El escritor estadounidense Mark Twain es el típico autor que te obligan a estudiar y leer en clase y que, en consecuencia, debe de ser un coñazo. Pero nada más lejos de la verdad: Twain, además de ser ácido, agudo y crítico como pocos, también era tremendamente divertido.

Para que os hagáis una idea de su pensamiento políticamente incorrecto, su obra fue censurada en diversas ocasiones. Por ejemplo, Huckleberry Finn fue y ha sido objeto de repetidas prohibiciones en las escuelas debido al uso de la palabra nigger (negrata), vocablo que en Estados Unidos ha adquirido un peso específico tan alto que incluso en los medios de comunicación se refieren a él como la palabra-n. A este respecto, Twain escribió un ensayo titulado El privilegio de los muertos en el que Twain ironiza a partir de la idea de que sólo los los muertos pueden decir la verdad:

La libertad de expresión está formalmente permitida, pero en la práctica prohibida.

Twain también se vio obligado a dejar el colegio a los doce años, cuando su padre murió y él, junto a sus hermanos, tuvo que hacerse cargo del hogar. Su hermano mayor Orion era impresor y Twain pasaría a ser aprendiz en el negocio.

Además, Twain, cuyo nombre real era Samuel Langhorne Clemens, tuvo una muerte bastante poética que implica al cometa Halley. El 30 de noviembre de 1835 fue el día de nacimiento de  Twain, dos semanas después del perihelio del cometa Halley. En su Autobiografía, escribió:

Llegué con el cometa Halley en 1835. Vuelve otra vez el año que viene  [1910], y espero irme con él. No hay duda de que el Todopoderoso ha dicho “He aquí a estos dos excéntricos inexplicables, llegaron juntos, deben irse juntos.

El siguiente perihelio del cometa tuvo lugar el 20 de abril de 1910. Twain murió al día siguiente. Excéntrico hasta la médula.

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