Experiencias inolvidables

Ascensión: “la isla de las tortugas verdes”

Existen lugares en el mundo que prácticamente permanecen desconocidos o bien por su difícil acceso o por la poca publicidad que reciben. El destino sobre el cual hoy quiero hablaros se encuentra dentro de estos lugares remotos, que permanecen casi invisibles a los viajeros.

Hoy deseo descubriros un tesoro en medio del océano Atlántico, en las siguientes líneas nos arribaremos a “la isla de las tortugas verdes”, a la Isla de Ascensión.

Víctor

Víctor Alonso es un jóven emprendedor madrileño que reside en Buenos Aires, co-fundador de Mutocore Snacks, apasionado por los viajes y los deportes de riesgo, autor del libro de viajes “Cartas desde el Planeta Tierra” Ed. Manakel, presentador y guionista de la primera temporada del documental de viajes de TVE2 “Se Busca”, editor de Diario del Viajero y creador del blog El Nómada @elnomada.

Ascensión es una pequeña isla volcánica a medio camino entre América y África, situada a 1.287 km al noroeste de Santa Helena, isla donde falleció Napoleón tras varios años de destierro.

En la actualidad el islote pertenece a la corona inglesa y forma una dependencia junto con Tristán da Cunha y St. Helena. Está ocupada en su mayoría por militares ingleses, una estación de la BBC y algunos lugareños. El número de habitantes no excede de los novecientos y hasta la guerra de Las Malvinas prácticamente la isla no tenía ningún tipo de movimiento.

A partir de este acontecimiento bélico se construyó el único aeropuerto que hay para uso militar. La isla de Ascensión es un “portaaviones” en medio del Atlántico.

Con el hormigón que sobró de la construcción de la pista de aterrizaje del aeropuerto, se asfaltaron las pocas carreteras que ahora recorren el islote.

El gallego Juan da Nova, que nevagaba bajo protectortado portugués descubrió la isla deshabitada el 25 de marzo de 1501. Por estas latitudes pasaron hombres de la talla del Capitán Cook que fondeó en estas aguas allá por el año 1775. Charles Darwin no podía ser menos, así que en el año 1836 también visitó la isla.

Hoy en día para acceder a Ascensión deberemos o bien arribar por mar en un velero o carguero (suelen pasar cada dos meses por la zona provenientes de Sudáfrica o Inglaterra) o pagar una cifra elevada por un billete en un avión militar que une las islas británicas con esta isla remota. Llegar aqui es toda una aventura.

En mi caso particular llegué a la isla en velero. Los afortunados que llegan hasta aquí podrán contemplar un expectácula natural único sin presencia de turistas: el desove de las tortugas verdes del Atlántico.

Si bien se pueden ver tortugas en otros lugares del mundo como en Costa Rica, normalmente se realiza la visita con guías turísticos, bajo una estructura bien armada y durante un tiempo muy limitado.

En Ascensión te sientes como el espectador privilegiado de este ritual periódico y mágico de la madre naturaleza. La noche es el momento idóneo para contemplar el desove. Así que después de cenar nos acercarnos a una de las playas desiertas…

Entre las sombras, mis pasos deambulaban ungiendo una arena casi virgen, una arena que tan sólo estaba transitada, a tenor de las huellas encontradas, por las tortugas y los contados visitantes de la isla, entre doce y quince al año.

Cuando el crepúsculo se tiñe de noche y las mareas descienden en la costa de Ascensión, una procesión diseminada de tortugas comienzan a emerger de entre las olas que arremeten contra la orilla. Semejan seres errantes que, con dificultad, se arrastran repitiendo ese ir y venir trianual como un tributo a la diosa de la fecundidad.

Este peregrinar comenzó 4.000 km atrás cuando dieron la espalda a la costa brasileña más de 3.000 hembras para venir a sembrar de huevos las playas de Ascensión.

Sus movimientos son medidos y sus respiraciones, entrecortadas y profundas, son contadas. Es una liturgia acompasada que se muestra ante nuestras miradas atónitas. El único sonido que entonces calla al silencio son las aletas de las tortugas cavando los agujeros, donde más tarde esconderán a sus descendientes con parsimonia y cuidados mecánicos.

Al acecho de las crías, que pueden encontrarse extraviadas entre la ondulada esencia de la arena, están los cangrejos y, ya llegada la aurora, los alcatraces y otras aves que habitan la región.

Las crías ganan su independencia en el instante que rasgan la corteza del huevo.

Aunque en ocasiones dicha independencia dura unos solos instantes, pues es entonces cuando emprenden ese camino que quizás sea el más duro de sus vidas: el sendero que va desde el “nido” hasta el agua. Una senda llena de obstáculos y peligros, pues tan sólo el dos por ciento consigue llegar a sobrevivir al acecho de la salvaje naturaleza.

Imágenes | Víctor Alonso
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Comentarios

  1. Comentario by Natxo Sobrado - marzo 20, 2012 02:14 pm

    ¡Menudos viajes que te pegas, Víctor! Me encanta leerlos. ¿Cómo acabaste en ese velero?

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    1. Comentario by Víctor Alonso - marzo 20, 2012 08:55 pm

      Gracias Natxo! Al final llegamos hasta la paradisiaca isla de Fernando de Noronha. Mereció la pena la aventura.

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      1. Comentario by Natxo Sobrado - marzo 21, 2012 07:29 pm

        Normal, solo por llegar ahí tiene que merecer la experiencia.

         
  2. Comentario by Compañeros de ruta (CXXIII) - abril 01, 2012 05:18 am

    [...] nuestro viaje marchándonos a una isla recóndita gracias al blog 1001 experiencias. En esta ocasión arribaremos a la Isla de Ascensión, en medio del océano Atlántico. Vivirmos [...]

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  3. Comentario by Compañeros de ruta (CXXIII)- Todo lo que tenes que saber para tu próximo Viaje - abril 01, 2012 11:00 pm

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  4. Comentario by Companeros de ruta CXXIII - mayo 14, 2012 02:10 am

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