Hace años tuve la suerte de viajar a Sudáfrica y recorrer el país desde el Kalahari hasta el Kruger. Desde entonces, siempre que puedo visito un lugar nuevo del continente. Hay algo en sus tierras vírgenes que me atrae con fuerza. Mi último viaje allí es este que comparto contigo: sobrevolar la frontera entre Kenia y Tanzania, en avioneta, siguiendo la Gran Migración. Una gesta titánica que los animales que pueblan la zona hacen movidos por un instinto ancestral.

Un hombre sólo llora dos veces

Lo único recuperable de los diarios personales de algunos colonos y descubridores de la desconocida África en el siglo XIX es un dicho que caló hondo en la Europa de la época. “Un hombre sólo llora dos veces en la vida. Una, al llegar a Africa; la otra al dejarla atrás”. Hoy, el efecto que el continente causa en quien lo visita por primera vez es similar. Afortunadamente, en este último siglo los hombres hemos conquistado el derecho a llorar alguna vez más en la vida…

Cuando la idea de viajar a África te ronda por la cabeza, siempre surge una conexión con tu lado más aventurero. De alguna manera sabes que allí sólo cabe esperar lo inesperado.

Espectáculo a lo Memorias de África

Aviso para navegantes: absténganse quien tenga fobia a volar. Aún me sigue sorprendiendo el extraño fenómeno menguante que sufren los aviones que utilizo para desplazarme cada vez que voy. En cada vuelo interno el avión es más pequeño que el anterior. Hasta el punto de que mi medio de transporte habitual son avionetas biplaza de los años 50 y 60. “Unas joyas vintage”, en palabras de sus orgullosos pilotos… ¡Y para qué hablar de los aeropuertos! También menguan hasta convertirse en pistas de tierra en mitad de la sabana.

Pero merece la pena sobreponerse a la impresión que causa semejante fenómeno de jibarización. Mi consejo: haz de tripas corazón y enconmiéndate a quién más rabia te dé. En esos vuelos siento como mis retinas cambian para siempre. Desde la avioneta, a cada pasada, descubro cómo el sobrenombre del Continente Negro es un apodo tan reduccionista como poco acertado. Miles de colores asaltan mis ojos: las tierras yermas, rojizas y coarteadas por la sequía, muestran como tatuajes el rastro eterno que dejan las manadas en su vagar hacia tierras más fértiles. La conquista de nuevos pastos les hace abandonar Tanzania para ir a los terrenos más fértiles de Kenia.

Protagonista de un documental de La 2

Los animales, hipnotizados por la llamada del instinto, se disponen cruzar el río Mara a millares. Al otro lado les espera el Maná. Un breve gesto del líder y la manada de cebras, ñúes o antílopes se lanza en tropel a las procelosas aguas color terracota del río. De repente, su sagrado caudal se convierte en salvador o verdugo, en una barrera infranqueable para unos y paso a la Tierra Prometida para otros.

Al sobrevolar las las orillas del río contemplando semejante odisea siento como si hubiera traspasado la pantalla de mi televisión durante un documental de La 2. Todo está a favor mis sentidos: la vista y el oído se colapsan. Los primeros planos que me ofrecen las pasadas de la avioneta a ras del río combinan perfectamente con los planos más cenitales que tengo al ganar altura. Es ahí cuando descubro que la madre Naturaleza es la mejor guionista y coreógrafa del mundo. Y el instinto animal, el Hitchcock de turno.Y como banda sonora, una composición de pezuñas al galope, mandíbulas a todo rendimiento, el zumbido de millares de chicharras y el denso aletear de los buitres que merodean la zona. Indescriptible.

Tierra adentro

Una vez alejadados de las frondosas orillas del Mara, de entre las aguas, todo es distino. El frenesí de la rivera se vuelve tensa calma tierra adentro. Allí, los 5 grandes (león, elefante, búfalo, rinocerontes y leopardo) crean su peculiar status quo. Y desde lo alto, suspendido en un cielo puro y despejado, contemplo a vista de pájaro el lento avanzar de una manada de elefantes, la sonora estampida de los rinocerontes o el reposar de una leona tras la caza.

A la vuelta al campamento base, acompaño al sol en su viaje al ocaso. Convertido en un disco rojo, reproduce en pocos minutos todos los colores de las gamas del naranja y amarillo, tiñiéndolo todo en su camino hacia los confines del horizonte .

Una experiencia inolvidable

Si planeas una escapada única para este verano, no lo dudes. Pon rumbo a África. Puedes empezar tu recorrido en Tanzania y acabar en Kenia. En ambos lugares cuentas con lodges maravillosos que harán que tu estancia en tierra sea la mejor recompensa tras bajar de tu avioneta. Una experiencia inolvidable (no sólo por el acto de fé que haces al subir a esas “joyas vintage”) sino por todo lo que ves y sientes sobrevolando sus tierras y remontando profundos desfiladeros. No lo olvidarás nunca.

Como decía Kapuscinski, autor del libro Ébano: “este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista decimos ‘África’. En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe.” A lo que yo añado: hay miles de Áfricas. Pero sólo una existe en ti. Todo depende de lo que tú descubras allí, de lo que tú te africanices. ¿A qué estás esperando?

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