Samuel Goldwyn (cofundador de la Metro-Goldwyn-Mayer) fue el primer productor de la historia de Hollywood que aspiraba a contratar a escritores de talla para concebir guiones cinematográficos. Hasta que se topó con el bueno de George Bernard Shaw, que sólo quería pasta contante y sonante y el arte le importaba bien poco, a pesar de su impresionante obra publicada.

Para convencer a Bernard Shaw, Goldwyn viajó a Londres. Tras muchas conversaciones en las que Goldwyn dedico toda clase de epítetos hacia el arte y su condición de inmortal, Shaw simplemente rechazó la oferta y le dijo las siguientes palabras:

Lo que intenta hacer es realmente admirable, pero me temo que nunca podremos llegar a un acuerdo. Usted está interesado en el arte, mientras que a mí me interesa el dinero.

Con todo, muchas de las obras de Shaw acabarían finalmente adaptadas al cine. La más popular de todas ellas, sin duda, es May Fair Lady la historia del profesor Henry Higgins que, tras una apuesta, intenta inculcar buenos modales a la bruta Eliza Doolittle. También cabe destacar César y Cleopatra, que retrata los amoríos entre el famoso líder romano, Julio César y la reina de Egipto, Cleopatra.

En 1001 Experiencias | Jean Genet: escritor, canalla y prostituto
En 1001 Experiencias | Victor Hugo en pelota picada