Los niños que cantan mientras aniquilan a sus adversarios a balazos en el multijugador del FPS de turno deben ser, imagino, algo así como Los Niños de Colores. Lo cantaban a su vez Pablo Carbonell y sus Toreros Muertos hace un buen puñado de años: “Los niños de colores nos tocan los cojones. Los niños de colores con sus chaquetas a flores”. Porque los cantarines del online, no nos engañemos, son muy pesados y visten como Alberto Chicote.

Mi mente es demasiado simple como para llegar a comprender el por qué de todo esto. Quizás soy demasiado viejo como para entender las razones que le llevan a un niño a canturrear algo de Justin Bieber mientras despedaza al enemigo con su ametralladora ligera. No alcanzo a comprender por qué estos niños tararean melodías de los Backstreet Boys mientras efectúan un preciso headshot de una punta a la otra del mapa. No tengo ni idea. Y es algo que me sorprende y me molesta a partes iguales —por suerte puedo silenciar a esos desaprensivos—.

Lo más curioso de este asunto es que los niños cantarines son justamente eso, niños. Personas que, según la calificación por edades del juego en cuestión, no deberían estar pegando tiros tan alegremente. No deberían estar lanzando plomo desde un helicóptero mientras se cantan la última de One Direction. Deberían estar pensando en presentarse a La Voz o cualquier otro programa de ese tipo. Así al menos los padres sabrían a qué cojones dedica su tiempo el niño.

PD: puestos a tener que sufrir a algún cantarín que otro, que se aparten los niños y dejen paso a los profesionales como este. Va con clase de geografía de regalo:

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