Recorrí Marruecos en moto, sin pisar asfalto
Tal y como dice Miguel Michán cuando nos contó en 1001 Experiencias su aventura durmiendo al pie de la gran Duna del desierto del Erg Chebbi. “Recorrer en un coche las maltrechas carreteras marroquíes es toda una experiencia”. Y hacerlo en moto sin apenas pisar el asfalto durante casi 2000 kilómetros es una aventura que no olvidarás en toda tu vida. Si a esto le unes la magnífica compañía de otros nueve aventureros guiados por un veterano corredor del Dakar que conoce el país como la palma de su mano. Atravesar Marruecos hasta la frontera con Argelia subidos en nuestras motos se convierte en una experiencia inolvidable.
Las tormentas de arena, los lagos secos, la cordillera del Atlas, las dunas del desierto, los ríos de arena, hacen que esta experiencia en moto sea una de las mas duras que he vivido pero sin lugar a dudas también es una de las que mejores recuerdos guardo. Los paisajes que pudimos ver, donde muy pocos pueden llegar salvo a pie o en camello, son increíbles. Y cosas tan cotidianas como repostar gasolina en nuestras motos se convertían en toda una experiencia cuando te encuentras a cientos de kilómetros de cualquier carretera.
José Angel Albarrán “Albi” Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y enfermo de las motos, como él se califica. Ha practicado todas las modalidades posibles de este deporte. Actualmente es editor de Motorpasión Moto y buena parte de su tiempo libre lo reparte escribiendo sobre motos y montando en ellas. Puedes seguirle a través de twitter @yoalbi
Visitar pueblos en los que el acceso en coche es imposible y donde viven auténticas familias bereber supone para sus habitantes todo un espectáculo al que no están muy acostumbrados. Por lo que el recibimiento, sobre todo de los niños, es como si llegar la auténtica caravana del Dakar. La hospitalidad del pueblo marroquí es encomiable y pese a no disponer de ningún lujo en estas remotas aldeas, siempre están dispuestos a invitarte a un té y así poder charlar con estos locos forasteros que vienen montando en moto.
La arena del desierto
Sin lugar a dudas, el desierto es uno de los alicientes de esta experiencia tanto por su belleza como por la inquietud de averiguar si serás capaz de atravesar sus grandes dunas en la moto tal y como ves a los profesionales en la televisión. Pero no quería pasar la oportunidad de contaros una de las curiosidades de este país. Ya que estés donde estés, desierto, montaña, fuera de pista, o donde sea, si te paras más de diez minutos en un punto siempre aparecerá alguien que no te explicas muy bien de donde ha podido salir para charlar un rato, pedirte algo o simplemente observar que estas haciendo. Incluso en pleno desierto del Erg Chebbi.
Poder descansar e hidratarte en un auténtico oasis al pie de la gran duna es otro de esos momentos donde saborear un té que te aplaque la sed te hace reflexionar sobre las duras condiciones de vida que tienen algunos de los habitantes de este desierto. Una de las ciudades que cruzamos en nuestro recorrido fue Tinerhir que posee uno de los paisajes más impresionantes en sus inmediaciones, las llamadas Gargantas del Todra. La parada es obligatoria para ver el hermoso palmeral que discurre por el valle hasta llegar al paso más angosto de las gargantas. Impresionantes paredes verticales de hasta 250 metros de altura, en un lugar tan estrecho que en algunos de sus puntos no supera los 30 metros de ancho y que cobijan el lecho del uadin. Precisamente esta fue una de las pocas visitas a las que llegamos por asfalto.
Una tormenta de arena
Otra inolvidable experiencia fue atravesar el lago seco de Iriki y los ríos de arena de la zona de Ramlia. Os podéis imaginar que en terrenos completamente llanos, las velocidades que puedes alcanzar en tu moto son las que te permita tu sentido común. Pero además para aderezar aún más la aventura una tormenta de arena se cruzó en nuestra ruta haciendo que la visibilidad fuera casi nula. Es una sensación difícil de describir la de conducir por una tormenta de arena. Pierdes la línea del horizonte por completo y todo es del mismo color que el suelo. Mires donde mires no hay nada y no ves nada. Es como ir flotando en la nada y da la sensación de estar parado. Enseguida aprendí un truco, un acelerón para acercarme al compañero que sigo y por lo menos fijando la vista en su casco, que aparece como un pequeño punto en el horizonte, hace que la sensación de flotar y estar parado desaparezca.
Construcciones en medio de la nada
Y como todo viaje de aventura las sorpresas pueden aparecer en los lugares más apartados como es el caso de las esculturas realizadas por Hannsjönrg Voth. Artista alemán que pasó varios meses al año en el desierto de Marruecos, concretamente en la llanura de Marha, trabajando en sus proyectos más monumentales: Himmelstreppe (Escalera Celeste), Goldene Spirale (Espiral Áurea) y Stadt des Orión (La ciudad de Orión). Estas obras fueron costeadas por el mismo, sirviéndose de las gentes del lugar, concretamente de unos 40 o 50 bereberes que le iban ayudando a crear sus ideas. Voth, ha desarrollado sus construcciones en lugares que no han sufrido la explotación humana y que éste denomina “paisaje cero“.
Así, la primera de las obras que nos encontramos fue la Escalera Celeste de 23 metros de longitud que se eleva 52 peldaños de altura. Las dos paredes laterales de soporte finalizan a una altura de 16 metros. Tanto el sol como la luna proporcionan una impresionante sombra que gira alrededor de la torre. Sus paredes laterales se estrechan en lo alto, al final de la escalera, dejando una hendidura vertical en medio. Como curiosidad, en este edificio se entra por la parte superior de la escalera y se va descendiendo piso a piso donde se encuentran varias habitaciones.
Continuamos ruta y enseguida llegamos por otra pista a la Ciudad de Orión complejo de siete torres de adobe, de entre 15 y 4 metros de altura, que sirve de observatorio de las siete estrellas que conforman esta constelación. Desde las torres se puede observar, en los días señalados, la lluvia de estrellas sobre el desierto. El principal objetivo de esta instalación es representar en la tierra la constelación de Orión tridimensionalmente. La Espiral Áurea no la visitamos para tener la excusa perfecta y poder regresar y creedme que ya le estoy dando vueltas para poder repetir viaje en moto a Marruecos.
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