Experiencias inolvidables

Estambul suena a Calipso. En cada viaje, un vinilo

Con una portada así no hay quien se resista.

Estaba en una tienda de vinilos de Berlín con un gran amigo mío que me había invitado a pasar una semana en su casa alquilada para aquel verano en cual él echaría pestes de la capital alemana mientras yo aumentaba mi pasión por ella desde enano tras el segundo viaje que me llevaba allí. Segundo viaje que también me hizo repetir tienda de vinilos. Soy hombre de tradiciones y esa tienda, cuyo nombre ahora ni recuerdo -también soy hombre de poca memoria- pero que casualmente la esposa del jefe era una señora mayor española, tenía en el sótano múltiples cubetas en las que perderse. El álbum The Message de Grandmaster Flash & The Furious Five salió de una de ellas. Yo era feliz. Años atrás había comenzado con la fiebre de coleccionista musical en los viajes.

La vida es demasiado aburrida como para no inventarse historias y manías que luego vender como si fuesen una auténtica aventura. La mía consiste en recordar cada viaje con una compra de un disco de música (que luego se convierte en varios) en una de las tiendas de la zona. Tienda, a ser posible, pequeña, evitando las grandes superficies sin tanta gracia. Puestos a crear una manía que sea más difícil.

No recuerdo cuándo comenzó pero a lo largo de estos años mis viajes han tenido ciertos momentos de digging que tanto disgusta a los acompañantes por tener que esperar con los brazos cruzados mientras uno da rienda sueltas a unos ágiles dedos delgados. Al igual que aquí contamos las experiencias personales vividas yo las recreo cada vez que miro mi discoteca personal en la que cada disco suele tener un motivo – otra justificación de compra musical era alguna meta conseguida o hecho puntual; ya se sabe, todo por tener una excusa por gastar lo que a veces sería mejor ahorrar.

De esta forma la preparación de los viajes es más entretenida puesto que hay que inspeccionar cuáles son las mejores tiendas y qué venden. Con los años uno se vuelve más puntilloso y los requisitos previos cada vez acotan más el filtro de tiendas, buscando algo concreto por géneros, años, ediciones…

Estambul, tierra de vinilos escondidos

Una de las mayores sorpresas que me llevé en los viajes que he hecho hasta ahora (sin que esta lista sea nada del otro mundo) fue en Estambul. Tras una primera estancia con la familia hace años en la cual no quedé tan maravillado con la ciudad como otros amigos sí lo habían hecho, este mismo febrero aproveché (de nuevo, sí) la invitación de una querida amiga para seguir con esta manía personal. En aquel primer viaje busqué sin mucho éxito estas tiendas pero no había tanto margen de maniobra. En esta ocasión fue distinto.

Uno de los comentarios habituales entre los compradores de vinilos es que ahora las tiendas se han profesionalizado bastante y ya dejan poco lugar a las gangas o sorpresas modificando con este cambio el tipo de compra puesto que de las múltiples horas previas que podías echar buscando en una cubeta masificada en la que cabía de todo hemos pasado a múltiples separadores por géneros, por sellos, por letras y con unos precios altísimos al saber más o menos el precio que podría “cotizar” ese vinilo en según qué círculos. Antes estabas horas, ahora en 10 minutos puedes salir con lo que deseas o maldecir por esos 70 euros que dice costar el vinilo que antes valía 20.

Esta situación no se daba en Estambul donde varias de las tiendas que visité (con una única excepción que parecía estar más destinada a un consumidor extranjero que foráneo) mantenían el hermoso caos de no saber qué buscas ni qué vas a encontrar. Los precios también eran asequibles para un bolsillo europeo, que no local en varios de los casos.

Lo mejor de la ciudad turca es que el caos interno de las tiendas también se daba afuera, no sabiendo dónde te ibas a encontrar ninguna de ellas entre sus callejones y subterráneos. En uno de estos dimos con una tienda encantadora de trato afable y gran colección. En la sección de gangas de repente apareció The Wheel of Steel, un 12″ que Grandmaster Flash and The Furios Five habían publicado en 1981 con uno de sus temas más famosos: ‘The Adventures Of Grandmaster Flash On The Wheels Of Steel’. A Turquía llegó de forma abreviada mediante el sello Fiesta del cual no he logrado saber más. En la cara B se encuentra ‘The Party Mix‘. Una experiencia que volvía a recordarme aquel querido verano gracias a un aparente simple disco. Este simple disco también cambió el Hip Hop hace ya más de 31 años y sigue siendo uno de los trabajos a redescubrir sin fin – no obstante esta experiencia surge con la intención inicial de hablar del gran Grandmaster Flash que quedará para otra ocasión.

En aquella compra también descubrí varios vinilos más con los que quedé servido de música para un tiempo y varios fichajes curiosos que nunca habría encontrado. Entre ellos me llamó la atención la portada de este Port of Spain Gone Insane de Chalkdust. Música caribeña con gran compañía, en una ciudad que a la segunda sí me enamoró y una portada tan demente que debería de ponía en grande: “¡cómprame!”. Salí de la tienda con más de 10 vinilos en mi haber. Fuera llovía que daba gusto, las bolsas evitaban la catástrofe y un vetusto autobús nos llevaba a casa entre risas.

Así, meses más tarde, volviendo a escuchar a Chalkdust -uno de los artistas más importantes de Calipso de todos los tiempos; dato que desconocía antes- al ir a escribir sobre Flash para acabar contando mi vida y recordar con cariño aquellos días me alegro de haber iniciado esta manía personal que espero no parar nunca. Esta es una de tantas historias personales que guardar en la discoteca.

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Comentarios

  1. Comentario by Compañeros de ruta: Calipso en Estambul, la carretera que aparece y desaparece y durmiendo abrazaditos - octubre 24, 2012 05:36 pm

    [...] forma estupenda de hacer turismo es a través de las notas musicales. Por eso en 1001 Experiencias, Natxo Sobrado nos descubre las tiendas de música de Estambul, haciendo especial hincapié en el [...]

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