Bill Murray, el hombre que supera su leyenda
En el Oeste, cuando la leyenda supera la verdad, publicamos la leyenda. O en su versión original: When the legend becomes fact, print the legend. Para mí, esta es una de las citas más memorables de la historia del cine. Y, como buenos cinéfilos que sois, sabréis que es uno de los momentazos de una película llena de ellos: ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, un CLÁSICO, así en mayúsculas, de John Ford. Pero hoy no os pienso hablar del Oeste, de Ford o de John Wayne. Hoy tocan leyendas.
A estas alturas del partido ya sabéis de qué pie cojeo. Los 80 son mi debilidad. Echadle la culpa a los cines de sala única y pantalla enorme, las colas que daban la vuelta a la esquina o a la paciencia que requería tener que esperar meses (¡o años!) para ver una película y llegar a ella casi sin saber nada. Eso forma parte de mi educación. Y en ese escenario Bill Murray ocupó un destacado lugar: ‘Los incorregibles albóndigas’, ‘El club de los chalados’, ‘El pelotón chiflado’, ‘Cazafantasmas’ o, más tarde, ‘Atrapado en el tiempo’, por citar solo algunas de sus comedias. El tipo me hacía reir. Pero lo que no sabía entonces es que Murray, más que el gracioso de turno, iba a convertirse en una leyenda.
Y no lo digo por su reconversión en icono indie gracias a Jim Jarmusch, Sofia Coppola o Wes Anderson. No. Ni tampoco por sus fracasos, aún más inexplicables (¿’Los Ángeles de Charlie’? ¿’Osmosis Jones’? ¿WTF?). Lo es porque en un mundo como el cine, encorsetado, planificado hasta el más mínimo detalle, donde actores y sus carreras son dirigidos por equipos de márketing (haz esto, sonríe aquí, párate y saluda a los fans en la alfombra roja, elige este proyecto si quieres ganar un Oscar), Bill Murray pasa de todo: no tiene agente, ni publicista, mánager, abogado o peluquero. El que quiere hablar con él, ya sea un periodista, su dentista o Nancy, su hermana monja, tiene que llamar a un número 800 (el equivalente USA de los 900) y esperar a que Murray devuelva la llamada. Viaja solo, sin séquito. Y no lleva agenda. Normal que los directores que tienen la suerte de trabajar con él –solo los que Murray elige, claro– estén de los nervios hasta que lo ven aparecer en el set el primer día de rodaje.
Todo eso lo convierte en un actor singular, diferente, me diréis. Y os daré la razón. Pero ¿qué actor aún activo hoy puede presumir de protagonizar no una, sino 9 leyendas urbanas? Bill Murray. Y hay pruebas. Tomad nota.
LEYENDA URBANA NUM. 1
En 1992, en el rodaje de ‘La chica del gángster’ le rompió la nariz a Robert De Niro. Exacto: Pete Venkman le rompe la nariz a Travis Bickle.
LEYENDA URBANA NUM. 2
Bill Murray se cuela en una fiesta para cantar en su karaoke. Fue en Nueva York. Aquí están las pruebas. Y es algo que se dice de él: a Murray le encantan las fiestas y le apasiona el karaoke. Y lo hemos visto, aunque en el cine y junto a Scarlett Johansson en ‘Lost in Translation’.
LEYENDA URBANA NUM. 3
¿Decíamos que le gustan las fiestas? Pues otra prueba la encontramos en Austin, en el SXSW de 2010 (el South by South West, uno de los festivales de cine más cool del mundo que se celebra en Austin, Texas, en marzo). Bill Murray se fue de fiesta con los Wu-Tang Clan, entró en un bar, saltó a la barra y empezó a servir tequila a todo el mundo. Da igual lo que pidieran. Tequila para todos. Durante su estancia en el festival se fue de fiesta más veces. Muchas. Cinco años antes hizo algo parecido en Escocia, en Saint Andrews, la catedral del golf, deporte del que es fanático practicante. Pues bien, Murray participaba en un torneo (era pareja de Miguel Ángel Jiménez, ojo) y una noche conoció a una estudiante noruega que le invitó a la fiesta que daban en su residencia. Y aceptó. La noticia llegó a salir en el Daily Telegraph. Sí: compañero de juergas de RZA, camarero, golfista, en una fiesta Erasmus. ¿Esta vale por cuatro, no?
LEYENDA URBANA NUM.7
Protagonizó ‘Garfield’ por accidente. Cuando Joel Cohen le envió el guión de la cinta, Murray le echó un vistazo a la cubierta y, como contó en una de sus raras entrevista, se dijo: Dios. Me encantan esos tipos. Son divertidos. Lo haré. Exacto, lo habéis leído bien: CoHen. No era el Joel Coen de ‘Fargo’ o ‘El gran Lebowski’ sino uno de nombre muy parecido pero filmografía casi opuesta, autor de guiones como los de ‘Doce en casa’ o ‘Sigo como dios’. Murray no se dio cuenta hasta que se encerró en el estudio para grabar su parte: No daba crédito. ¿Tengo que decir esto? No puedo decir esto. Y me senté e intenté mejorarlo pero… Era imposible. Los diálogos eran cada vez peores. Así que pedí que me proyectaran la película entera. ¿Quién narices ha montado esto? ¿Quién ha escrito esto? ¿Qué coño estaban pensando los Coen? Y entonces me lo dijeron: No es el Joel que te imaginas. Un genio.
LEYENDA URBANA NUM. 9
Le gusta gastar bromas. Y es una lástima porque esta, la única de la que no tenemos pruebas –es decir, la única leyenda urbana propiamente dicha– es fantástica y quiero que sea verdad. Se cuenta que a Bill Murray le gusta pasear a escondidas por Nueva York, seguir a alguien, taparle los ojos con las manos y susurrarle al oído ¿Sabes quién soy? Cuando se giran les dice Nadie te va a creer jamás. Yo sí me lo creería. Brindemos por ello.
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