Diez días en Vespa por Europa
Seguro que todos tenemos amigos de esos que son capaces de liarte en las aventuras más inverosímiles que te puedas imaginar. Yo los tengo, y una de las primeras aventuras que llevamos a cabo fue subirnos a nuestras Vespa clásicas e irnos a una concentración de esas motos en Pörtschach (Austria) Si, meternos casi 5.000 km en Vespa cruzando media Europa para asistir al EuroVespa que se celebraba ese año allí. Pero vayamos por partes porque la aventura tiene bastante que contar.
Realmente todo nació el año anterior, cuando tres de esos buenos amigos decidieron irse al EuroVespa que se organizaba en Lisboa (Portugal) Al volver contaban tantas aventuras que en cuanto pude me agencié una Vespa y la puse al día para acompañarlos en su siguiente salida internacional. Las fechas eran del 16 al 19 de junio de ese año, así que tuve más o menos tres meses para recuperar y poner al día una moto que compré por 250 euros, pero que después de todo lo que hemos pasado juntos no vendería ni por todo el oro del mundo.
A las 9:14 del día 12 de junio salíamos cuatro ilusionados amigos en dirección hacia Austria.
L.Font se define como motero de nacimiento que además ha conseguido transformar su pasión por las motos en su modo de vida. Actualmente es editor de Motorpasión Moto y reparte su tiempo entre montar en Vespa y Lambretta (y repararlas) además de escribir sobre cualquier cosa que tenga dos ruedas y un motor. Puedes seguir sus andanzas a través de twitter @L.Font
Primeros días, cruzando España y Francia
Esa misma noche paramos a dormir en casa de otro amigo en Girona, tras conducir durante todo el día y tras algunos desencuentros por otro lado normales. Si ya es difícil decidir que salida tomar de una rotonda cuando vas solo imaginad cuatro personas, con cuatro ideas más o menos parecidas pero diferentes en definitiva. A la mañana siguiente cruzamos la frontera con Francia por la Jonquera. A pesar de todas las veces que ya había viajado fuera de España, esa era la primera vez que lo hacía conduciendo mi propia moto. Toda una experiencia conocer en primera persona las carreteras nacionales francesas, que son como las españolas, pero con muchas más rotondas. Y conociendo nuestra habilidad para diverger en cada una de ellas os podéis imaginar el día como fue. Esa noche dormimos en Orange, muy cerca de los Alpes.
El tercer día lo dedicamos a cruzar los Alpes como Anibal, pero en vez de utilizar elefantes nuestras monturas eran Scooter de dos tiempos que recorren un máximo de 150 kilómetros con un depósito de gasolina. Así que cada dos horas más o menos parábamos para el avituallamiento de las monturas, estirar las piernas de los conductores y charlar sobre lo espectacular de las carreteras por las que íbamos rodando. La zona de Montgenevre, del lado francés es espectacular, pero el lado italiano lo es tanto o más. Te puedes encontrar cosas tan interesantes como el fuerte de Exilles, donde cuenta la leyenda que estaba recluido el hombre de la máscara de hierro.
Llegamos a Italia
Puesto que nuestra idea era buscar alojamiento allí donde nos pillase la noche, una vez cruzadas las ciudades de Torino y Milano se nos hizo de noche, con lo que en la primera oportunidad que vimos nos salimos de la autopista y buscamos alojamiento en el primer pueblo. Grumello del monte, dónde encontramos un hotel acogedor. El problema es que llegamos tarde y ya habían cerrado la cocina. Confiando en nuestra suerte nos lanzamos a la calle a buscar algún restaurante abierto, misión imposible porque todo aparecía con el cierre echado. Pero nuestra suerte no nos abandonó porque vagando por las calles del pueblo se fijó en nosotros un chaval que iba en una Vespa 50 y nos acabó llevando a una carpa a las afueras del pueblo en la que estaban celebrando una animada fiesta homenaje a los pescadores de la zona y en ella pudimos cenar de maravilla por muy poco dinero.
A la mañana siguiente senos presentaba por delante cruzar buena parte de Italia, pero por la zona del Valle del Po, que es bastante plana, así que decidimos meternos en la autopista que llevaba hacia Venecia. Kilómetros más tarde enfilamos hacia Udine y hacia la frontera austriaca. En esa zona la carretera vuelve a hacerse de alta montaña y vas circulando entre túneles y barrancos en dirección norte. 50 kilómetros más tarde estábamos en nuestro destino final.
Eurovespa 2005, Wörthersee en Austria
Pörtschach es una de las pequeñas poblaciones que rodean el Wörthersee, el lago más grande de Carintia. Se trata de un lago glaciar formado en la edad de hielo, con unas dimensiones de 16,5 km de largo y un ancho que varía desde los 2 km a 1 km en su zona más estrecha. En total ocupa una superficie de 19,39 km2. La sensación para alguien como yo que está acostumbrado a vivir en una zona bastante árida es que me encontraba en medio de una maqueta de trenes a escala natural, con el lago en el centro, varios pueblecitos pintorescos a su alrededor, unas interminables praderas verdes con casitas de montaña desperdigadas y una línea de tren que cruza todo el escenario. Para acabar de rematarlo el alojamiento que teníamos concertado (este si que lo habíamos reservado desde casa) se trataba de una granja convenientemente transformada en alojamiento rural y regentada por un amable vecino de la zona y su mujer.
No se trataba sólo de un idílico escenario, también del escenario de una concentración que reúne amantes de la Vespa de toda Europa. En aquella ocasión nos reunimos más de 3.000 motos para darle un color muy especial a esta zona tan turística de Austria. A pesar de que nos habíamos adelantado en un día a nuestra reserva ni hubo ningún problema en el alojamiento, dónde cada mañana nos recibía el propietario y su mujer con un desayuno digno de reyes que casi nos alimentaba para todo el día.
Poco a poco fuimos viendo llegar a gente de todos los rincones de Europa, aunque el principal de los participantes procedía de Alemania y de Italia. Cada día había actividades y rutas turísticas preparadas por la organización, que nos llevaron a visitar el castillo de Hochosterwitz (un castillo de cuentos de hadas) Tarvisio en Italia, o el museo de vehículos antiguos de Villach. Pero sin duda lo mejor fue la parada que se celebró el último día de la concentración en la que todas las motos que participábamos en ella bordeamos la orilla del lago. Una interminable caravana de motos que le dio un color muy especial a la zona.
De vuelta a casa con ganas de llegar
El problema es que todo tiene un final y a nosotros nos tocaba volver hasta casa sobre nuestras motos. Así que el lunes 20 nos pusimos de nuevo en marcha con el recuerdo y el sabor que nos habían dejado los días pasados en Austria, las nuevas amistades, y los lazos que habíamos estrechado entre nosotros. Por desgracia ese día nos tenía reservada una desagradable sorpresa en forma de avería mecánica de una de las motos, aunque gracias a que los cuatro que formábamos la expedición somos bastante “manitas” pudimos solventar en ruta. Sólo que a partir de ahí tuvimos que rodar al ritmo de esa moto averiada.
Esa noche dormimos en Asti, pequeño pueblo italiano del Piamonte. El siguiente día cruzamos la frontera entre Italia y Francia por el túnel de Col de Tende en dirección hacia Ventimiglia y la costa azul francesa. Los más de tres kilómetros de túnel sin iluminación y con firme en mal estado son también una experiencia que te queda grabada a fuego, y el descenso hacia la costa es una de las carreteras más bonitas por las que he rodado nunca. Ese día llegamos hasta Montpellier, dónde hicimos noche y nos propusimos que al día siguiente llegaríamos a Alicante de vuelta a toda costa.
Por la mañana nos pusimos en marcha a las 10:00 h y un servidor llegó a casa a las 6:00 h de la mañana siguiente. Acabamos el viaje tras 20 horas y casi 900 km del tirón. Cansados, pero con unos recuerdos que difícilmente se borrarán. Desde entonces he hecho algún que otro viaje más sobre mi Vespa PX125 T5 de 1992 pero este fue el primero y fue más que especial.
Nota sobre las fotos, no todas son mías, algunas pertenecen a Pepe y otras a Jose Manuel, ambos buenos amigos, instigadores y participes en la aventura.
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