Experiencias inolvidables

Vuelo en ultraligero por el valle de Benasque

Gracias a mi trabajo como desarrollador web tengo ocasión de estar en contacto con gente de todos los sectores y ámbitos, tanto económicos, sociales o laborales, como de otros aspectos como las aficiones, o más bien pasiones. Porque pasión es lo que sienten Ángel y Marlies por la aviación, y cuando nos conocimos hace años para desarrollar sus proyectos personales y algunas páginas web del mundo de la aviación, no dejé de mostrarles que volar era una de mis mayores aficiones no consumadas, afición que no practicaba en el mundo real por varias razones. Siempre me comentaban que si alguna vez pasaba por Castejón de Sos, en el valle de Benasque (donde dirigen uno de los muchos campos de ultraligeros repartidos por toda la geografía nacional), les avisara para darme una vuelta en una de sus avionetas. En una de mis primeras escapadas al valle no pudo ser, pero en la última sí. Así fue como me monté en el ultraligero Tecnam de Ángel una buena mañana de un soleado domingo de otoño.

Ignasi Calvo

Ignasi Calvo es Músico y diseñador web a partes iguales. Nacido en Barcelona el 1982, es titulado en técnico de sonido y trabaja como freelance desarrollando proyectos web. Otra de sus grandes pasiones es viajar, contando con numerosos kilómetros en sus espaldas.

Empezamos con el entretenido ritual de sacar el ultraligero del hangar. Puede parecer una operación sencilla a simple vista. Se abre la puerta del hangar, se saca la avioneta y se cierra la puerta seguidamente. Como muchas veces sucede, la realidad dista mucho de la teoría, y en este caso mucho. La Tecnam de Ángel era la última de unas cinco que se apiñaban al resguardo del clima exterior en aquel pequeño hangar. Así que empezamos a extraer con sumo cuidado las demás afuera, empujándolas, haciéndolas rotar sobre sí mismas, siempre teniendo en cuenta de no impactar con nada con los extremos de sus alas ni con las colas. Una vez rescatamos la avioneta del fondo (y de paso la de Marlies, que saldría a volar con otro colega), volvimos a aparcar de nuevo las demás.

Ahora empezaba el chequeo rutinario antes del vuelo: vuelta a la avioneta para revisar que esté todo en regla, revisión de superficies de control (timón, alas, etc), chequeo de gasolina, niveles, aceite, etc. Una vez estuvo todo en regla, encendimos el motor y subimos a cabina. Antes de iniciar el vuelo debíamos esperar a que se calentara el motor, por lo que estuvimos unos minutos charlando en los que Ángel me explicó los instrumentos y puso en marcha toda la instrumentación: GPS, intercomunicadores, radio, etc. La Tecnam es una de las avionetas ultraligeras “más grandes” que existen, entre comillas, porque pese a ser pequeña podíamos ir dos personas cómodamente en cabina y aún había sitio tras los asientos para guardar alguna bolsa de viaje. Porque sí, irse de viaje o de excursión en avioneta no es nada del otro mundo aunque pueda parecerlo. Lo practican miles de aficionados a la aviación recreativa entre los que se encuentran mis anfitriones del día de hoy, expertos en vuelo de montaña y participantes en numerosas concentraciones tanto en España como en los Alpes, a dónde se llega bastante rápido yendo por aire. Pero ya basta de rollos porque el motor está a la temperatura ideal y toca surcar los cielos. Encaramos la pista principal, gas a fondo y en apenas unos segundos ya estamos ascendiendo paralelos a la carretera del valle de Benasque.

Empezamos a ascender por encima de Castejón de Sos y rápidamente damos media vuelta para encarar el valle en dirección norte, hacia Francia. Las vistas desde aquí son espectaculares y las distancias se acortan de manera increíble. En apenas unos minutos estamos sobrevolando la cercana región de Llanos del Hospital, mientras oímos por los intercomunicadores que Marlies y su colega ya están en el aire rumbo a la Peña Montañesa, una conocida montaña de la región. Nosotros seguimos rumbo norte y el monte Aneto se muestra imponente a nuestra derecha, retándonos con las corrientes de aire que genera.

No debemos olvidar que volamos en un ultraligero, por lo que cualquier ráfaga de viento debe ser considerada, por pequeña que sea. Ángel comienza a interpretar el tiempo y a evaluar la velocidad aerodinámica, que es la velocidad a la que se mueve la avioneta en relación al viento, no al suelo. Si circulamos a favor del viento y éste sopla a 20km/h, y si vamos a 100km/h en relación al suelo (velocidad vía GPS), entonces la velocidad aerodinámica es de 80km/h. En cambio, si el viento viniera de cara, sería de 120km/h. Estas lecturas deben tenerse en cuenta a la hora de volar porque este tipo de aeronaves son muy susceptibles a los cambios. De todas formas, Ángel es un muy experto piloto y maneja todas estas variables con una gran soltura, por lo que no duda en hacer una de las cosas que más me gustó del vuelo: acercarnos a las laderas de las montañas para verlas bien cerca.

Damos media vuelta y pasamos rozando las montañas fronterizas con Francia. Por allí hace buen tiempo pero el viento está soplando fuerte, por lo que reducimos un poco la altura y nos evitamos las corrientes más altas. Vamos charlando sobre el vuelo, sobre la geología de las montañas y otros temas mientras lanzo fotos por doquier. Estoy feliz como un niño, surcando los cielos como siempre quise, pero el mejor regalo (el que siempre le agradeceré a Ángel) aparece ante mí cuando me pregunta: “¿quieres llevar tú la avioneta un rato?”

¡Imposible negarse! Entre las horas acumuladas de Flight Simulator y las cuatro nociones básicas que me explica, en apenas un par de minutos agarro el timón para mantener el vuelto recto y nivelado. Estoy sumamente concentrado intentando no perder ni ganar altitud, así como no perder ni ganar velocidad. Al cabo de un rato consigo relajarme un poco al comprobar en primera persona que la Tecnam es una avioneta tremendamente manejable y suave, pudiendo incluso soltar los mandos y manteniendo ésta por unos segundos las condiciones de vuelo inalterables. El vuelo se anima ya que vamos de regreso al aeródromo y debemos iniciar el descenso, así que lo inicio. Iremos descendiendo haciendo eses para ganar distancia. Un poco de alabeo hacia la derecha y la primera vez el morro pica un poco, pero la segunda vez consigo compensar con el timón de profundidad. Ahora debo controlar la velocidad, porque estoy tan concentrado con el giro que me olvido de comprobarla. Afortunadamente Ángel esta en ello y se encarga de sacar un poco de gas para no correr demasiado. Así seguiré durante unos diez increíbles minutos en los que experimentaría, por fin, la sensación de pilotar una avioneta ultraligera. ¡Gracias!

Ángel retoma los mandos para finalizar el descenso. Sobrevolamos Castejón de Sos en la maniobra de aproximación final y, de una manera muy suave y rápida, tomamos tierra en el aeródromo. Aparcamos la avioneta al lado del hangar y salimos. Marlies y su colega están a punto de llegar y una vez lo hacen, no puedo más que agradecerles a ambos la increíble experiencia de sobrevolar en ultraligero el valle de Benasque. Insisten en que les avise cuando vuelva otra vez por aquí, y así lo haré. Nos despedimos y nos emplazamos ya para más adelante en Barcelona, en otro contexto, para revisar y llevar a cabo sus proyectos más personales, la web de Aviador.net y la de European Mountain Pilots, portales que mantienen y dirigen de manera personal en su tiempo libre para seguir alimentando su gran pasión: volar.

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