Glenn H. Curtiss, el hombre más rápido del mundo
Imagino que la mañana del jueves 24 de enero de 1907 los que estaban en la playa de Ormond en la costa este de Florida (USA) no pensaban que aquel hombre de 29 años, que estaba montado sobre una enorme motocicleta y era empujado por un par de amigos, iba a escribir su nombre en los libros de historia del motociclismo. Lo que si que imagino es la cara que debieron poner cuando el motor de aquella motocicleta arrancó y atronó buena parte del estado con los 4.000 cc de su motor de ocho cilindros en uve.
Aquel hombre de 29 años era Glenn H. Curtiss, uno de aquellos pioneros que tanto abundaban a principio del Siglo XX. Curtiss había nacido el 21 de mayo de 1878 en Hammondsport, Nueva York (USA) y, aunque no había completado más estudios que el octavo grado de primaria, empezaba a ser conocido por sus inventos.
L.Font se define como motero de nacimiento que además ha conseguido transformar su pasión por las motos en su modo de vida. Actualmente es editor de Motorpasión Moto y reparte su tiempo entre montar en Vespa y Lambretta (y repararlas) además de escribir sobre cualquier cosa que tenga dos ruedas y un motor, o alas y una hélice. Puedes seguir sus andanzas a través de twitter @L.Font
Glenn H. Curtiss inició sus negocios como mensajero en bicicleta. Hasta que en 1901 empezó a interesarse por aquel invento que se veía por los caminos, las motocicletas. Su primera moto se propulsaba con un motor de fabricación propia que utilizaba una lata de sopa de tomate como carburador. En 1903 estableció su primer récord de velocidad sobre una motocicleta de fabricación completamente artesanal. Con ella rodó a 103 km/h durante una milla (1,6 km).
La playa de Ormond, el paraíso de la velocidad
A principios del siglo XX la playa de Ormond era uno de los puntos de reunión de los aficionados (y no tan aficionados) del motor. Promovido por los ricos propietarios de la zona se celebraban en ella carreras en línea recta y en algunos casos se tomaban tiempos para homologar los récords de aquellos locos con sus vehículos motorizados. Incluso Henry Ford llegó a participar en estas carreras con alguna de sus creaciones antes de hacerse rico y famoso.
Los récord establecidos en la playa pertenecían todos a automóviles, como el Packard Gray Wolf de Charles Schmidt que en 1904 rodó a 76 millas por hora (122,31 km/h), o William Vanderbilt Jr. Que rodó con su mercedes de 90 CV a 92 millas por hora (148,05 km/h). Estos récords pusieron en el mapa la playa de Ormond y establecieron lo que sería la semilla de las actuales 500 millas de Daytona Beach.
La máquina del récord
Como ya hemos comentado la moto que utilizó Glenn H. Curtiss utilizaba un motor en uve de ocho cilindros y 4.000 cc. Realmente ese motor no estaba pensado para utilizarlo en una moto, sino que era uno de los proyectos de Curtiss para fabricar un motor de aviación con las prestaciones suficientes. Curtiss aplicó todos sus conocimientos adquiridos en la fabricación de motores para motos, negocio que se prolongó hasta 1914 bajo la marca Marvel. Pero como su atención empezaba a desviarse hacia la aeronáutica y con ese uso en mente diseñó este motor.
Los datos técnicos nos dicen que se trataba de un motor en uve a noventa grados. Las culatas utilizaban la tecnología de la época, con una válvula atmosférica de admisión y una válvula mandada por varillas para el escape. Aunque el escape como tal era inexistente, y en consecuencia el ruido debía ser atronador. El motor estaba alimentado por dos carburadores diseñados por Curtiss y el encendido era por magneto alimentada con una batería.
La moto, que no contaba ni con suspensiones ni con embrague ni caja de cambios medía 162,5 cm entre ejes y pesaba 124,73 kilogramos. Por esto, justo antes de iniciar el intento de récord los que estaban en la playa pudieron ver la escena de Curtiss sobre la moto, con dos ayudantes empujándole por la arena para poner en marcha su bestia de dos ruedas.
El hombre más rápido del mundo
A pesar de que la prensa de la época decía que nadie podía respirar yendo tan deprisa, Glenn H. Curtiss estableció el récord de velocidad en 136,3 millas por hora. Nada menos que 219,35 km/h sobre una superficie de arena de playa. El circuito en si constaba de cuatro millas (más o menos seis kilómetros). Las dos primeras servían para que el vehículo alcanzase la máxima velocidad posible. La tercera milla era la cronometrada y la cuarta era la que se destinaba a frenar el vehículo. No se muy bien cómo, porque en las fotos de la moto no se aprecia ni un mísero freno de tambor.
Por suerte (o desgracia) para Curtiss, cuando estaba en la milla de frenada, rodando sobre los 140 km/h, se rompió parte de la transmisión. Así que el récord se consideró como no-oficial al no poder dar la segunda pasada en dirección contraria por el circuito y homologar la velocidad alcanzada. Casi que da lo mismo, porque con una sola pasada Glenn H. Curtiss se había convertido en el hombre más rápido del mundo recorriendo una milla (1,6 km) en sólo 26,4 segundos.
De aquella moto no sobrevivieron más que algunas fotos, porque el motor fue reutilizado para otros experimentos que permitieron a Curtiss transformarse en un hombre muy rico. Durante la primera Guerra Mundial Curtiss fabricó la friolera de 10.000 aviones, más de 100 a la semana. También patentó el sistema de alerones que en la actualidad utilizan todos los aviones para controlar el vuelo. Participó en el diseño y perfeccionamiento del tren de aterrizaje retráctil, diseño un buen número de aviones, hidroaviones y dirigibles.
Al acabar la Primera Guerra Mundial Curtiss vendió todas las acciones de sus empresas y se retiró con el dinero que había obtenido a Florida. Conservando sólo el cargo honorífico de presidente de las compañías que llevaban su nombre. Glenn H. Curtiss murió el 23 de julio de 1930 por una complicación surgida tras una operación de apendicitis. Justo el mismo año en que su récord fue superado por Joseph S. Wright sobre una OEC Temple JAP de 1.000 cc que rodó a 220.99 km/h en Francia.
El de Curtiss fue uno de los récords de velocidad que más tiempo ha tardado en superarse. Aunque casi 100 años después ese récord está en 605,697 km/h alcanzados en Bonneville (otro lugar mítico de la velocidad) en 2010 por Rocky Robinson con su Top Oil-Ack Attack streamliner con motor de 2,600 cc.
Sólo pensar en la velocidad alcanzada por Curtiss sobre esa rudimentaria moto, prácticamente sin frenos, con el motor rugiendo a su alrededor y sobre unas ruedas no más anchas que las de una bicicleta se le ponen los pelos de punta al más valiente. Seguramente el desconocimiento de las consecuencias de una caída los hacía ser tan arriesgados. Pero incluso con la tecnología disponible a día de hoy rodar por encima de los 200 km/h es toda una proeza.
Más información | Motorcycles; Glenn H. Curtiss; Motorcycle land Speed record
Fotos | 1, 2 y 3
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