Autores perseguidos, y no precisamente por su atractivo
Os presento la caterva de autores que más bruscamente puntúan en la escala Richter de la corrección política, del buen rollito, de la atonalidad subnormal. Los enemigos de borreguito de Norit. Y de los valses de Cenicienta, ya sabéis. Dú-dúa, qué alegría cuando me dijeron…
Son héroes, aunque no luzcan medallas y les priven de los oropeles del prestigio cultural. Y dan la razón al poeta alemán Heinrich Heine cuando dijo: “Allá donde se queman libros, pronto se quemarán personas”.
Sergio Parra es periodista y escritor. Divulga ciencia en Xataka Ciencia, Quo, Conec y Mètode, hace crítica cultural en Papel en Blanco. También colabora con Editorial Planeta y asesora científicamente a RBA coleccionables. Es autor de varias novelas y relatos y próximamente publicará su primer libro de viajes en Editorial Martínez Roca. Podéis seguirlo en twitter en @SergioParra_
Porque de eso va todo: de autores que escriben cosas que los bienpensantes no quieren leer, y que amenazan con la hoguera por ello, tanto a autores como a sus libros. Hasta el punto de que empiezan a resultar más interesantes los autores que han sido perseguidos, per se, que los autores que cuentan con el beneplácito de todo el mundo.
Vade retro, autores relamidos, clónicos, meapilas, repetidores de vacuas gilipolleces, desnatados y Light, que encima pontifican con la solemne gravedad del tonto del haba. Loor a los que pisan callos.
PEN Club Internacional
Centrándonos exclusivamente en los escritores, las organizaciones que mejor velan por los autores perseguidos son el PEN Club Internacional y Writers in Prison.
El PEN Club, por ejemplo, publica periódicamente una lista actualizada que recoge todos los casos de escritores encarcelados o represaliados por sus ideas, aunque éstas sean de ficción. No en vano, el actual presidente del PEN es Salman Rushdie, que en 1988 publicó Los versos satánicos, trata la figura del profeta Mahoma con irreverencia y, por tanto, más de un fundamentalista ha intentado cortarle el cuello. Por ejemplo, el ayatolá Ruhollah Jomeiní publicó el siguiente fatwa:
Llamo a todos los musulmanes del mundo a ejecutar rápidamente al autor y los editores del libro (‘Los versos satánicos’) en cualquier parte del planeta con el fin de que nadie nunca más ose profanar los valores del Islam.
La historia de la censura y la represión es tan antigua como la literatura misma. El mismo Marco Tulio Cicerón ya se dedicaba a difamar sobre los poetas más escandalosos o subversivos de la época. Durante el nazismo se persiguió a Thomas Mann, Bertolt Brecht, Theodor Adorno, Walter Benjamin o Stefan Zweig.
En la URSS, casi 3.000 escritores fueron represaliados, y la mitad murió en los campos de concentración.
Durante el fascismo se persiguió Antonio Machado, Luis Cernuda, Miguel Hernández o Federico García Lorca.
China también es uno de los países con más escritores represaliados. El caso más popular es el de Liu Xiaobo, ex presidente y actual jefe del consejo del Centro Chino Independiente del PEN Club, detenido desde el 8 de diciembre de 2008 por defender la reforma política y la protección de los derechos humanos.
Cuba es el país latinoamericano que ostenta el récord de periodistas, escritores o bibliotecarios encarcelados. En México, Miguel Ángel Gutiérrez Ávila, antropólogo y escritor, fue asesinado brutalmente en el estado de Guerrero en julio de 2008.
Mario Benedetti o Eduardo Galeano son dos de los miles de uruguayos que se vieron forzados al exilio por la dictadura militar.
La persecución se recrudece
Y la cosa no parece que tenga visos de disminuir, a pesar de que parece que todos somos un poco más racionales, tolerantes y cultos. Durante la primera mitad del 2002, el número de casos de escritores asesinados y perseguidos aumentó en un 26%, con respecto al mismo período del año pasado, hasta alcanzar los 887 casos, según el reporte del comité Writers in Prison, del Centro PEN alemán.
¿Os imagináis un comité censor que determinara cómo deben presentarse las historias narradas en los libros a fin de evitar el contagio de ideas nocivas o el incremento de muerte o dolor? Tal vez muchas novelas hagan daño. Pero más daño haría en general el determinar qué se puede decir y cómo debe decirse, limitando los movimientos del autor, amordazándolo para evitar que algunas personas salten desde un puente.
Tal vez las noticias puedan maquillarse para evitar determinado impacto social y emocional. Pero las novelas no son noticias. Las novelas son algo así como ventanas multisensoriales a la vida. Y la vida, lamentablemente, está llena de dolor y sufrimiento, de suicidas, asesinos, pederastas y personajes de similar ralea. Negar eso sería como negar la literatura. Y entonces sólo existiría El mago de Oz.
La libertad comporta efectos secundarios indeseados. Pero ¿estamos dispuestos a pagar el impuesto que supone la falta de libertad a fin de evitar esos efectos? Eso incluye no asesinar a las personas que escriben cosas que no concuerdan con nuestra cosmovisión. Al parecer, todavía hay mucha gente que no está dispuesta a ello, pero no importa: seguirán naciendo héroes que escribirán lo que les venga en gana, porque creen en ello, porque consideran su libertad mucho más importante que su vida.
Porque hay vidas que no merecen ser vividas.
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