Experiencias míticas

Cine de arte, ensayo y palomitas

Una de las leyendas urbanas nunca confirmadas con la que más tiempo he perdido en las salas de prensa de los festivales de medio mundo (o en aquellos en los que he estado, vaya) decía que Jean-Luc Godard cuando necesitaba una inyección de motivación fímica, se largaba a Hong Kong y rodaba, de incógnito, un par de cintas de kung-fu. Nunca he podido confirmarlo. Pero tampoco nadie ha sido capaz de negármelo.

Godard, según parece, ama las cintas de artes marciales. Y una de las películas favoritas de Terrence Malick es Zoolander. Incluso se sabe diálogos de memoria. Sí, el director de El Árbol de la Vida cita a Derek Zoolander. Parece que nos encontramos ante una regla no escrita en el cine: cuanto más de culto sea un director, más sorprendentes serán sus cintas favoritas.  Por eso no es de extrañar que uno de los directores preferidos de Ingmar Bergman fuera Steven Spielberg. ¿Que no os lo creéis? Pues nada: he aquí la primera prueba de la defensa. Señorías, echen un vistazo a esta foto que presento ante el tribunal.

La imagen fue tomada por John Bryson en los estudios Universal en 1975, el año del estreno de Tiburón, en una visita del sueco a Hollywood. Un retrato cinéfilo, amable, plácido. Mucho más tranquilo que la accidentada historia que tuvo que superar el film, y con él Spielberg, para llegar a buen puerto. De hecho, este es uno de los proyectos más complicados de toda la carrera del director de E.T. El extraterrestre. Tanto que estuvo a punto de acabar con ella incluso antes de que ésta explotara… en el buen sentido del término. Tiburón tuvo problemas de todo tipo. Los primeros, de guión. Muchas escenas fueron escritas la noche antes de ser rodadas y Spielberg expulsó del set al escritor de la novela en la que se basa el film, Peter Benchley,  tras una violenta discusión.Tiburón también sufrió un montón de líos de cásting: Lee Marvin, Robert Duvall, Jeff Bridges, Jon Voight y Richard Dreyfuss rechazaron participar en una película cuyo mayor protagonista era un pez.

Bueno, Dreyfuss se lo pensó dos veces y, tras creer que su carrera se iba a pique le pidió a Spielberg que lo considerara de nuevo para uno de los roles protagonistas. Nada apuntaba al éxito en el que Tiburón acabaría convirtiéndose. Pero volvamos a Bergman: lo que no sabía el director de El Séptimo Sello cuando se puso frente a uno de los tres animatrónics que se utilizaron en el rodaje era que Bruce –como Spielberg llamaba a los escuálos mecánicos en homenaje a su abogado– ya le había hincado el diente a otro insigne realizador.

A George Lucas. Amigo, colaborador y protector de Steven Spielberg –y con el que años más tarde pariría uno de los grandes héroes del cine del siglo XX, Indiana Jones–, Lucas, John Milius y Martin Scorsese, entonces unos jóvenes y prometedores cineastas, rindieron una visita a Spielberg en los estudios Universal durante la pre-producción de Tiburón. Las cosas se alargaron y, cuando todo el mundo ya se había ido, Spielberg todavía no les había enseñado la joya de la corona: su tiburón mecánico, todavía en fase de construcción.

Una vez en el stand del equipo de efectos, Lucas puso su cabeza entre las fauces del tiburón para comprobar de cerca cómo funcionaba el mecanismo. Y Spielberg y Milius aprovecharon para activarlo: Bruce se zampó a Lucas. Le cogió la cabeza hasta los hombros. Pero los controles se atascaron y no pudieron abrir de nuevo la boca. Aterrados, Scorsese, Milius y Spielberg tuvieron que forzar al animatrónic con unas barras de hierro para liberar a Lucas. Cuando lo consiguieron, y vieron cómo habían dejado al pobre bicho –Bruce, el tiburón mecánico… no Lucas, que estaba magullado pero perfectamente–, huyeron. Ahí queda eso. Los padres cinematográficos de Travis Bickle, Conan el Bárbaro, Han Solo o Indiana Jones corriendo como alma que lleva el diablo… Y esta vez no era sobre ruedas. Estaban muertos de miedo de que se enterase alguien  y les despidieran por haberse cargado un pez mecánico que, tras amenazar con morderlos, devoró las taquillas de todo el mundo e inauguró una nueva época: La Era de los Multisalas.

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Comentarios

  1. Comentario by Ben Stiller es un tipo gracioso. Y punto. - noviembre 29, 2011 12:15 pm

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  2. Comentario by Mario - noviembre 29, 2011 12:18 pm

    Es muy curioso ver cómo por anécdotas o distintas casualidades cambia todo. Lo que podría no ser éxito va y rompe las taquillas.

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  3. Comentario by La primera vez que hice un monólogo en público: nervios y diversión - diciembre 16, 2011 10:00 am

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