven Spielberg, ‘Encuentros en la tercera fase’ (1977), ‘Always’ (1988), ‘La lista de Schindler’ (1993) –“El papel que hizo al final Ben Kingsley era mío”– y ‘Amistad’ (1997). Por dejar plantar a mitos, dejó esperando a Samuel Becket en un bar de París cuándo este quería ofrecerle liderar un nuevo montaje de ‘Esperando a Godot’.

"Dustin, ¿Has pensado en actuar?" Laurence Olivier, metódico como siempre.

¿Dije dos sambenitos? Hay un tercero. Hoffman ES el método. Como Robert De Niro, que condujo un taxi para protagonizar ‘Taxi Driver’ (Martin Scorsese, 1977) o, pongamos un ejemplo de este siglo, Daniel Day-Lewis que se metamorfoseó en Abraham Lincoln tanto frente como detrás de la cámara para rodar el film que puede romper –romperá– la maldición Spielberg: ningún actor nominado en un film del rey Midas de Hollywood se ha alzado con el Oscar.

Hay una anécdota del rodaje de ‘Marathon Man’ (John Schlesinger, 1976) que se cita de cien maneras distintas pero que tienen siempre el mismo final. En el film, Hoffman es Babe, un doctorando admirador de Abebe Bikilaque se ve envuelto en una trama en la que juega un papel destacado un criminal de guerra nazi… al que encarna Laurence Olivier, un abanderado de la interpretación vieja escuela. Hoffman, para entrar en el personaje, se pasaba las noches sin dormir y, antes de cada toma, corría al sprint diez, quince, veinte minutos para llegar sudado, cansado, exhausto. Olivier le espetó: -Dustin, ¿no has pensado nunca en actuar? No hace falta que lo sientas, sólo que se lo crean.

Y ahora tenemos a Hoffman en un nuevo cuento: el de director, enfrentado a una comedia vieja escuela y a otra intérprete de armas tomar –Maggie Smith también es de las que no se calla nada en los rodajes–. Después de decenas de películas, de premios, de obras de teatro, de una serie de TV cancelada –premio para el que me la diga sin tirar de IMDb–, a sus 75 años se gradúa otra vez. Y sólo se me ocurre una forma de desearle suerte: “¡Hoopa Hoopa Hoopa!”.

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Comentarios

  1. Comentario by Smeagol - enero 08, 2013 12:37 pm

    ¡Qué de grandes momentos nos ha dado! Me quedo con Marathon Man y con El graduado, por supuesto :)

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  2. Comentario by Diego Casas - enero 08, 2013 04:19 pm

    He sido admirador de Dustin gran actor, sus peliculas y sus interpretaciones de lujo y dignas de imitar.
    Que bueno saber que ahora es director, junto con Maggie Smith.

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  3. Comentario by saweone - enero 09, 2013 06:08 am

    Siento especial debílidad por Hoffman, se verá con mucha ilusión esta nueva faceta.Una pena todo el lio de los caballos y no poder seguir disfrutandole en Luck.

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  4. Comentario by Daniel - enero 09, 2013 08:41 am

    Saweone, con una respuesta con conocimiento de causa y discreción, ha revelado la única serie de TV como protagonista de Hoffman: LUCK, de Michael Mann. Una pena que terminara, sí.

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