En 1996 todas las autovías que recorren, o casi, la geografía española como la de Madrid-Valencia todavía eran un proyecto. Aquel año cuatro amigos nos lanzamos en en un coche en busca de la aventura en un viaje inolvidable con salida en Oviedo y destino en Benicàssim. Allí se celebraba la segunda edición de un festival en el que había que estar, sí o sí, por lo bien que nos los habían vendido en Rock de Lux o en Spiral, una revista de la que nadie se acuerda hoy.
Aquella fue mi primera experiencia festivalera fuera de Asturias y mi primera misión importante para cubrir un evento para el periódico en el que un año antes había comenzado a trabajar. Todo un reto hoy día pero entonces o dictabas las crónicas por teléfono o enviabas un fax. Ni e-mail, ni móvil (yo al menos no me lo podía permitir) y sin poder comprobar que lo que habías mandado estaba correcto.
Víctor R. Villar siempre quiso ser paleógrafo y lo logró, pero se ha ganado la vida como periodista, profesión en la que ya ha consumido más de tres lustros tanto en medios escritos: La Voz de Asturias o Les Noticies, radio y desde 2007 como editor de Hipersónica. Ha sido Dircom en Fnac, un trabajo del que siempre dice que fue el de su vida. Como crítico musical le apasiona tanto el black metal como el flamenco o el jazz más vanguardista. Sus perfiles en Twitter y Facebook son como poco nada convencionales
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