Pregunta retórica para empezar: ¿el genio puede expresarse en palabras? Otra más: ¿se puede pretender resumir cerca de cinco décadas de trayectoria artística en cuatro párrafos? Dejénme contestar por ustedes. NO. Así las cosas, y queriendo aprovechar el estreno hoy viernes de ‘Blue Jasmine’ (id, 2013), la última producción de Woody Allen, mi intención inicial de tratar de enhebrar un semblante más o menos comprensivo de la carrera del genio neoyorquino ha terminado por irse al traste. Y ante tal opción lo primero que se me ocurre es personalizar sobremanera el discurso y hablaros desde una posición cercana y completamente coloquial de descacharrante y neurótico mundo de Allen a través, no de sus mejores películas, sino de las que a mí más me han gustado desde que lo descubriera a mediados de los ochenta.

Contaba servidor por entonces con trece años de edad cuando, movido por impulsos de esos poco confesables, alquilé de forma clandestina —se llega a enterar mi padre y para qué queremos más— ‘Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar’ (‘Everything You Always Wanted to Know About Sex * But Were Afraid to Ask’, 1972). Y sí, lo sé, no debería ser motivo de reproche alguno el querer ver tamaña comedia, pero la apertura de formas hacia según que conversaciones nunca ha sido el fuerte de mi progenitor. Curiosamente, y aunque las hormonas por aquél entonces andaban disparatadas, los diversos segmentos de la cinta despertaron en mi más curiosidad cinematográfica que erótica abriendo, sin saberlo, la puerta a un mundo que me reservaba no pocas sorpresas.

Presto a descubrir lo que áquel achaparrado y tartamudeante actor y director había hecho hasta entonces, las siguientes semanas aparqué la fantasía, la ciencia-ficción y cualquier otro género para ir saqueando de las estanterías del videoclub lo poco de la filmografía de Allen que éste tenía, y pasaron por mis manos esos títulos que todo el mundo —y yo no voy a ser menos— coincide en llamar Obras Maestras del Séptimo Arte y los dos mayores pináculos de su filmografía: ‘Manhattan’ (id, 1979) y ‘Annie Hall’ (id, 1977), filme éste último que habré visto más veces de las que estaría dispuesto a admitir frente a un jurado y que provocó un pasajero pero intenso enamoramiento de la sin par Diane Keaton. Había caído irremisiblemente en las garras de un cineasta al que desde entonces seguiría con devoción año tras año.

Cinco lustros han transcurrido desde entonces, y veintiséis han sido los filmes que me han hecho pasar por todo un rosario de emociones y opiniones para con el director. Y es que desde la más absoluta admiración que despertaron películas como ‘Misterioso asesinato en Manhattan’ (‘Manhattan Murder Mystery’, 1993) —tengo que admitirlo o reventaré: ésta es sin duda mi película favorita de Allen; sé que no es la mejor pero, ¿qué importa eso?— o ‘Balas sobre Broadway’ (‘Bullets Over Broadway’, 1994), hasta lo poco que me llegaron a atraer los títulos de su periplo londinense —en serio, no sé lo que la gente le ve a ‘Match Point’ (id, 2005)— hay todo un universo por descubrir plagado de risas, reflexiones, diálogos sin parangón, risas, neurosis varias, humor inteligente, ¿he dicho ya risas?…un universo, en definitiva, al que todo cinéfilo que se precie debería asomarse sopena de estar dejando de lado a una de las voces más elocuentes de la historia del séptimo arte. Y ya no quedan muchas, no…

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