Experiencias míticas

Ciencia ficción: excusa para imaginar concept cars

La ciencia ficción ha hecho grandes aportaciones al imaginario colectivo. Aparte de haber volado por los aires 57 veces la Casa Blanca y haber tirado otras tantas las torres Eiffel y de Pisa ha aportado también pequeñas y breves dosis de futuro materializadas en, por ejemplo, los automóviles. Quizás compartamos ese sueño trivial de entrar arrasando con el Aston Martin de James Bond en Hacienda el día que te comunican que te sale a pagar. A pesar de ser una escena digna de Inglourious Basterds vamos a poner el objetivo en vehículos realmente funcionales que bien podrían llegar al mercado en un futuro no muy lejano.

El coche fantástico

El Pontiac Firebird Trans Am de Mitch Bucanan Michael Knight fue uno de esos coches que creó escuela. Puede que a ojos los maduros adultos consciente de las incongruencias mecánicas que presentaba no fuera tan atractivo, pero para niños y jóvenes de entonces fue un imán que te llevaba al mundo del motor. Sencillamente imbatible por las armas de fuego del crimen organizado, capaz de saltar varios metros para superar obstáculos y con el don de conducirse a sí mismo. A día de hoy la técnica del salto mortal para evitar atascos no se ha desarrollado “como debería” pero ya existen grandes proyectos sobre conducción autónoma.

Batmóvil


El Batmóvil es un verdadero clásico. Desde aquel primer modelo con alerones tipo aleta en el que Batman y Robin se sentaban con sus trajes de lycra, pasando por el espectacular concept car desarrollado para la película de Tim Barton o esa versión tan americanizada que apareció en Dark Knight. Todos ellos fueron coches funcionales donde no hubo lugar para animación por ordenador, puede que no tuvieran la potencia y características que lucían en las películas sin duda inspiraron a muchos ingenieros.

…y la Batmoto


Aunque fuera un auténtico sin sentido Batman – y Catwoman – disfrutaron en Dark Night de una batmoto, o Batpod como la llaman “oficialmente”. Tan bruta y ostentosa que no necesita ningún punto de apoyo para mantenerse en pie, aquella aberración se podía incluso conducir aunque la mínima curva que se presentase en tu camino suponía un tortazo asegurado.

Audi RSQ


Yo, Robot, la película protagonizada por Will Smith allá por 2004 es un ejemplo de un “product placement” de aúpa al contar con el Audi RSQ como coche estrella del futuro. Aquel Audi contaba con unas líneas futuristas, sí, pero no muy distintas de lo que, al fin y al cabo, ha terminando trayendo la industria del automóvil. De hecho, la joya de la corona de Audi, el Audi R8, se inspiró en las líneas que había marcado este prototipo. Algunas de sus características eran la conducción autónoma o utilizar esferas en lugar de ruedas comunes.

Lexus 2054


Aunque para product placement, el de Minority Report en 2002. Decenas de marcas aparecían de forma más o menos directa en sus escenas aunque, quizás, lo más destacado fue el Lexus 2054. La división de lujo de Toyota se gastó una pasta en diseñar aquel coche del futuro pero su impacto estuvo muy lejos de llegar a la suela de los zapatos del Audi RSQ. Quizás sea porque aun estamos lejos de entender su diseño – fabricado para las carreteras del 2054 – pero incluía, por ejemplo, la posibilidad de reproducir uno u otro tipo de música dependiendo del estado de ánimo del conductor. Se conoce que en los Estados Unidos no tienen Kiss FM…

No son todos los que son, pero es una buena muestra de lo que es capaz el cine. ¿Cuál es tu favorito?

En 1001 Experiencias | La extravagancia sobre ruedas
En 1001 Experiencias | James Bond, licencia para matar, no para saltarse semáforos

Comentarios

  1. Comentario by David Diaz Gil - julio 26, 2013 04:58 pm

    Quien pillara esa maravilla, por muy ciencia ficción que sea, es todo una perla!!!

    Responder  
  2. Comentario by Bestias Europeas, o cómo ir a recoger a los niños con una sonrisa - agosto 02, 2013 01:00 pm

    [...] 1001 Experiencias | Ciencia ficción: excusa para imaginar concept cars En 1001 Experiencias | La extravagancia sobre cuatro [...]

    Responder