Bob Benson son los padres o cómo los secundarios hacen más grande a ‘Mad Men’
Entre trago y trago, los hielos del vaso, los trajes impolutos y la gomina de su pelo Don Draper ha ido transformándose en aquella leyenda mantenida con El Cid conquistando aún muerto sobre su querido caballo Babieca el monasterio de San Pedro de Cerdeña. Draper sigue vivo pero su personaje hace tiempo que no lo está, cayó desde el inicio de ‘Mad Men’, se transformó de forma progresiva pero ahora yace sobre la silla de su despacho o la cama de alguna amante. Por suerte, hay fieles escuderos que le siguen manteniendo vivo para hacer huir al temido enemigo, la cancelación y fin de la serie. Bob Benson y familia.
Bob Benson, el sinónimo de candor
Bob Benson es el misterio de ‘Mad Men’, es el humo blanco, el botón, la cuenta atrás y el oso polar de ‘Perdidos‘ todo unido en un solo personaje. Bob Benson es lo mejor que le ha podido pasar a una serie que tras seis temporadas comenzaba un año más pidiendo un abrazo de buen amigo en los malos momentos. Los fieles seguíamos ahí pero cada lunes la sensación de verse un nuevo episodio de ‘Mad Men’ se iba acercando a la obligación más que a la pasión inicial. Bob Benson, interpretado por James Wolk, entró para cambiar esa dinámica.
Primero de forma puntual, recibiendo todos los insultos y menosprecios en un ambiente hostil donde los protagonistas parecen estar viviendo día a día una guerra en la que solo admiten a personas tan despreciables como ellos. Llega el bueno de Bob Benson, con su sonrisa, con su pelo inmaculado, con su peloteo, con la cara de niño bueno y de comedias románticas de tarde del domingo, y el microclima de guerra sufre, en cambio, él no, él parece inmune ante todo.
Bob Benson ha revivido a ‘Mad Men’ hasta con misteriosas teorías en torno a su personaje por infinidad de medios. Para una serie con seis temporadas detrás, con la apariencia de conocer a los personajes más que a un amigo, el aíre de intriga y el carácter opuesto de Bob Benson renueva el interés por la trama. Para quienes busquen solucionar parte de este misterio que no debe ser resuelto, hay una rodilla que se acerca a otra en el capítulo 11 de la sexta temporada donde se va vislumbrando parte del milagro.
Peggy Olson, la verdadera estrella
Con Don Draper pidiendo pista de aterrizaje el papel secundario de Peggy Olson va ganando enteros de convertirse en una de las tramas principales. La suya es una de las mejores historias que tiene ‘Mad Men’ en todos estos años. Elisabeth Moss es la mejor actriz de todo el reparto, con momentos mínimos de protagonismo que siempre ha logrado intensificar con un único plano, una única frase en todo el capítulo o hasta con una etapa ausente.
Elizabeth Moss es el álter ego femenino de Don Draper, su protegida que voló fuera en busca de lo que no obtenía dentro, un personaje que hemos visto crecer y con el que nos hemos vinculado gracias a lo bien que está desarrollado en el guión y la sobresaliente interpretación del mismo. De aquella débil secretaria a la mujer segura de sí misma, con talento, trabajo y ganas de triunfar sin necesidad de pisar a nadie.
Peggy Olson sube en el momento exacto en que cae Don Draper. ‘Mad Men’ comienza girar más hacia ella, se nota y se agradece. Pese a tanto vuelo libre, Peggy Olson acaba por buscarse ciertos referentes en los que cobijarse. Salió del control de Don Draper para volar hacia otro personaje similar y al tiempo ve cómo ese riesgo tomado acaba por volver al punto de origen. Claro que ya no es la de antes sino que la alumna sigue creciendo a pasos agigantados.
Ted Chaough, la lucha de titanes
Hubo un tiempo en que los dramas de agencia eran claves para ‘Mad Men’. Acabados estos, el culebrón ganó demasiados enteros y Don Draper se quemó solo en sus pensamientos de alcoba y guerras perdidas. El inicio de la sexta temporada aventuraba que la caída de la cabecera seguiría varios episodios. En esas aparece Ted Chaough y se produce un parón necesario para respirar.
Ted Chaough era el rival lejano de Don Draper, aquel que quedaba en la estocada y del que sabíamos poco. Su aparición en la cuarta temporada fue repetida en la quinta con dos nuevos episodios. Pero Ted Chaough seguía siendo una sombra. Sombra que acaba llevándose a la protegida de Draper. Llega la nueva entrega y este personaje crece más que el resto, salvo el misterioso Bob Benson cuya sonoridad tampoco es fácil de igualar.
La fuerte entrada de Ted Chaough al juego coincide con la de Peggy Olson. Ambos son los secundarios que se convierten en protagonistas de forma progresiva en ausencia del líder desgastado a quien ya ni siquiera rescata un Roger Sterling siempre en estado de gracia.
El personaje de Ted Chaough crece con partes de los valores de Don Draper pero vemos cómo se queda más con la ambición, con la profesionalidad, con el trabajo, la lucidez en su mundo creativo que con la parte gamberra, del bon vivant, de las faldas y del tormento que sufre Draper.
La sexta temporada de ‘Mad Men’ tiene en Peggy Olsen y Ted Chaough los verdaderos triunfadores.
Pete Campbell, no hay fango suficiente
A todo protagonista admirable y con el que vincularse le tiene que surgir una antítesis de personaje, alguien a quien odiar, contra el que encaminar toda nuestra ira. Pete Campbell sorprende porque podría haber tenido un límite como personaje a odiar hace muchísimo tiempo. Es lo contrario de Peggy Olson para Don Draper. El grano más molesto. El ser más despreciable.
Y pese a todo, Pete Campbell sigue ahí, en primera línea de fuego, con una historia que crece cada temporada y da vida a una serie necesitada de varios pulmones artificiales en muchas ocasiones pero que en otras es capaz de mostrar de captar la genialidad en dos episodios ––el noveno y el décimo de la sexta temporada son la prueba.
Pete Campbell es la prueba de que nunca hay que dar por muerto a ‘Mad Men’ que te puede rozar una rodilla, encontrarte al suegro detrás de una mujer negra tres veces su tamaño o seguir siendo la última rata del barco pese a los cambios. Y todos saben que las ratas son las últimas en abandonar el barco.
Don Draper, el hombre roto
Don Draper pasó de ser el conquistador a ser el señor dramas y eso no se lleva bien. De ser el hombre poderoso forjado a sí mismo a convertirse en una muñeca de porcelana siempre con la cara triste y apenada. Con esa cara no se conquista el mundo, menos aún se sigue al frente de ‘Mad Men’.
Draper ha tirado del barco durante seis temporadas y ahora se encuentra relegado a un segundo plano, casualmente cuando aparecen los mejores momentos de la trama. Sus conquistas de faldas ya se convierten en grandes traumas para la humanidad, ya no suenan los Beatles en el tocadiscos, ni está fuera del camerino de los Rolling Stones para que le llamen viejo.
Ha visto cómo el resto de secundarios han montado el necesario golpe de estado y le han dejado hacer lo que mejor sabe: disfrutar de la fiesta, aunque acabe necesitando el aíre entre hippies ricos a miles de kilómetros de su casa.
Pese a todo, el Cid sigue vivo, tocado pero vivo y se le siguen pidiendo sus batallas habituales. Este cada vez las rehusa con mayor facilidad, pero como en el Cantar Tercero del Mío Cid el líder lo es por algo:
Y cuando llegaron a Zocodover, díjole el Rey: “Don Rodrigo debíais hacer arrancar ahora a ese caballo del que tan bien he oído hablar”. El Cid sonrió y dijo: Señor, aquí en vuestra corte hay muchos varones ilustres y con disposición para hacer eso, mandadlos a ellos que corran con sus caballos. Y el rey le dijo: “Cid, es cierto lo que decís; pero preferiría yo que hiciérais correr ese caballo, por complacerme”.
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