Christian Bale, El Caballero Oscuro no es lo que parece
Batman no ríe. Y no es porque, como recuerda con no poco de humor mi colega Natxo Sobrado en el post cinco hombres que no superaron a Chuck Norris, la risa esté sobrevalorada. Qué va. Es que el equipaje que arrastra el Caballero Oscuro es de los que pesan: un caco se carga a sus padres porque a él no le va la ópera. Ahí está la madre del cordero. Olvidaos de todo lo demás. Tener un mayordomo –los culpables ¡siempre!– como figura paternal. Lo de la doble identidad y la filia por los trajes oscuros y ceñidos. El cambio repentino de Katie Holmes por Maggie Gyllenhaal como desideratum último sin poder pestañear para hacer evidente que te han dado gato por liebre. Nada. El Batman de Christopher Nolan es un huérfano con una trastienda atiborrada de traumas que no ríe. Y eso no era así. Antes, el Cruzado Enmascarado se reía de su sombra, consciente de las ironías posmodernas que encerraba su existencia. Luchaba contra el crimen, sí, pero además se partía la caja. Y nosotros con él.
Alto ahí. Que piense eso no quiere decir que no reconozca que Christopher Nolan y su séquito han resucitado a Batman. Y eso que fácil no lo tenían porque una cosa es un héroe que ríe y hace reír (como el Tony Stark de Robert Downey Jr., el superhéroe más cool del mundo) y otra muy diferente un cachondeo. Adam West, Michael Keaton, incluso Val Kilmer fueron Batmans dignos. Con michelines uno, bajito otro y… bueno, Kilmer ya tiene suficiente con lo suyo. Pero es que lo que le hizo Joel Schumacher a George Clooney y al personaje de Bob Kane es para que a uno se le congele la sonrisa. ese Bat-traje con pezones, esos planos detalle de las clooney-posaderas en el montaje a lo Equipo A del momento de vestirse… Y hay más. Echad un vistazo a esto: los 15 momentos más risibles de ‘Batman & Robin’.
Lo que sí le tenemos que reconocer a Schumacher es su visión profética: él fue el primero en fichar a Bane para la saga. Fijaos bien… Es el ayudante cachas de Poison Ivy – Umma Thurman. Aunque en ‘Batman & Robin’ no se parece a esa especie de Robespierre con abrigo de borreguito que incita a las masas a la rebelión. Qué va, se parece más a Matt Damon en ‘Team America’.
El que sí tiene un parecido más que razonable es Christian Bale con el personaje que le lanzó al universo mainstream, Bruce Wayne, Batman. Como él, parece que Bale nunca se ríe. Que siempre está de mala hostia y que tiene una innegable facilidad para meterse en en broncas. Pero eso es mentira. Sólo lo parece. Christian Bale y Batman no pueden ser más diferentes. O al menos lo eran. Aunque lo de las broncas es verdad pero ¿Quién no ha querido cantarle las cuarenta a un tipo del curro o finiquitar un encuentro familiar por K.O. técnico? El tipo tiene su genio. Es lo que tienen las identidades secretas.
Y aquí lo tenéis: los X puntos que demuestran que Christian Bale no es el Caballero Oscuro. Una bat-lista con la que triunfaréis en la cola para sacar las entradas de ‘El Caballero Oscuro: La leyenda renace’
Punto 1: Batman tuvo una infancia desgraciada y Christian Bale fue una estrella infantil
O al menos pre-teen, al estilo de las Disney divas del siglo XXI, una Miley Cyrus, Demi Lovato o Selena Gomez, aunque sin labios colagenados, cortes y curas de desintoxicación o, dios nos libre, Justin Bieber. A Christian Bale le gusta decir que fue descubierto con 12 años por Steven Spielberg –¿O puede que sea al revés? Atentos al toque del Rey Midas de Hollywood con los niños que aparecen en sus películas… ¿Drew Barrymore? ¿Ke Huy Kuan? ¿Haley Joel Osment?… ¿Tom Cruise?– pero eso no es cierto. Antes de debutar en ‘El Imperio del Sol’, Bale ya había participado en un telefilm, serie de TV y otro largo que no he visto pero cuyo título promete ‘Mio en la tierra del Más Allá’, una fantasía nórdico-soviética con Christopher Lee. Pero no, el mérito del descubrimiento es de Rowan Atkinson, el primero en echarle el ojo y llévarselo sobre las tablas de un escenario en su debut en el West End. Corría el año 1984 y la obra era ‘The Nerd’.
Pero el mundo le descubrió tres años después, cuando Bale se salió en ‘El Imperio del Sol’ porque, dice hoy, no tenía ni idea de quién narices era Spielberg. Lo peor vino después, cuando de vuelta a Inglaterra, decía en una entrevista, las chicas me querían manosear, los chavales meterse en una pelea conmigo para poder decir que habían zurrado al niño de Hollywood y los periodista me perseguían cuando iba en bici para sacarme fotos. Bueno, suena jodido, es verdad. Pero no tanto como lo de Bruce Wayne. Lo malo del caso es que la familia de Bale también es de órdago pero, con más o menos traumas, supo tirar adelante y, siguiendo el consejo de mentores como Kenneth Branagh –que le recomendó que dejara esto de ser actor tras una crisis… a los 15 años– esquivar el destino de otras estrellas infantiles como Macaulay Culkin, Corey Feldman o Brad Renfro. Y es que Bale tiene tablas aunque sea haciéndose el muerto en el paisaje después de la batalla de Agincourt de ‘Enrique V’. Non nobis domine. ¿Quién dijo que la vida de estrella infantil no era dura?
Punto 2: Batman no tiene ritmo. Christian Bale es una máquina de bailar.
El Batman del dúo dinámico formado por Christopher Nolan y Christian Bale, ojo. Al de George Clooney solo le faltaba el abanico para ser el quinto Loco Mia. Pero Bale no. Bale baila. Bailó todo el tiempo que tardó en aparcar la etiqueta de niño-actor hasta adquirir la de adolescente-ex-estrella-infantil-en-busca-de-su-destino. Un viaje lleno de peajes. Como estos: el musical ‘La pandilla’ –de Kenny Ortega, el realizador de la saga ‘High School Musical’– y la coming-of-age con nazis de por medio –pon un nazi en tu guión y la trama sube como un buen pastel– ‘Los rebeldes del swing’.
Punto 3: Batman no entona. Christian Bale canta.
Y no es de extrañar. El ronquido de Tom Waits son cantos de sirena si lo comparamos con la atonalidad afónica del paladín de Gotham City. Batman no sabe cantar. Bale es galés pero parece irlandés: no hay encuentro, velada o borrachera que no mejore con una canción a voz en grito. Pero es que encima, Bale tiene gracia cantando. Lo hemos visto antes en ‘La pandilla’ pero su primer pinito lo plantó en ‘El Imperio del Sol’, un debut arrollador y una escena que pone los pelos de punta sí o sí. El segundo corte, en el que Bale encarna a un sosías de Bob Dylan en ‘I’m not there’, de Todd Haynes, tiene trampa: es un playback. La voz es, en realidad, de Mason Jennings.
Punto 4: Batman no está cómodo con su parte femenina. Christian Bale la abraza.
Tirando de tópico, es lo que tiene ser actor –y si no, mirad lo que decía Tom Hardy al respecto aquí–. La ironía del caso, y me lo he guardado hasta este punto, es que Bale perdió frente a Chris O’Donnel el rol de Robin en la ínclita obra magna de Joel Schumacher. No es que Batman tenga que salir del armario para reconocer su men-crush con Robin, pero sí que no hay duda que entre estos dos cachas, vestidos en mallas de colores relucientes, hay, ha habido o habrá rollo. Bale ha cultivado una imagen de macho-alpha que no llega a los límites de testosterona de Russell Crowe, con el que compartía tiros en el western ‘El tren de las 3:10’, sino al contrario, deja margen para el juego, el coqueteo. Como con el Patrick Bateman de ‘American Psycho’. Dónde no hay espacio para la duda es en ‘Velvet Goldmine’, un hito en la historia del cine de Todd Haynes porque ¿Quién más puede presumir de tener a Obi-Wan Kenobi y a Batman copulando en una azotea? El look glam de Bale es de corta y rasga. Por él aguantamos incluso a Brian Molko y sus Placebo destrozar un himno de los T-Rex.
Punto 5: Batman no tiene sentido del humor. Christian Bale sí. Y con segundas.
No lo decimos por su inclinación a participar en cualquier proyecto con Pocahontas de por medio que se le ofrezca –Disney o Malick mediante, Pocahontas es Pocahontas aquí y en la República Popular de China–. Es porque no se corta en confesar que su película favorita es ‘Beverly Hills Ninja, la salcicha peleona’. Y Chris Farley uno de los cómicos de más talento de la historia del cine. Y si habéis visto ‘Batman Begins’ y esta comedia en cuestión estaréis de acuerdo conmigo que en esta confesión hay algo más: una ironía posmoderna, un cachondeo sano-sanísimo que une directamente al Haru justiciero de Farley con el defensor de Gotham City. Menudo chistes se gasta Bale.
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